El cielo de Luminaris se oscureció repentinamente mientras las nubes se retorcían y se teñían de un tono sombrío. Los tambores de guerra resonaban en el aire, anunciando la llegada de una catástrofe inminente. Los Gloomfang, surcaban los cielos, emitiendo aterradoras llamaradas que devoraban la luz a su paso. A su lado, las Necroscamas, se deslizaban sigilosamente por el suelo, su veneno letal paralizando a aquellos que osaban enfrentarlas.
El ejército de Luminaris se encontraba en desventaja, intentando luchar con valentía contra las temibles criaturas, pero se veían superados por la fuerza y el poder de los Gloomfang y las Necroscamas.
Soldado de Luminaris: ¡No podemos dejar que esas bestias nos derroten! ¡Mantengan la formación y no retrocedan!
Comandante de Luminaris: ¡Sostengan sus escudos y mantengan la línea defensiva! ¡No permitan que los dragones nos abrumen!
Los Gloomfang se abalanzaron desde el cielo, sus garras afiladas y sus colmillos amenazantes, lanzando llamaradas ardientes sobre los soldados de Luminaris.
Soldado de Luminaris: ¡Por Luminaris, no cederemos ante estas bestias!
Sin embargo, las llamas consumían las barricadas y debilitaban la moral de los soldados.
Comandante de Luminaris: ¡Mantengan la calma! ¡No podemos permitir que el miedo nos paralice!
Mientras tanto, las Necroscamas se arrastraban silenciosamente por el suelo, lanzando ataques sorpresivos y paralizando a los soldados con sus mordeduras venenosas.
Soldado herido: ¡Ayuda! ¡No puedo moverme!
Soldado aliado: ¡Mantén la calma! ¡Voy agh!
La batalla se volvía cada vez más caótica, con los dragones oscuros y las serpientes putrefactas infundiendo el terror en las filas de Luminaris.
Soldado de Luminaris: ¡Estamos siendo superados! ¡Necesitamos un plan!
Comandante de Luminaris: ¡No podemos rendirnos! Busquen puntos débiles en los Gloomfang y ataquen en equipo. ¡Juntos podemos vencerlos!
A pesar de la desesperada situación, los soldados de Luminaris se aferraban a la esperanza y luchaban con todas sus fuerzas. La luz de Luminaris brillaba en sus corazones, recordándoles su deber de proteger a su reino.
Soldado de Luminaris: ¡Por nuestro reino! ¡No dejaremos que las sombras prevalezcan!
Morgana y Erinar se unieron valientemente al ejército de Luminaris en medio de la feroz batalla contra los Gloomfang y las Necroscamas. A pesar de su determinación, pronto se dieron cuenta de que incluso con sus habilidades combinadas, no eran lo suficientemente fuertes para enfrentarse al abrumador ejército enemigo.
Morgana: ¡No podemos dejar que el mal prevalezca! ¡Luchemos juntos hasta el final!
Erinar: Estoy de acuerdo. Debemos hacer todo lo posible para proteger a Luminaris.
Morgana lanzaba rayos oscuros y sombras envenenadas hacia los Gloomfang, mientras Erinar convocaba la energía de la naturaleza para crear barreras protectoas y enviar vientos poderosos contra las Necroscamas.
Morgana: ¡Atrius!
Erinar: ¡Foliage!
Soldado de Luminaris: ¡Necesitamos más refuerzos! ¡No podemos contenerlos por mucho tiempo!
Morgana: ¡No podemos rendirnos ahora! ¡Debemos encontrar una estrategia!
Erinar: La naturaleza nos brinda su apoyo. Debemos aprovecharlo al máximo.
A pesar de sus esfuerzos, los Gloomfang y las Necroscamas continuaban avanzando, desatando su furia contra el ejército de Luminaris.
Soldado de Luminaris: ¡Estamos siendo superados! ¡No podemos luchar contra tantos enemigos!
Morgana: ¡No podemos permitir que se apaguen nuestras esperanzas! ¡Debemos mantenernos firmes!
El ejército de Luminaris había sido diezmado hasta convertirse en un pequeño grupo de tan solo 20 hombres. Morgana y Erinar se mantenían firmes, utilizando su magia y habilidades para protegerse de los poderosos ataques de los Gloomfang y las Necroscamas. Sin embargo, la situación parecía cada vez más desesperada.
Morgana: ¡No podemos mantenernos así por mucho tiempo! ¡Estamos superados en número y poder!
Erinar: ¡Debemos resistir! No podemos permitir que la oscuridad se apodere de nuestro reino.
A medida que los dragones oscuros y las serpientes putrefactas se acercaban, Morgana y Erinar luchaban con todas sus fuerzas para proteger a sus compañeros.
Morgana: ¡ Aerendir Silmarth, protejan a nuestros hombres! ¡No los dejen caer!
Erinar: ¡ Ardor Feralis, ardan y alejen a nuestras amenazas! ¡Mantengan su posición!
Erinar y Morgana se encontraban en medio de la poderosa tormenta de veneno y niebla, viendo cómo sus esperanzas se desvanecían ante la inminente derrota. El aire estaba cargado de desesperación mientras luchaban por mantenerse en pie.
Erinar: ¡Morgana, no sé cuánto más podremos resistir! La oscuridad nos envuelve por completo.
Morgana: Lo sé, Erinar. Parece que todo está perdido. Nuestro final se acerca.
Justo cuando la desesperanza los embargaba por completo, un destello en la distancia llamó su atención. Una silueta emergió entre la niebla y la oscuridad, envuelta en una luz brillante y cegadora. Era un caballero, pero nadie sabía quién era ni de dónde venía.
Erinar: ¿Quién es ese caballero? ¿Acaso es nuestra salvación?
Morgana: No lo sé, pero su presencia irradia un poder abrumador. Quizás haya llegado para luchar a nuestro lado.
El misterioso caballero levantó su espada al cielo y pronunció unas palabras en un antiguo idioma. De repente, un poderoso ser de luz apareció a su lado, portando tres espadas ardientes de fuego. Era una criatura majestuosa, cuyo resplandor iluminaba la oscuridad circundante.
El misterioso caballero: Ár Rún Eldhrimnir
Erinar: ¡Increíble! ¿Qué clase de ser es ese?
Morgana: Parece ser un angel poderoso, capaz de manejar esas espadas con maestría. ¡Nos han enviado una ayuda divina!
El caballero, con gracia y valentía, se lanzó al combate. Sus espadas de fuego cortaban a través de la niebla y el veneno, desafiando a los Gloomfang y las Necroscamas con cada golpe.