Si antes estaba nerviosa, ahora lo estoy mucho más al ser el último día de competencia. Debo luchar contra Christopher durante una hora al ser mi último oponente. El público está eufórico. Muchos tienen pancartas con los nombres de sus favoritos en la final. Incluso, escuché que hay apuestas muy elevadas.
Me da hasta vergüenza decirlo, pero, algunos de ellos tienen fotos mías y las mueven de un lado a otro. Esto da miedo. Quedamos los últimos dos competidores por colegio en la arenera. En un lugar tan grande me siento como una cucaracha asustadiza.
—Hoy es el último día de los Juegos Elements en esta categoría —anuncia Erika emocionada—, ¿Cómo se sienten? —El público protesta disgustado. No quieren abandonar la adrenalina que este evento trae consigo, y ella lo sabe.
—Nosotros también estamos entristecidos. Han sido cuatro días llenos de pura emoción —añade Benjamín—. Sinceramente, espero que esto se repita cada año. ¿Ustedes que creen? —Los silbidos y vitoreo del público son ensordecedores.
—Nos han llegado reportes que uno de los estudiantes no fue justo e intentó ganar su batalla de formas no agradables —habla Rebeca y yo trago en seco. Al público no le gustó eso—, pero no se preocupen. De una forma u otra, el destino le dio un escarmiento y no pudo pasar al siguiente nivel.
—Prometimos no decir su nombre en público por petición del estudiante agredido —explica Karen y frunzo el ceño.
«¿Además de mí, alguien más fue víctima en los Juegos Elements?», miro hacia mis amigos, todos se encogen de hombros y siguen gritando mi nombre hasta quedarse sin garganta. Las ardillas y Meeko tienen en sus patas banderines con mi nombre y las ondean de un lugar a otro.
—Hoy comenzaremos por el colegio Landsports, en Australia —indica Joanna—. A continuación será el colegio Capoeira, luego Elements, le seguirá Black Forest y por último Mary Weathers.
—Mucha suerte, muchachos. Denle bien duro y con ganas —esta vez habla Amelia, o Raquel, como quieran llamarla. Finalmente había venido.
Cuando nuestras miradas coinciden, me guiña un ojo y me enfrasco en Chris. Chocamos puños laterales y luego las palmas. Sonrío feliz cuando nos retiramos hacia nuestro palco en las gradas. Así nos saludábamos cada vez que terminábamos un entrenamiento a las tantas de la noche.
—¿Nerviosa o emocionada? —pregunta Javier cerca de mi oído.
—¿Podemos sumarle a esas dos que estoy aterrada? —comento divertida y él me despeina.
—No, Javi —protesta Brenda en tono lastimero—. ¿Sabes lo difícil que es acomodar el nido de cuervos que tiene Allison por pelo?
—Clark, tienes cerca de cinco horas para arreglarle el cabello. No pelees tanto que te salen arrugas —comenta León divertido y encierra mi cabeza debajo de su brazo mientras me despeina mucho más haciéndome sonreír a carcajadas.
—¡Qué mundo más cruel! Y encima soy amiga de este par de anormales. ¡Quita, quita! —Brenda me saca del abrazo de Javier y deshace mi trenza para hacerla una vez más.
—Hoy estás más contenta de lo usual. ¿Qué pasó? —inquiere Ginger al ver mi alegría mañanera.
—No creo que sea algo relacionado con la curación de Emma, ¿verdad? —plantea Javier y pongo los ojos en blanco cuando las ardillas espetan furiosas:
—¡¿Curaste a Emma?!
No sé si preguntaron o exclamaron. Gracias a Dios que por el ruido del público nadie las escuchó.
—Auch, Brenda. Tienes mi pelo en tu mano. No hales —protesto golpeando la rodilla de mi amiga con los dedos.
—¿Por qué lo hiciste, Allie? Deberías haberla dejado con todo y sus magulladuras por impostora y usurpadora.
—Brenda, me conoces. Además, Chris me pidió el favor. —Ella resopla y sigue en función de mi cabello—. Respondiendo a tu pregunta, no. Mi felicidad no tiene nada que ver con que haya curado a esa hurraca, Javier. Soy simplemente feliz.
—Eres demasiado buena, Allie. Por cierto, Austin me llamó anoche. Dice que ya sabe cuál es el siguiente ingrediente y dónde localizarlo. No sé si me entienden —explica Brenda y abro los ojos al escuchar la excelente pero dolorosa noticia.
—Al fin esta locura acabará —murmura Tony y acaricio su cabeza rojiza peluda.
—Sí, hermano. Esto terminará más pronto de lo que pensamos. —Ginger pasa su pata por los hombros de su hermano y unen sus cabezas. Meeko me mira e inclina su cabeza hacia un lado antes de preguntarme por telepatía:
—¿A dónde van? —Es demasiado inteligente para ser Varázs.
—Un lugar donde no puedes ir, compañero —le contesto con pesar.
Sus ojitos negros me miran fijo y asiente al sentir mi dolor. Extiende sus patas hacia mí, y en contra de las protestas de Brenda, subo al mapache a mi regazo y le abrazo con fuerza.
—Austin dijo que vendría esta noche al colegio para darnos la ubicación de los gigantes.
—Espera. ¿Qué? Creo que entendí mal, Brenda. ¿Dijiste… gigantes?
—Yo quedé tan perpleja como tú, Lilith. Pueden creerme —asegura la asiática y deja mi cabello trenzado a un lado—. Le dije que cuando llegáramos del Coliseo, le llamaríamos y él se trasladaría a Mary Weathers.
—Estudiantes y profesores, al ser el último día, los directores deseamos hacer algo distinto. En las pantallas aparecerán algunos estudiantes seleccionados. Necesitamos que se trasladen al cubículo designado por colegio.
Parpadeo confundida por el extraño cambio de última hora. Que lo diga Karen me asusta mucho más.
«¿Qué tienes en mente, reina Cáliz?», pienso mentalmente mientras busco a Chris con la mirada ya que fue el seleccionado de Mary Weathers. Este asiente hacia mí y desaparece en la oscuridad de las escaleras.
—¿Qué estará pasando? ¿Qué querrán los directores con esos chicos? — pregunto Cameron preocupado por su hermano, pero no alejo mis ojos del lugar donde desapareció la silueta de Christopher.
Han pasado cerca de 10 minutos, los juegos no comienzan y él aún no regresa.
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Editado: 09.02.2023