Pasar todo el día en la rama de un árbol no es una muy buena idea. Ya no se como acomodarme para poder estar un poco más cómodo y no tan adolorido. También cabe añadir de que tengo mucha hambre. Supongo que esta noche tendré que ir a cazar alguna liebre por ahí para no perder fuerzas, eso en estos momentos no sería muy bueno. No soy un lobo salvaje, pero a fin de cuentas soy un lobo y tengo la esperanza de que podre atrapar alguna cosa.
Roberto y Jorge salen de la cabaña, ambos con un cigarrillo en sus manos, lo prenden y ambos se quedan lo suficientemente cerca de donde yo me encuentro para poder oír bastante bien la conversación, pero también cabe añadir de que debo tener mas cuidado de que me vean.
—¿Las tendremos aquí toda la semana? — la pregunta sale de los labios de Jorge, mientras que prende su cigarrillo.
—Claro que no — responde el otro — en mas o menos cuatro días mas debemos sacarlas de aquí.
—¿En cuatro días? — el chico mira a su compañero, luce confundido — ¿Por qué?
—Las están comenzando a buscar, no nos podemos arriesgar a que lleguen a la manada y por ende lleguen aquí, no es seguro. Las sacaremos del país.
—¿Quiénes las buscan?
—Vaya Jorge — Roberto le da una mirada rápida y fuma un poco — si que eres imbécil. Erin es Alpha de la manada Luna Blanca y Dana es la pareja del beta de la misma manada — se pasa una de sus manos por su cabello, en sus ojos tiene dos grandes bolsas negras, al parecer no soy el único que esta cansado — son dos peones fundamentales en esa manada, por eso mismo ellos harán lo imposible por rescatarlas. Son lobos bastante peligrosos, sobre todos los del padre de Erin. No nos podemos arriesgar de esa manera — Roberto cierra los ojos unos segundos, mis patas comienzan a resbalarse y tenso mi mandíbula, lo que me faltaba — los de la manada de mi hermano también se han unido a la búsqueda, el mismo beta me lo ha dicho — aplana sus labios — ellos han dejado de buscarme a mi y eso no es bueno, hay tres manadas involucradas en el rescate de dos chicas, todas ellas son bastante fuertes. Si es que llegamos a tener un encuentro con ellas, claramente perderíamos. Aunque no nos podemos ir sin ese maldito libro.
—¿Y como se supone que lo vas a conseguir? — Jorge luce molesto — no nos podemos acercar a esa manada ¡mucho menos ahora que se encuentran atentos a cualquier movimiento!
Pensé que ese asunto del libro ya lo tenían olvidado, pero veo que me he equivocado. Aún siguen detrás de los secretos de la manada.
—Uno de los soldados que anda con Raúl, es mi mas fiel sirviente. Él conseguirá ese libro por nosotros, solo tenemos que tener paciencia — los dos lanzan sus cigarros al suelo y los pisan.
—Bien — tras unos segundos en silencio los dos se entran a la cabaña, aprovecho que no hay nadie para acomodarme y soltar un suspiro.
Tengo que irme y decirle a Rhys que hay un soplón en su manada. Aunque hay un problema bastante grande ¿Cómo lo hare? No sé dónde me encuentro y tampoco me puedo alejar mucho de Erin, o si no, moriré. Alguien sale de la cabaña una vez más, es la niña bruja. Ella es mi única salvación.
Necesito tu ayuda… — le hablo por la mente, espero unos segundos para ver si es que ha funcionado.
Dime ¿Qué es lo que necesitas? — se me es imposible mantener mi cola quieta, pues la felicidad me ha llenado el cuerpo.
Necesito ir a la manada de Erin, pero no se como hacerlo. No sé por dónde debo ir, ni mucho menos me puedo alejar de ella — miro a todos lados, al parecer nadie mas tiene intenciones de salir de la casa antes de que nuestra conversación termine, eso me parece perfecto.
Entiendo… bien, solo puedo darte dos días para que estés lejos de ella, ni un día más, ni un día menos ¿has entendido — solo dos días, se que lo lograre — aprovéchalos Atka.
Al terminar nuestra conversación, siento como mi cuerpo se siente mas liberado y eso se siente bien.
Recuerda, solo dos días. Vete por el norte.
Le hago caso y de un salto bajo del árbol, mis piernas se han adormecidos, pero no le tomo demasiada importancia. No puedo perder hora alguna. Comienzo a correr en la dirección que ella me ha dicho, dejando así atrás a mi querida compañera.
Suerte…
Alrededor de tres horas son las que me tardo en llegar mas o menos cerca de la manada. Cuando el olor a esta me llega, me desespero mas y corro un poco mas rápido. Cruzo la frontera a toda velocidad y los guardias que ahí se encontraban, me han quedado viendo asombrado. Ya en el centro de la manada, comienzo a aullar para que los chicos se acerquen. No pasa mucho para que me comiencen a rodear. Vaya, que rápido que son.
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Editado: 08.12.2018