El Quinto Elemento (elements I)

Capítulo 38 “Envenenada”

Bajamos las escaleras para un nuevo día de clases. Esperemos que la información que Syryna me dio en la noche sea correcta. Tengo que contarle a Austin esto, aunque dudo que me crea.

—Hola, pequeña —dicen a mis espaldas y me giran por la cintura haciendo que choque con un duro pecho.

—Buenos días, entrenador. —Le doy un pequeño beso en la nariz—. ¿Desayunas con nosotros?

—Si me dan espacio… —Sonríe con coquetería, y nuestra aurora de amor fue rota por un carraspeo a nuestro lado.

Brenda y Austin miran a otro lado con una sonrisa en sus labios. Tommy aprieta los labios y Lilith cubre su boca para no soltar la carcajada. Y para rematar, Cameron y Talia nos miran con ojos divertidos.

—Esto… creo que mejor voy con los chicos de mi colegio —comenta Chris apenado. Besa mi mejilla y se retira. Con lentitud me siento en la mesa.

—Como están los tórtolos, ¿eh? —Brenda me empuja con el hombro juguetonamente. Yo le doy un mordisco al pan de cebada y tomo un sorbo al zumo de manzana.

—Anda, pesada —respondo divertida—. Tú y Austin siempre me… —Dejo de hablar por la falta de aire.

Mi garganta comienza a cerrarse y el aire no llega a mis pulmones. Comienzo a abrir la boca lo más que puedo, pero el oxígeno no llega. La comezón en mi garganta es insoportable.

—¿Allie? —Brenda toca mi brazo, asustada, al ver que boqueo como pez fue del agua—. ¿Allie, que te pasa?

—No puedo… No puedo respirar. —Intento hacer lo que puedo pero es imposible.

—¡Ayudaaa! —grita Cameron—. Allison, Allison. —Se levanta de su asiento hasta colocarse a mi lado pero es apartado por Chris.

—¿Qué ocurre? —Chris se agacha hasta mi altura—. Pequeña. —Abro y cierro la boca intentando respirar, pero no puedo. La comezón en mi garganta se convierte en un calor insoportable—. ¡Ameliaaaa!

Tomó mis manos entre la suyas y noto como pequeñas erupciones comienzan a aparecer por todo el dorso de mis manos y mis brazos.

—No hay tiempo. ¡Llévatela! —espeta la asiática, asustada.

Chris me levanta de la banca en sus brazos y sale por la puerta del comedor. El tiempo se me hace eterno y el cuerpo me arde en el interior. Chris atraviesa unas puertas y veo las paredes blancas. Estoy en la enfermería, otra vez.

—¿Qué pasó? —pregunta Amelia preocupada. Casi no puedo escuchar lo que hablan.

—No sabemos. Casi no puede respirar.

—Chris, tienes que salir.

—No pienso irme, Amelia.

—¡He dicho que salgas! —ordena la enfermera, mirándome alarmada.

—Ahora regreso. —Chris sale de la enfermería y cierra la puerta de un tirón.

—Tu eres…

—No hables. Puede empeorar tu situación —explica, colocando sus dedos en mi cuello, intentando sentir la vena aorta—. Tu pulso está bajando. Esto se está extendiendo con rapidez por tu cuerpo. Cierra los ojos porque esto se va a poner feo y dolerá como el infierno. —Asiento y cierro los ojos.

El ardor que siento al cerrar los ojos es horrible y siento como son golpeados desde atrás con un martillo potente, así como el de Thor. Mi garganta comienza a quemar y mis pulmones trabajan al 200%. Mi cabeza quiere reventar y siento como mis huesos comienzan a quebrarse y romperse por dentro.

Intento moverme, pero la enfermera no me deja. En mis muñecas y tobillos aparecen ramas, pero el tacto es frío y no me hacen daño cuando me remuevo con violencia. Solo quiero que termine. Nunca pedí esto. No quiero ser especial. Solo una chica de agua en un colegio de magia. Nada más.

El calor es reemplazado por un frío que me recorre desde los pies y llega hasta la cabeza. Los lugares donde estoy atada ahora se vuelven tibios. Las punzadas frías en mi sien son insoportables y miles de agujas se clavan en mi pecho una y otra vez. Todo al mismo tiempo. Los gritos que salen de mi garganta no son suficientes para aminorar el horror que mi cuerpo está pasando. Después, todo el dolor cesa y mis fuerzas comienzan a menguar. Mi garganta arde por cada grito desgarrador que forcé a salir.

—Descansa, mi niña —dice Amelia con suavidad en mi oído.

Dejo que la oscuridad, la tranquilidad y el silencio se apoderen de mi cuerpo. Ya no puedo luchar más.

Abro los párpados con lentitud. El dolor de cabeza es brutal y tengo la garganta muy seca. El cuerpo me duele por completo, pero al menos puedo respirar con normalidad. «¿Alguna vez les ha dolido la raíz del cabello sin tocarlo? Pues en estos momentos, es lo que siento. Es que me lugares que no sabían que existían», pienso mientras intento mover con dolor y dificultad mis dedos.

—Hola —murmura una voz a mi lado, con alivio.

—Javi —respondo casi en susurros—… agua.

Él se levanta al instante y me acerca un vaso con una pajilla.

—Tómalo con calma. —Con el primer sorbo de agua, siento como el cuerpo lo agradece—. Chris debe llegar en un momento. Hemos tenido que hacer guardia para vigilarte.

—¿Cómo? ¿Qué tiempo llevo así?

—Casi una semana. —Abro los ojos con asombro. Sus ojos verdes me miran con preocupación—. Brenda se pasaba después de clases y Chris se quedaba en las madrugadas. Cameron y yo nos turnábamos en los intermedios libres. Si para mañana no despertabas, aquí se iba a formar bien gorda. Te perdiste el examen de Álgebra Elemental. La profesora Tatiana dijo que podías hacerlo cuando estuvieras lista. —Coloca su mano en mi rostro y acaricia mi mejilla—. Me alegro que hayas despertado. Estábamos muy preocupados.

—Ayúdame a levantarme. —Con lentitud y suavidad, Javier me ayuda a sentarme en el borde de la camilla—. ¿Qué ocurrió?

—Aún no sabemos. Amelia dice que fue una intoxicación.

—Javi, una intoxicación no me deja en una cama durante casi una semana inconsciente.

—Dice que fue una intoxicación, pero no a tu organismo humano, sino a tu elemento como tal.

—¿Eso se puede hacer? —Toso y él me entrega el vaso.

—Al parecer eso es contenido de segundo año. Cada elemento tiene un punto débil o algo que le hace alergias, intoxicación, fiebres. Como si fuéramos personas normales.



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En el texto hay: aventura, amor, magia

Editado: 04.10.2024

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