El Reflejo

El otro

1° de noviembre del 2021.

ALEX (en algún universo alterno)

<<Mis pies casi se despegaban del suelo, estaba corriendo por horas y horas sintiendo como se me desgarraba el pecho, podía sentir el viento frío sobre mis ojos, podía sentir el dolor consumiendo mi cerebro. Me sentía confundido, me sentía totalmente enfurecido, el pavimento se movía de forma extraña, la gravedad estaba en mi contra, quería despertar, tenía que hacerlo.>>

Al instante me levanté de golpe de la cama, permanecía sentado, la sábana azul que me tapaba estaba empapada; sudaba por doquier y mi boca estaba seca. A mí lado estaba él, con su cuerpo volteado hacia el buró, con esa playera gris estampada de la banda metalera que tanto le gustaba. Se volteó de pronto, me miró asustado mientras su cuerpo entero se colocaba a mi altura, sentí sus manos tocando mis cachetes y luego un abrazo muy fuerte atrapando mi torso. 
— Tuviste un mal sueño, ¿verdad? — dijo con suavidad. 
— Tuve un terrible sueño — respondí agitado. Luchaba por pasar saliva. 
— Recuesta tu cabeza aquí — me susurró indicando a su hombro. 

Me recosté en él, intentando no recordar la pesadilla, me concentré en escuchar su respiración y olfatear su aliento, me sentí reconfortado por un momento.

— Tuve ese sueño otra vez — luchaba por equilibrar la respiración — el de aquella noche en que murió papá. 
— ¿Quieres contarme? 
— No es un buen momento, necesitamos descansar, te lo diré mañana — respondí.
— Volvamos a dormir entonces, gorrión — susurró con ternura.
— Volvamos a dormir, o eso intentemos — respondí al instante. 
Me relajé y traté que mi mente se metiera nuevamente al mundo de los sueños. 
— Descansa. 
— Descansa.

La noche transcurrió, y, por la mañana la luz solar invadía la habitación, entraba a sus anchas por la ventana gigante que tenía enfrente de la cama. Desperté boca arriba con un brazo de Alan sobre el pecho, tenía un poco de su baba sobre mi hombro. Me quedé mirando el techo y, después de cinco minutos decidí levantarme para empezar a ensayar. Moví su brazo muy despacio para no despertarlo, traté de no hacer ruido al salirme de las sábanas, pero, fue casi imposible con esa cama vieja. Una vez de pie me puse una camiseta y unos pantalones cortos color marrón. 
Me dirigí a la puerta de madera, la levanté por completo y bajé por la escalera de caracol hasta la cocina, tomé cinco huevos del refrigerador, tres rebanadas de queso amarillo y un poco de tocino, los puse en la sartén unos minutos para poder hacer un omelette muy rico, serví dos vasos de licuado de plátano con avena y dos más de jugo de naranja recién exprimida. 
Al poco rato, una vez que ya había terminado de cocinar, escuché el rechinido de la puerta levantándose, y, vi esas piernas peludas bajando con pereza hasta llegar a mí; Alan llevaba unos shorts color gris bastante pequeños y estaba sin playera. 
— Mi Alex — susurró mientras me abrazaba por la espalda — no te hubieras molestado. 
— Es un placer para mí el cocinar un desayuno completo — respondí sonriendo. 
Él sonrió también y soltó sus manos de mi abdomen, fue directo a su plato y rebanó un pedazo del omelette para llevarlo a su boca. 
— Debo ir al baño — dijo aún con el bocado sin tragar.
— Adelante, aquí te espero — respondí riendo. 
Empecé a picar cilantro para después sentarme a una esquina de la mesa, tomé mi plato y esperé hasta que el volviera. En un par de minutos escuché el agua del W.C. y enseguida el agua de grifo caer. 
— ¡Será mejor que nadie entre ahí en un buen rato! — exclamó con una risita. 
Solté una carcajada y negué con la cabeza. 
— ¡Anda ven que se enfría! 
Platicamos mientras comíamos y reímos un par de minutos después de acabar, la alegría que sentía al estar a su lado era inexplicable, sentía que cada día era más unido a su presencia. Le conté varios chistes y después practiqué con él una nota un poco aguda que no lograba alcanzar. 
— Lo harás bien, gorrioncillo.
— Yo lo sé, lo haré bien. Sonreí al ver su mirada de ternura. 
— Hora de irnos — dijo Alan. Me soltó un pequeño golpe en el hombro y me besó en la frente. 
Salimos de casa exactamente a las 12:00 PM después de bañarnos y arreglarnos debidamente; me puse una camisa azul cielo y tirantes que combinaban con mis zapatos, Alan se puso una camisa y pantalón cómodo. Caminamos calle arriba para tomar el autobús que nos llevaría al ensayo con la banda; seguramente Zaba ya estaba totalmente de malas por nuestro ligero retraso. <<A las 12:00 en punto>> recordé las palabras. 
El aire se tornaba frío, parecía que se aproximaría una tormenta en unas horas, pues, las nubes del horizonte estaban totalmente llenas de oscuridad. 
El autobús se asomó detrás de la calle empinada y un montón de gente se puso como loca alrededor de nosotros para poder subir cuando llegara; al hacerlo, Alan y yo esperamos a que todos los demás subieran para no ser víctimas de una caída o algo peor. Alan iba detrás de mí; cargaba con él una guitarra acústica en su respectiva funda. Yo llevaba una mochila muy grande negra, dónde, transportaba libretas y algunos otros detalles más.

— Sí que apesta aquí — susurró a mi oído con una risa discreta. 
— No más que el baño después de que lo usaste en la mañana.

Me solté a reír un poco fuerte y me tapé la boca al darme cuenta de que había llamado la atención. 
— Muy chistoso, muy chistoso.

Bajamos en la parada de Puerto paraíso y, después de eso, caminamos hacia la plaza para encontrarnos con Zaba, ella era la chica que tocaba la batería, casualmente le encantaba también tocar el piano. 
En el estacionamiento estaba un tipo haciendo malabares para poder recaudar unas cuantas monedas, a su lado había un grupito de gente aplaudiendo.




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