❄️Capítulo 37❄️

Todos hablan del fin del mundo como si fuera un chiste. Como si con solo un chasquido todo acabaría. Todos dicen que en el fin del mundo habrá fuego por todas partes, letreros rotos y un silencio sepulcral. Dicen que el fin del mundo será provocado por robots, zombies o por los mismos humanos. Hay diferentes versiones para todas las historias, pero lo que más se repite es que es una guerra, donde está el bien y el mal peleando entre sí. Donde están los humanos y los zombies, los robots contra las personas, la gente contra los suyos. Hay dos bandos. Puede que haya tres, pero en ese caso aparece la frase: "El enemigo de tu enemigo es tu amigo". Eso hace que se conviertan en uno contra uno.

Dos bandos como en las puntas de un puente donde en un momento llegan a unirse y ser más fuertes mientras están unidos.

Corro por los pasillos intentando encontrar mi cuarto para cambiar mi ropa, ya que sigo con el vestido de gala. Me coloco el traje que pensé en no ocupar nunca. Ese que Alex y yo pensamos en ocupar en alguna emergencia. Tomo mi cabello largo y hago una cola alta para que en el momento no me moleste.

Ya lista, vuelvo a correr por los pasillos hasta la habitación de Sophie. Abro su puerta al encontrarla y ella está mirando hacia la ventana. Está pensativa.

—¿Es hora? – pregunta ella sin mirarme. Parece triste.

—Si. – contesto y se levanta. Toma mi mano y comenzamos a correr en dirección a la salida.

Pasamos varios pasillos desiertos hasta llegar a uno de los salones queriendo cruzarlos. Afuera se escucha mucho ruido, personas disparando y quejidos de dolor.

El salón está lleno de agentes armados. Trago saliva. Tiro mis guantes al suelo para estar lista por si empiezan a atacar. Algo tenían los guantes que al caer hicieron ruido.

Todos se giran a nuestra dirección y empiezan a disparar. Nos escondemos detrás de un pilar.

—«Estoy con Sophie ¿Dónde estás?»

—«Intentando salvar a los más pequeños. Estamos afuera esperando».

Suspiro y me coloco a la altura de Soph.

—Necesito que cuando te diga que corras, lo hagas muy rápido y no mires atrás ¿Me escuchaste? – le digo rápidamente. Ella asiente muchas veces. Está asustada. Somos dos. – yo te cubriré la espalda, no te pasará nada. Alex nos estará esperando afuera de esa puerta ¿Bien? – ella vuelve a asentir, su cara demuestra demasiado sus sentimientos. – A la cuenta de tres. Uno, dos, tres.

Ella comienza a correr mientras que a su alrededor se forma un tornado protector. Con el hielo hago escudos y las balas rebotan en él. Abre la puerta y en donde se supone que había un pasillo blanco donde los vehículos llegaban está totalmente destruido. Como si una bomba hubiera estallado ahí. Juntas corremos hasta el final, donde el aire libre comienza a aparecer. En un lado observo a varios autos estacionados, pero uno llama mi atención.

El auto de Kate.

—Soph, sube rápido al auto azul. Dentro está Dante. – digo algo sorprendida y feliz al ver al conductor haciéndome señas.

Cuando me aseguro de su seguridad, busco con la mirada a alguien conocido. El ruido de las balas chocando contra el hielo de mi escudo hace que me desconcentre. No puedo ver en donde están los chicos y siento que explotaré. Llevo ambas manos a mis oídos y los disparos cesan.

Miro los siete cuerpos que están en el suelo. Inmóviles. Horrorizada levanto la cabeza y me encuentro con Isabella.

—Tranquila, solo están inconscientes. – dice y suelto un suspiro de alivio. – vamos, los demás nos necesitan.

Corremos hasta donde hay varios autos "estacionados" y nos escondemos detrás de uno. Ella apunta hacia el auto del frente y puedo ver que ahí están Mateo, Edson y Alex.

—Necesito que me expliques detalladamente que es lo que sucede. – pido en un susurro.

—¿Recuerdas cuando te dije que había otro advenedizo? – asiento. - Son dos. Una mujer desconocida para nosotros... creo que es conocida de Amanda y la otra es ella. - frunzo el ceño. - allá. - apunta el inicio del bosque donde hay una gran oscuridad. - es donde están ambas. La mujer tiene el poder de controlar las emociones de las personas y Amanda tiene el de la oscuridad. Aún no sé cómo funciona.

Esto es terrible.

—Debo acercarme a los chicos, hay que planear algo todos juntos. – ella asiente. – pasemos juntas, yo haré un escudo.

Cruzamos y llegamos bien y a salvo.

—¿Dónde estabas? Te estuvimos buscando por todas partes. – dice Mateo en cuanto me ve.

Alex me mira, pero no dice nada. Tal vez sabía en donde estaba.

—Estaba entrenando. – contesto simplemente. Observo otra vez hacia la oscuridad con curiosidad y miedo juntos. ¿Cómo nos enfrentaremos a eso? - ¿Hay algún plan?

—Intentaremos acercarnos, solo tu y yo. – responde Alex.

Siento una presencia a mi lado.

—¿Y yo no cuento? – la voz de mi mejor amiga aparece después de estos días incomunicadas. Sonrío. – hola chicos ¿Me extrañaron? – le abrazo muy fuerte. – puedo acercarme y debilitarlas. Ya revisé todo el perímetro y no hay gente armada alrededor del bosque. Puedo darle la fuerza de ella a alguno de ustedes y así atacarla. Los demás podrían defender el espacio para que ningún otro agente se acerque.

—Bien, hay que aprovechar cada oportunidad. – digo seria mirando a cada uno y las escenas de los libros y películas aparecen en mi mente. – pero no se sacrifiquen si no es necesario. Por favor.

Todos asienten. Acabo de darme cuenta que ya los ojos de nosotros tres tienen sus colores particulares: Rojo, Morado y Azul.

Corremos para entrar al bosque y así no tener que dejar a más agentes inconscientes.

"Vamos a lograrlo" repito varias veces en mi mente para poder relajarme y pensar con claridad lo que haremos.

De un momento a otro, comienzo a ver varios pares de ojos amarillos venir a nuestra dirección. Ya es de noche, por lo tanto, los chicos no logran ver bien. Es luna llena, supongo que tendrá que ver. Rápidamente formo un escudo de hielo alrededor de ellos y un segundo después, los animales se tiran a los chicos, pero sin lograr su cometido al chocar con el hielo. Si me hubiera demorado un microsegundo más...