MATEO
Camino por los pasillos de la mansión. El funeral de Katherine pasó hace cuatro semanas y después de eso, Alison se encerró en su habitación sin querer dejar a nadie entrar, aunque la hemos estado monitoreando por las cámaras. Lo único que ha hecho ha sido leer unas dos cartas, escribir otras y mover contactos para que un libro salga en físico. Hoy tenemos la esperanza de que todo vuelva a la normalidad. Una psicóloga va a estudiarla y dar el pase para que pueda cumplir el último deseo de Katherine.
Golpeo la puerta y escucho el "pase" que me deja entrar.
—¿Estás preparada? – ella asiente y se acerca para abrazarme.
—Gracias por no dejarme sola. – susurra.
—Si lo logras, los chicos estarán esperándote al otro lado de esa puerta. – ella asiente y se separa. Está nerviosa.
Luego de querer encerrarse, no quiso volver a ver a nadie ya que no quería que nadie viera su lado "débil", por eso hasta el momento he sido el único que la ha visto. Incluso tampoco su familia la ha visto porque ella no ha querido.
Conversamos unos minutos, esperando que entrara la psicóloga.
—¿Cómo está Alex? – pregunta esperándose lo peor.
—Él está en coma. No ha despertado desde que pasó eso. – respondo en voz baja. – está en la base de Inglaterra con los mejores médicos gracias a Axel y Nick. – ella se tensa y sé que recordó cuando se enfrentó a él, bajo la influencia de su tía. – él no te culpa de nada, sabe que no fue tu intensión hacer eso. – le receurdo.
Nos quedamos en silencio hasta que la puerta nos interrumpe.
—Buenos días Alison. – saluda la psicóloga.
ALISON
—Buenos días. – respondo. Estoy nerviosa.
—Necesito que me hables de lo que sucedió después de ganar hace cuatro semanas. – frunzo el ceño. – según tus informes, al tocar a una persona, entras a sus recuerdos y cuando la persona está inconsciente, puedes estar con ella dentro de sus recuerdos por un tiempo ilimitado. – asiento con la cabeza. – segundos antes de que Katherine haya descansado, tomaste su mano ¿Qué sucedió en esos momentos?
Mis ojos comenzaron a escocerse. Los recuerdos comienzan a golpearme.
—¿Qué sucedió, Alison? – vuelve a preguntarme.
Mi mente empieza a vagar en los recuerdos de esa noche.
Empiezo a sentir el aire marino golpear mi rostro. A mi lado se encuentra Kate, ambas mirábamos el mar y como las olas golpeaban las rocas.
—¿Dónde es este lugar?
—Es el Faro Punta Ángeles. Está en Valparaíso, la ciudad en donde vivo. Espero que algún día vengas a visitarlo personalmente.
Nos quedamos en silencio un momento. Ambas sabemos que el tiempo aquí no avanza de la misma manera y que tenemos todos los minutos que queramos.
—Necesito un favor. – dice ella en un susurro, mirándome.
—Lo que sea.
—En mi auto tengo unos papeles firmados y cartas, también todos los pasos que debes seguir.
—¿Papeles para qué?
—Me encantaría que tu fueras la que cuide a mi hijo. No existe nadie mejor para que use mi lugar en su vida. Quiero que lo veas crecer y sus primeros pasos. Su primer día de clases y sus mejores sonrisas. – traga el nudo que se le forma en la garganta. – Si lo ves caer, quiero que estés ahí ayudándolo a pararse y aprender a soportar todo lo que le viene encima. Se que tú eres la indicada para tener mi papel.
—¿Yo? - me encontraba pasmada.
—Si, Alison ¿Puedes hacerlo? - sus ojos se volvieron llorosos. - Yo no estaré y sé que tu estarás ahí para él. Lo he visto. - la primera lagrima de ambas, cayó.
Nos abrazamos y no podía soltarla. No quería soltarla.
—Llora todo lo que necesites. Todos necesitamos desahogarnos. - dijimos a la vez con una sonrisa... recordando.
—No quiero que te vayas. Eres demasiado joven y tienes una vida por delante. Te necesito. - digo en un susurro
—Se cómo te sientes en este momento, pero debes dejarme ir. Estoy segura que estarás bien, que al principio dolerá demasiado, que te sentirás sola, pero tu familia estará ahí para ti, Kahel estará para ti. En algún momento volveremos a encontrarnos y podrás contarme todo lo que has hecho, todo lo que has superado y nos pondremos al día. Eres fuerte y tu podrás superar esto.
—No te vayas, por favor. Solo resiste, estoy segura que los mejores médicos podrán salvarte. - ella negó con la cabeza y nos separamos un momento, pero sus manos seguían en mis hombros. - no me dejes. - susurré.
—Ningún médico puede salvarme de ese potente golpe. Yo necesito estar en paz, las personas como nosotros tienen un propósito y yo ya cumplí el mío. Te quiero demasiado. Siempre serás como mi hermanita.
Nos abrazamos fuertemente y me aferro a los recuerdos de nosotras juntas.
—Te quiero, estúpida. - y en menos de un segundo, me doy cuenta que estoy sola, abrazando la nada.
—¡No! - grito con las lágrimas bañando mi rostro. - ¡Kate, vuelve!
El recuerdo comenzó a desvanecerse. Ya no sentía el olor a mar, tampoco su frescura. Ahora estaba arrodillada en el suelo junto al cuerpo de mi mejor amiga. Aún sujetaba su mano, pero ahora estaba fría
—Entonces ¿Qué pasó? – la voz de la psicóloga me devuelve a la realidad.
—Nos despedimos. – digo simplemente. – y me comprometí a cuidar y criar de su hijo.
Ella se queda callada mirándome y luego escribe algo en su libreta.
—El lunes puede obtener la custodia de Kahel. Que tengan un bonito día. – me entrega un papel y se retira.
Suelto un suspiro de alivio y abrazo a Mateo. Salgo de la habitación y todos me reciben con abrazos. Mi padre también está aquí y le abrazo demasiado fuerte, reteniendo mis lágrimas. No estoy sola. Habían hecho una fila para saludarme y el último me sorprendió un poco que estuviera aquí.
—Lo lograste. – dice sonriéndome. Sus ojos distintos siempre llamarían mi atención.
Casi podía imaginar a Kate sentada en uno de esos sillones sonriendo, molestándome con señas y diciendo lo mismo que dijo Axel.