Volver a tenerla tan cerca ha sido un arma de doble filo. Sentir su piel contra mi piel logró despertar todo lo que me había negado que sentía en estos últimos meses, pero fue su rechazo lo que caló de verdad en mi mente. Aunque sé que solo estaría engañándome, quiero pensar que no la hice sentir así de miserable cuando la eché de mi coche en mitad de una facultad llena de gente.
A quién quiero engañar. Ella se abrió a mí y lo primero que hice fue patearla de fuera de mi vida. Puede que no le pusiera la mano encima —jamás lo haría— como el hijo de puta de su padre, pero el golpe que recibió fue tan real como los que le propinaba ese malnacido.
El lugar está repleto de gente. Observo el vaivén sudoroso de los cuerpos que se tambalean en un intento de baile que busca seguir el ritmo del DJ que debuta hoy en el local. Un joven esmirriado que se esconde tras unas gafas de pasta más grandes que su cara por el que nadie daba un duro, hasta que Jen convenció a Isan de darle una oportunidad. Según ella, sus vídeos sin visitas en Youtube no eran un fiel reflejo del talento que tenía, y tras una breve prueba tuvimos que darle la razón a la morena.
La reunión de esta mañana con Morgan y Stevens no ha sido nada alentadora, lo que me ha dejado un humor de perros que se une a la falta de sueño y al remordimiento de conciencia que sigue taladrándome la cabeza.
No escucho la música, ni los patéticos intentos de la rubia lleva toda la noche buscando la forma de meterse en mi bragueta. Lo único que logra sacarme de este estado semiautomatizado es la voz de Isan.
—Hermano.
Aparto la mirada de la pista de baile para buscar la suya.
—Podemos irnos, André lo tiene todo controlado por aquí.
Elevo una ceja en su dirección sin entender muy bien en qué puto momento comenzó él a decidir si me iba o me quedaba. Lo quiero y es de las pocas personas que respeto y admiro de verdad, pero no estoy de humor ni para soportarme a mí mismo como para tener que lidiar con esto.
La dureza de mi mirada es suficiente como para que Miriam se pare cuando pasa cerca de nosotros con una bandeja repleta de bebidas para uno de los reservados del piso superior en el que estamos. Estiro la mano y vacío el contenido del primer vaso que cojo antes de volver a dejarlo sobre el metal.
—Eres gilipollas —dice nada sutil el rubio de mi lado ahora apoyado sobre la barandilla mientras pierde la mirada en el piso inferior, justo como llevo horas haciendo yo.
—Si vas a venir a decirme cosas que ya sé, puedes irte a tomar por culo ya.
No necesito tener una versión personificada de la voz de mi consciencia insultándome más de lo que ya hago yo mismo.
—¿Me puedes explicar qué cojones te pasa? Llevas días insoportable, y lo entiendo, no tienes que comportarte como un capullo conmigo para esconder la mierda que tienes encima.
—¿¡La mierda que tengo encima!? —Río irónico—. Si fuera mierda lo que me hunde la vida sería más sencilla. Pero no es eso, es su puta ausencia lo que no me deja pensar con claridad.
Ladeo la cabeza a ambos lados sin mirarlo. Lo único que me faltaba es romperme como un niño pequeño que ha perdido a su mamá, porque en el fondo sigo siendo ese patético enano que no pudo hacer suficiente por su familia.
—¿Entonces qué haces aquí? —dice una voz femenina a nuestras espaldas que despierta una sonrisa genuina en los labios de mi amigo.
La que me faltaba.
—No estoy de humor, Jen.
—¿Te crees que me importa si estás o no de humor? —formula la pregunta retórica plantándose frente a mí. Pega la espalda al pecho de su novio que inmediatamente la abraza por la cintura de forma protectora. Es consciente de que ahora mismo somos como dos bombas a punto de explotar—. Conozco a Iris desde que tengo uso de razón y te puedo jurar que sería capaz de morir y matar por ella. Si sigo dirigiéndote la palabra no solo es porque seas como familia para Isan, sino porque, en el fondo, sé que la quieres tanto que te aterra la intensidad de tus sentimientos. No te voy a decir que corras en su busca, ni que le cantes serenatas para recuperarla, pero si te importa lo más mínimo deja de pasear tu culo lastimero por las esquinas del negocio y empieza a hacer algo por recuperarla.
Busco una copa en las inmediaciones sin encontrar ningún trago amargo con el que quemar las palabras que están atravesadas en mi garganta.
—Supongo que en las películas que ves esta es la charla motivadora que invita al protagonista a ir en busca de su amada, pero esto no es una película ni yo soy el protagonista de un drama romántico. Asume que Iris no quiere ni vernos y mucho menos a ti después de que tu pa.. —Me callo en cuanto noto que la lengua se me ha soltado más de la cuenta. No voy a robarle a Venus la oportunidad de confesarle que en realidad Penélope es hermana que las dos. Al menos, le debo eso—. Despierta de una puta vez, Jen. En Netflix las cosas se solucionan con un par de lágrimas y un te quiero, pero en la vida real la gente está demasiado jodida como para aceptar eso como válido.
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Editado: 28.10.2024