El raro descubrimiento y otros relatos

El perseguido

  La alarma del reloj hace despertar temprano al padre de familia, inmediatamente se baña, luego viste su cuerpo con ropa formal y ajustada, desayuna cereal de maíz y a la vez lee las historietas cómicas del periódico, termina de comer y se despide dando besos y abrazos a su esposa y a sus dos hijas pequeñas. Fuera del apartamento saluda a la vecina que lleva puesta una camisa con la imagen de Garfield durmiendo en una caja de arena, al ver que el ascensor está lleno y que se le está haciendo tarde para llegar a la oficina, baja con prisa el edificio por una escalera caracol que parece no tener fin, una vez abajo muy mareado sale atravesando la puerta de acceso, afuera mira un gato blanco que maúlla sin parar pues parece estar mendigando.


  Desesperado conduce con lentitud su auto todo por culpa del enorme tráfico, para calmarse escucha su emisora favorita de la radio, la pronosticadora del clima dice que la noche será poco lluviosa, en eso observa una gigantesca valla publicitaria a la cual un grupo de hombres está quitando el antiguo anuncio de perfumes, para colocar una llamativa publicidad en donde se aprecia, docenas de insaciables gatos disfrutando de la nueva comida especial, dicho alimento es: unas galletas en forma de ratones. Llega después a la empresa, su jefe lo llama inmediatamente a su oficina lujosa y adornada con esculturas y otros tipos de arte, cuando el hombre entra preocupado esperando algún tipo regaño, el empresario le muestra con felicidad una nueva pintura colgada en un llamativo marco y le dice:

-Mira esta belleza Eduardo, es de mis favoritas por ser de Franz Marc, se llama dos gatos ¿no te parece impresionante el contraste de los colores complementarios?

-Si lo es señor.


  A la hora de almuerzo Eduardo se dirige de manera acelerada a un restaurante de comida china, pues tiene mucho antojo de probar un exótico chop suey, ya dentro del concurrido sitio llamado el dragón milenario, pide su comida a la joven y bella recepcionista asiática, un mesero que no es chino y que está parado en la recepción, lee con una gran sonrisa un cierto libro, Eduardo de curioso se acerca y le pregunta:

-Oye disculpa, ¿qué estás leyendo?


-Hola, pues es algo de la literatura del francés Émile Zola.


-La verdad no sé quién es, ¿cómo se llama el libro?


- ¡El paraíso de los gatos! es una historia narrada por un rechoncho gato de Angora, que cuenta sus aventuras callejeras; pero antes de eso el felino vivió recluido en una casa extremadamente cómoda, aunque esta felicidad hogareña lo aburrió, un día, después de mirar por la ventana hacia afuera, hacia los tejados donde corren y pelean los gatos callejeros sin dueño, al aire libre y al sol, quedó convencido de que la vida verdadera se encontraba allá en la calle, en esa especie de paraíso, donde todos los demás se mueven con envidiable y hermosa libertad…

  Después de escuchar sin entender mucho la sinopsis del libro, Eduardo come vorazmente sus tallarines con unos delgados palillos observando al mismo tiempo, un mirífico mantel el cual es el mismo sobre todas las mesas del lugar, en él se ve unos juguetones osos pandas blancos y otros rojos que comen alegres, opulentas cantidades de bambú, observa también las pinturas que abarcan casi todo el techo que contienen una exhaustiva colección de numerosos dragones; no obstante todos ellos son diferentes en cuanto a la forma, tamaño y color. Cuando por fin acaba de almorzar se va otra vez al trabajo pero ahora con el corazón lleno de felicidad.


  En la noche antes de terminar la jornada laboral, Eduardo aprieta incansablemente una y otra vez con su mano izquierda una pelota amarilla de goma, todo esto mientras lee bastante concentrado uno por uno los papeles que están acomodados como una inmensa torre sobre el débil escritorio, tarea que llevaba haciendo por más de cinco horas, por eso siente a pesar de usar lentes que sus ojos están como dos brazas de fuego ardiente, en eso recibe la sorpresiva llamada de su hermana, suelta la esfera para contestar el teléfono móvil así:


-Hola Ester, ¿cómo estás?

-Muy bien ¿y tú?

-Estresado, pero es lo normal como todos los días.

-Te entiendo, trata de relajarte por favor, ¿en dónde estás?

-En el trabajo ¿y tú?

-Aquí en casa. Mira te llamo para ponernos de acuerdo con el cumpleaños sorpresa de Miguel, acuérdate que falta poco, hay que decidir el tema de la decoración, y yo tengo ya una fabulosa idea para elegir.


-Gracias por avisarme, lo cierto es que no he tenido tiempo para acordarme del primo, dime ¿qué es ese ronroneo? ¿Quién está contigo?


-¡Ah sí! es mi nueva mascota: Manchitas.


-¿Manchitas?


-Es un gato pequeño pero lindo, es de color blanco con manchas negras y grises.


Eduardo con tono enojado contesta:

-Vaya, que interesante.


-¿Qué pasa?


-Nada


-Tan solo escúchalo


-Oye mejor…


-Miau, miau, arghhh…


-Ester toma el celular y dice: Me tomaré una selfie con él para que lo conozcas, lo amarás muchísimo.




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