—Sabes lo terca que puede ser Allison, Javi —comenta Tony—. Si nosotros nos negamos, ella lo hará de todas formas.
—Pero esa terquedad puede llevarla a la muerta —insiste Javier con melancolía—. No puedo perderla. No otra vez.
—Allison es un hueso duro de roer —opina Ginger en tono maternal—. Sobrevivió al solsticio de invierno y al derrumbe del zoológico secreto.
—Y hará el último sacrificio por Chris también. Lo sabes —aclara su hermano y yo frunzo ante la mención de mi nombre.
—Eso no es un consuelo, chicos.
—Lo sabemos, Javier. Lo sabemos —recalca Ginger—, pero ella lo decidió así.
—Ten el consuelo que todo acabará pronto —añade Tony y me retiro a mi habitación en silencio al ver que ellos dejaron de conversar.
—¿De qué estarán hablando? —murmuro cuando pongo la cabeza en la almohada—. ¿Qué cura está buscando Allison? ¿Cómo entro yo en esta historia? No me gusta que Javier esté en ese estado de dolor y decadencia.
Giro sobre uno de mis hombros y miro la nieve caer lentamente por el balcón. El cansancio comienza a hacer mella cuando mis ojos se van cerrando por el peso sobre ellos.
—¿Qué estás tramando, Allison McKenzie? —susurro a la nada y me dejo engullir por el sueño.
—Hola, Christopher Gray.
—Cazadora. Creí que no vendrías.
—Siempre cumplo mis promesas. ¿Nos quedamos aquí o prefieres cambiar de lugar?
Mi habitación está tan oscura como siempre, pero esta vez el ambiente, junto a ella, no se siente tan sombrío ni solitario. Enarco una ceja al ver que tiene un pijama de pantalón y camiseta con Bob Esponja.
—Quedémonos aquí mejor. No me siento con ganas de estar en otro lugar.
—¿Está todo bien? —El silencio cae sobre nosotros—. Es un sueño, Chris. Mañana no lo recordarás y yo no diré nada. Tienes mi palabra. —Ella tose levemente y paso mi mano por su espalda, pero ella se aleja.
—¿Estás bien? Esa tos no se escucha bien.
—Mi día ha estado un poco agitado, y estoy un poco indispuesta.
—¿Quieres…?
—Estoy bien, Christopher. Nada de qué preocuparse. Sin embargo, tengo una leve curiosidad sobre lo que atormenta tu mente.
—Una amiga casi muere hoy por salvar a mi hermana.
—¿Estás preocupado por ella?
—Es algo raro de explicar. Al parecer tuvimos una relación anteriormente, pero no recuerdo nada.
—¿Pero …?
—Algo me atrae hacia ella como imán. Es divertida, alocada, contestona, una bruta a veces, pero es sincera y cálida.
—¿Tanta aventura a su lado te excedió como para que la dejaras?
—Ni siquiera yo sé por qué estoy tan confundido. Veo a Emma y sé que es la chica perfecta para mí.
—Déjame adivinar. Te sientes extraño con la chica perfecta, pero te atrae una persona que revuelve tu mundo y se complementa perfectamente contigo. ¿Me dejé algo fuera?
—¿Eres adivina? —Su dulce sonrisa llega a mis oídos.
—No, pero estuve contigo el suficiente tiempo para conocerte. A veces lo que nos gusta y nos conviene, no están en la misma persona.
—¿Lo dices por ti o por mí?
—Por ambos. Si elegiste a otra chica antes que ella, por algo debe ser. A lo mejor era una relación tan tóxica que ni siquiera la recuerdas.
—No estoy muy seguro. Mi hermano y amigos hablan muy bien de ella. Hasta mi padre la defiende.
—Entiendo. ¿Problemas con tu madre, quizás? Puede pasar que las madres quieren imponer su voluntad o resolver nuestros problemas para que no nos hagamos daño. Y puedes matarlas, pero ellas creen que nos están haciendo bien. Son madres y siempre van a querer lo mejor para nosotros, aunque a veces sea en contra de nuestros deseos o gustos.
—Me has descrito en pocas palabras.
—Entonces, el problema es tu madre.
—Cuando mi hermana desapareció, mi madre solo hablaba mal de Allison. Yo me quedé callado, pero mi hermano, mi padre y mi cuñada, la defendieron como si fuera una más de la familia.
—¿Crees que tomaste una mala decisión al dejarla y comprometerte con otra?
—No lo sé. No recuerdo nada de nuestra vida pasada. —Frunzo el ceño al ver que la habitación comienza a desvanecerse. Gotas de sudor recorren mi espalda y pecho como si estuviera dentro de un horno—. ¿Todo está bien, cazadora? ¿Por qué está haciendo tanto calor?
—Chris, yo …
—Chris, despierta. —El zarandeo de mis hombros disipa totalmente la imagen de la cazadora. Estrujo mis ojos y parpadeo varias veces hasta adaptar mis ojos a la oscuridad.
—¿Cam? ¿Qué ocurre? —Sus ojos negros me miran alarmados.
—Es Allison. —Sale de mi habitación antes de darme una respuesta completa.
Intento no tropezar con mis propios pies al salir de la cama y correr hasta la habitación donde está Allison. Suelto el picaporte a penas lo tomo. Está encendido al rojo vivo. Pateo la puerta y el calor de la habitación me golpea con fuerza.
—¿Qué pasa aquí?
—Allison tiene mucha fiebre —explica Javier a punto de la deshidratación a pesar que estamos a cuatro grados bajo cero en el ambiente externo de la mansión—. Talia, llama al doctor. Cameron busca toallas y agua congelada. Tenemos que bajarle la fiebre o a este paso, morirá antes del amanecer.
Mi hermano y mi cuñada casi chocan conmigo al salir de la sofocante habitación.
—Vamos, Allison. Tienes que ser fuerte.
Meeko aprieta las ardillas a su pecho aterrado. Pumba no deja de caminar nervioso de un lado al otro al igual que Timón.
—Pero estaba bien cuando me fui.
El calor que proviene de Allison es tan fuerte que apenas puedo acercarme. No sé cómo Javier lo soporta, e incluso toca la frente de ella con mimo. La piel de Allison está perlada por las gotas de sudor. La luz de la luna que atraviesa el balcón, ilumina su cuerpo, y noto como su pecho sube y baja con celeridad.
—No sé lo que pasó. Empezó con una pequeña fiebre, pero terminó rompiendo el termómetro. Meeko se quemó la cola con el mercurio.
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Editado: 09.02.2023