Después de tres horas de viaje, llegamos a la Hacienda Höller. Quedé maravillado por el paisaje que nos daba la bienvenida. En tres buses trasladamos a los futuros guerreros encabezados por una pareja de mi séquito. Milena, Nadia y Gaia viajaron acompañando a mi Beta, Gamma y Delta. Eso me dolió más porque sentí que otra vez estaba solo.
Austin y Sara nos esperaban con el desayuno y la zona de entrenamiento lista para arrancar ni bien termináramos de desempacar. Los cien guerreros se hospedarían en El Pueblo, una zona dentro de la hacienda que era la recreación de un poblado típico de la serranía peruana. Eran veinte casas de dos pisos distribuidas en pequeños bloques que armaban calles, contaban con una plaza en el centro y áreas verdes alrededor. Cada casa estaba acondicionada para recibir a diez huéspedes, así que solo habilitaron diez de ellas para los guerreros. Mi séquito y sus compañeras se quedarían con nosotros en La Casona, una versión rústica y más pequeña de la mansión en Lima, pero lo suficientemente grande para albergarnos.
Ni bien dejé las cosas en mi habitación, llamé a Amelia. Ella ya estaba en el instituto, pero aún no iniciaba sus clases. Al enterarse que Milena, Nadia y Gaia estaban con sus compañeros en el entrenamiento, mi Luna decidió viajar cada viernes por la tarde para pasar conmigo el fin de semana.
Lo primero que hicimos fue pasar un circuito en grupos de diez. Diferenciamos machos de hembras y formamos los grupos. Estuve en el segundo, y en cinco minutos terminé el circuito que el mejor del grupo anterior –que fue Gonzalo- había logrado en diez. Marion y Sara llevaban la cuenta de los tiempos, mientras que Haldir y Austin se aseguraban de que nadie se saltara algún obstáculo. Tras pasar todos los guerreros, dieron el primer resultado.
Sara era una híbrida de bruja con licántropo. Su madre, la bruja Killari, fue la anterior Bruja Suprema por más de trescientos años. Decidió dejar el liderazgo de su pueblo cuando encontró a Helmut Brandt, su predestinado, en la Manada Höller, y entendió que ya era el momento para comenzar una familia junto a él. De esa unión nacieron Sara y Sayri, quien es un licántropo como su padre, pero con el olfato para reconocer, sin previo estudio, los beneficios y perjuicios de toda la flora existentes en el planeta. Por dicha habilidad trabaja junto a su madre en las investigaciones que realiza en la sierra y selva del Perú desde hace varios años atrás.
Junto a Austin, Sara administraba la Hacienda Höller. Fue entregada esta misión a ella y a su compañero cuando papá se percató que no le hacía bien vivir en la ciudad de Lima, ya que estaba acostumbrada a la tranquila y calmada vida rural. Para este primer entrenamiento en Lima, Marion propuso que Sara sea una de las entrenadoras, encargándole el entrenamiento mental que en Alemania estaba bajo la supervisión de la bruja Maat, la madre de Matthias. Sara siguió las instrucciones de Maat, pero añadió algo que la habilidad heredada de su padre le permitía: establecer situaciones en las mentes de los guerreros para que sin ser dañados físicamente puedan resolver sus miedos, complejos, traumas y otros problemas que no les permitan mantener el control en su forma de lobo. Esto es importante, ya que cuando peleamos en cuatro patas las emociones se desbordan, pudiendo perder el combate por no lograr seguir la estrategia al ser rebasados por la vehemencia.
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hombre lobo alpha y luna, huerfana hija de la divinidad, sobrenaturales entre los humanos
Editado: 01.01.2024