El saber que Christopher se casará con Emma dentro de poco abrió una herida muy grande en mi corazón. Lo peor de todo es que él no lo negó. Corre por los pasillos que él está felizmente enamorado de Emma Norrington. No entiendo que hice mal. Todo estaba de maravilla entre nosotros y de un momento a otro…va a casarse con otra.
Para cuando abro los ojos, ya es de noche y veo las ardillas se sentadas en la barandilla del balcón. Una tenía la cabeza apoyada en los hombros del otro y las colas enroscadas. Sonrío y una lágrima corre por mi rostro. Las ardillas miran hacia arriba y del cielo comienzan a caer gotas de lluvia. Ambas miraron hacia mí y se acercan corriendo a mi cama.
–¿Estás mejor? –pregunta Tony y asiento sin mediar palabra.
–Mentirosa –reconoce Ginger y sonrío con tristeza. Ambas se suben a mi cama y yo me siento en modo indio–. ¿Quieres comer algo? –Sin darle mi respuesta, salta de la cama en dirección a la puerta desapareciendo en el pasillo.
–Tiene que haber una explicación, Tony.
–Y vamos a encontrarla. –Coloca su pata en mi muslo–. Te doy seguridad de eso. Pero necesito que la Allison feliz y fuerte regrese ya.
–Es difícil, ¿sabes? Nunca he pasado por algo como esto y no sé como lidiar la pérdida.
–Sabemos que estás triste, pero el dolor no puede sobrepasar las 24 horas. Ese es el tiempo límite que tienes para llorar. –Sus ojitos negros me miran fijamente–. ¿Vas a seguir con la búsqueda?
–Mi motor impulsor era Chris, pero Cameron también está metido en esto y no es justo que él pague por la cobardía del idiota de su hermano. –La puerta se abrió y Javier me mira dubitativo desde la lejanía–. Hola –digo casi en susurros.
Él entra junto a Ginger y Meeko. El mapache se sube a mi cama, me abraza con fuerza por el cuello y me dice unas ternas palabras mentalmente:
–No estés triste. Yo voy a cuidarte. –Coloco mi frente en la suya.
–Gracias, Meeko –digo con los ojos cerrados y una lágrima recorre mi rostro pero él la secó antes de que llegara a mi barbilla.
–Traje dedos de pollo con queso –interviene Javier moviendo una bolsa en el aire y sonrío.
Se sienta a mi lado y todos comimos hasta saciarnos. Después de un largo baño, salgo al balcón y Javier se coloca a mi lado. Cuando me atrae hacia él por los hombros, un suspiro cargado de pesar brota de mis labios.
–¿Te dolió tanto así cuando viste lo que pasó entre Alice y Chris? –Por unos segundos no tuve respuesta pero luego asintió con lentitud–. ¿Cómo lo superaste?
–Nunca logré superarlo. Simplemente, seguí con mi vida.
–Yo… –Las lágrimas amenazan con salir una vez más. Respiro profundamente y Javier me abraza con más fuerza y acaricia mi brazo con parsimonia.
–Vas a superarlo, McKenzie. Eres más fuerte de lo que crees.
–¿Entonces por qué siento que mi mundo se está derrumbando? El corazón me duele y yo…
–Porque nunca te has enamorado, Allison. Lo diste todo y este dolor que estás sintiendo es normal. Y cuando no tiene sentido, como es el caso, duele aún más. –Mis piernas flaquearon y Javier cae al suelo conmigo–. Vas a estar bien, Allison. Deja que el tiempo pase.
–Necesito que esta agonía termine pronto.
–Vas a recuperarte. Nosotros te ayudaremos. –Lo siento mucho –habla Cameron y se arrodilla hasta mi altura. Las lágrimas corren por mi rostro y no puedo detenerlas. El rechina los dientes al verme–. Mi hermano es un idiota.
–Voy a llegar al fondo de esto, Allie –promete Talia y pone su mano encima de la mía–. Te lo juro. Esto merece una explicación
–Dudo que Chris pueda hablar –añade Tony divertido acercándose–. Javier lo dejó un poco magullado.
–Y no lo dejé peor porque Allison me detuvo –protesta Javier acariciando mi espalda con lentitud.
–Tu hermano la hizo grande, Cam –reprende Ginger molesta.
–Si seguimos hablando de este tema, Allie empeorará –interviene Talia–. Descansa esta noche. Mañana nos ponemos manos a la obra.
–¿Vas a seguir con la búsqueda?
–Cameron también puede sufrirla y no puedo dejar que eso pase, Javi –contesto mirando al aludido y sus ojos negros me observan con dolor–. No me miren con esa cara. No soporto que me miren con lástima. Después que hable con él, resolvemos el otro tema.
–¿Estás segura? –pregunta Meeko mentalmente.
–Sí, querido. –Acaricio su cabeza. Sorbo la nariz, coloca su pata encima de mi mano y la atrae a su cara–. Eres muy tierno, Meeko. Un buen Varázs. ¿Cómo está Pumba?
–No lo he visto –contesta Javier–. Solo espero que no tenga el mismo problema de idiotez que su dueño.
–Meeko, ¿puedes buscar a Pumba por mí? –Asiente a mi pregunta y sale por la puerta. Minutos después entra el mapache solo–. ¿Dónde está?
–No quiere venir.
–Vaya, el jabalí es tan terco como su dueño. Mañana tengo que buscarlo. Necesito ver cómo está.
–Ya lo dijiste, Allie. Mañana –ordena Ginger–. Chicos. Dejémosla descansar.
A la una de la mañana el sueño no me alcanza. Me siento frustrada y dolida por un chico que al parecer no le importo. Me levanto con lentitud de la cama y salgo al balcón. El aire fresco de la madrugada acaricia mi rostro, pero el fuego que tengo en mi interior de la impotencia no se apaga con nada. Formo a mis pies una llama de fuego y bajo al patio central del colegio para acercarme a las estatuas completamente destruidas. Hice un gran desastre por un berrinche y me siento mal por eso. Tomo una de las piedras en mis manos y la hago polvo.
–No quería que esto terminara así. –Doy un brinco por la voz a mis espaldas–. Disculpa, no quería asustarte.
–No te preocupes, Thiago. –Miro hacia la verja–. Me lo advertiste una vez y no quise creerlo.
–Si te soy sincero, tuve la esperanza de estar equivocado en cuanto a Christopher Gray. Creí que había cambiado e incluso había demostrado la diferencia del chico que conocí, pero a veces es difícil dejar las viejas costumbres.
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Editado: 09.02.2023