El que habita

La Casa Siniestra

Mi padrastro era un ser muy despreciable cuando se lo proponía, y luego de sentir la presencia y personalidad de su padre, no dudé de dónde venía su carácter. Siempre estábamos en una constante pelea de poder y eso hacía que cada día lo odiara más.

 

La vida en esa casa era un infierno de mala energía, discusiones y peleas… AL transcurrir los días las cosas empeoraban, los interruptores de luz se activaban, incluso había zonas del piso de la casa que se sentían con una temperatura muy alta, puertas que se abrían, vientos raros con todas las ventanas cerradas.

 

 

Dado que yo era rebelde y autoritaria, empecé a salir de noche con mis amigos, pero solo llegar e introducir las llaves en la puerta de esa casa, todo cambiaba. Siempre sentía que me vigilaban a través de las ventanas.

 

Una de esas madrugadas que llegué con un hambre voraz, empecé a prepararme algo rápido en la cocina, cuando de repente me paralicé sin motivo, como presintiendo lo que venía. Volteé hacía la ventana justo en el momento que tocaron muy fuerte el vidrio ¡AAAHHHH! Fue todo lo que pude gritar luego de soltar todo y salir corriendo. Las ventanas de la casa tenían mosquitero externo, es decir, era imposible que alguien desde afuera pudiese tocar el vidrio.

 

Mi vida se había vuelto una total angustia, vivir en esa casa me producía ansiedad. No dormía bien porque apenas lograba cerrar los ojos, sentía como me empujaban con fuerza, voces que me susurraban en los oídos, mis perras ladrando y aullando en mi ventana desde afuera.

 

Una noche mi hermana mayor dormía conmigo porque estaba de visita ya que se había casado y mudado a otra casa en un intento desesperado de salir del dominio de nuestro padrastro. Caímos en un sueño profundo y justo en ese momento sentí como me movieron bruscamente para al abrir los ojos encontrar que los de mi hermana eran dos esferas de color rojo brillante y una sonrisa diabólica. No pude más que salir despavorida gritando desesperada. Mi hermana despertó y del susto empezó a perseguirme por no saber que ocurría, pero esto empeoraba las cosas porque yo solo gritaba ¡NO ME HAGAS DAÑOOO!

 

Así fueron transcurriendo los años, con miedos, ansiedades, discusiones y peleas. Mi madre empezó a enfermar, lo curioso es que esto pasó luego de que un día encontrara en el jardín de la casa cenizas, cruces y diferentes objetos que no supo explicar que eran.

 

A partir de allí su vida fue caótica y triste. Solo se dedicaba a pintar flores en telas pudiendo pasar casi todo el día y pate de la noche en esa actividad.

 

Un día decidió mandar a hacer un arte en la pared del patio que estaba frente a la ventana del comedor (una de las zonas con más actividad paranormal). Se hizo con cemento, paja y ladrillos. A todos nos gustaba admirar por ratos esta belleza de forma circular. Explicó que sintió la necesidad de hacerlo debido a que muchas veces en el patio vi luces de colores rojo y verde que parecían bolas de fuego, yendo siempre en una misma dirección y luego desaparecer inexplicablemente.

 

Mi madre en un intento desesperado por mejorar la situación contactó a un padre exorcista. Este hombre tenía fama de solucionar los casos más perturbadores del país. A su llegada sintió presión y peso en los hombros. Hizo el recorrido por toda la casa de forma silenciosa y observadora.

 

Al llegar a la pared donde estaba el arte que mi madre había mandado a hacer, empezó a rezar de forma voluntariosa y en voz alta, repetía una y otra vez la misma oración en latín.

Al terminar sus rezos el padre explicó que lo plasmado en la pared era un mandala y que esto era un símbolo de protección que los ángeles de mi madre le habían ordenado hacer para proteger a la familia.

 

Pidió de forma enérgica que nos mudáramos los más pronto posible de esa casa porque había muchos espíritus malignos que allí habitaban y querían la casa solo para ellos. Al parecer cientos de años antes, esos terrenos eran un cementerio de indígenas guerreros.

 

Mi padrastro no hizo más que burlarse y despreciar la. sugerencia del padre. Nos dijo de forma enfática que esa era su casa y de allí nadie lo sacaba.

 

Caímos en la ruina, nos robaron los autos, mi padrastro perdió su trabajo, mi madre cayó y se fracturó la columna,  a una de mis hermanas le diagnosticaron esquizofrenia… en fin, todo era una basura.

 

Al final mi madre enfermó de cáncer terminal y en sus últimas noches nos contó que un indígena se había parado encima de su cama diciéndole que se la iba a llevar. Ella le respondió que ya no sentía miedo…

 

Al día siguiente de mi madre fallecer, todas las plantas de la casa florecieron. Había flores de todos los colores, tamaños y olores, pero las más hermosas eran las orquídeas que ella tanto amaba.

 

Mi padrastro no esperó mucho tiempo para corrernos de la casa y empezar una nueva relación.




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