En un día normal en el Reino Umbrío, Morgana, se despierta en su cámara llena de misterio y magia. Su piel pálida resalta en contraste con su cabello plateado que cae en ondas hasta su cintura. Sus ojos morados brillan con una intensidad sobrenatural, reflejando su sabiduría y poder.
Morgana comienza su día realizando rituales oscuros en su santuario, rodeada de sombras que la acompañan constantemente. Con gracia y destreza, canaliza su magia oscura, mezclando ingredientes en su caldero y recitando encantamientos antiguos. Las sombras, siempre atentas a sus movimientos, se agitan a su alrededor, formando figuras etéreas y susurrándole siniestros consejos.
Después de sus rituales, Morgana se adentra en el Bosque Sombrío, un lugar de densos bosques de árboles secos y misteriosos ríos de bruma. A medida que camina por los senderos cubiertos de hojas marchitas, las sombras la siguen en silencio, susurrando secretos y revelando fragmentos de conocimiento ancestral. Morgana se detiene de vez en cuando, observando con atención su entorno, siempre alerta a las señales de cualquier perturbación en la oscuridad.
Sin embargo, en este día en particular, mientras realizaba su última rutina de vigilancia desde su hogar, Morgana, nota una sombra que se extiende lentamente hacia su reino. Se detiene en seco, sus ojos se estrechan en preocupación. Las sombras a su alrededor también parecen inquietas, susurrando en tonos más lóbregos. Morgana levanta la mirada hacia el cielo, donde una oscuridad ominosa se cierne sobre ella.
Morgana (frunciendo el ceño): Algo está perturbando el equilibrio en nuestro reino. Las sombras me advierten de un peligro inminente. Debemos investigar y enfrentarlo.
Las sombras se mueven inquietas, mostrando su apoyo y determinación.
Morgana (con decisión): No permitiremos que esta sombra cubra nuestro reino. Debemos descubrir su origen y detenerla antes de que sea demasiado tarde.
Morgana descendió de su torre con gracia y se adentró en los dominios del Reino Umbrío. El aire estaba impregnado de un aura mística y enigmática, mientras que el suelo estaba cubierto de musgo oscuro que brillaba tenue bajo la luz crepuscular.
Morgana: (con determinación) El mal que se acerca no encontrará un refugio en mi reino. Debo buscar a aquellos que estén dispuestos a luchar a mi lado.
Con su bastón de ébano en mano y su capa de sombras envolviéndola, Morgana se adentró en el Bosque Sombrío. La maleza retorcida y los árboles susurrantes parecían ocultar secretos ancestrales, pero Morgana avanzaba sin temor, convencida de su deber de proteger su reino.
Morgana: (con determinación) Buscaré aliados en todo el reino, aquellos dispuestos a unirse a nuestra causa. Juntos enfrentaremos cualquier mal que amenace nuestro hogar.
Mientras Morgana se adentraba en el enigmático Bosque Sombrío, unas misteriosas voces susurraron en su oído, revelándole la angustiante situación de unos seres de luz que estaban siendo atacados por feroces bestias. Morgana, sintiendo la urgencia y el llamado en su corazón, se dispuso a tomar acción.
Voz susurrante: (voz etérea) Morgana, hija de la dualidad, escucha nuestro llamado. Los seres de luz están en peligro, su resplandor se desvanece ante las garras de las bestias sombrías. ¡Ve y ayúdalos!
Morgana: (con determinación) Comprendo vuestro mensaje, espíritus del Bosque. No permitiré que la oscuridad se imponga sobre la luz. Con mi magia, les brindaré protección y guía. Pero primero, ofreceré una ofrenda en gratitud por vuestra ayuda.
Morgana desplegó su pergamino, lleno de símbolos enigmáticos, y comenzó a recitar un antiguo hechizo en un tono suave pero poderoso. Una energía sombría se desató de sus manos, tejiéndose en el aire como hilos oscuros.
Morgana: (con reverencia) Espíritus del Bosque, aceptad esta ofrenda como muestra de mi gratitud. Que mi magia sea un tributo a vuestra sabiduría ancestral y a vuestro apoyo en esta batalla contra las sombras.
Los susurros del bosque se intensificaron, envolviendo a Morgana en un abrazo místico. Los árboles se agitaron y las sombras parecieron danzar a su alrededor. Sintiendo la conexión fortalecida, Morgana partió con determinación hacia donde los seres de luz necesitaban su ayuda.
El bosque sombrío temblaba bajo la amenaza de los colmillormenta mientras Morgana se adentraba en busca de Erinar y los elfos, quienes se encontraban en peligro inminente. El ulular del viento y los chillidos de las bestias llenaban el aire, anunciando la desesperada batalla que se libraba.
Morgana avanzó con paso decidido, guiada por su instinto y las voces que le susurraban al oído. Finalmente, llegó a un claro donde la batalla estaba en pleno apogeo. Erinar, protegiendo a los elfos, se enfrentaba valientemente a los colmillormenta, criaturas sombrías de ojos incandescentes y garras letales.
En ese momento, Morgana presenció con horror cómo Azgar, el colmillormenta beta, se lanzaba sobre Erinar con su garra oscura en alto, dispuesto a dar el golpe final.