El General Shin observaba desde lejos a la Princesa y sus compañeros dirigirse hacia el clan del Viento, había transcurrido tres días desde que el Escuadrón Dragón les hicieron una vista amistosa de entrenamiento, claramente necesitaban indagar sobre su nivel para la verdadera batalla que estaba en la vuelta de la esquina. Sin embargo, tenía un mal presentimiento y estaba relacionado con el General Carl.
Estaba seguro de que intervendría en la batalla después de todo tiene cuentas pendientes con John, debería de tenerlo vigilado también ese sujeto tramaba algo, pero, si estaba seguro de que no era nada que podía afectar al reino al menos no directamente de todos modos era mejor tener un ojo puesto sobre él.
Natalia y su grupo se encontraban lejos entrenando un poco para la pelea. Ella y Sorel practicaban juntos y el resto por su parte.
–¿Y, como vamos a luchar contra ellos? – pregunto Chris de manera relajada mientras aun chocaba espadas con Tarniel y Ángel.
–La pregunta es ¿Tendremos una oportunidad contra él? –intervino Ángel.
–Tendremos que crear una apertura –respondió Natalia con la voz suave –Sorel y yo la crearemos y ustedes lo atacaran con todo.
–¿Por qué ustedes dos? –pregunto algo molesto Chris. Pero no solo él Ángel y Tarniel se encontraban del mismo modo para ellos, prácticamente los que se llevaban la mejor parte eran ellos dos pues lucharían desde el inicio con todo y a ellos solo les dejaban el golpe de gracia.
–Sorel es su antiguo discípulo debe conocer algunos puntos débiles de su ex maestro. En cuanto a mi… es porque mis ataques son más fuertes, además tengo la ventaja geográfica para crear varias aperturas.
Ángel, Chris y Tarniel se encontraban furiosos para ellos ninguno de, los tres eran capaz de crear una apertura.
–Sería más sencillo si utilizáramos la Desintegración Elemental –propuso Tarniel como si nada sus otros dos compañeros asintieron con la cabeza apoyando las palabras de su compañero.
Natalia al escuchar y ver la actitud de sus camaradas apretó su mano en puño la tierra donde se encontraban los tres se levantó atrapando a los tres quienes soltaron un gruñido y miraron con furia a Natalia. Ella camino hasta quedar a dos pasos de ellos –lo diré una vez más –su voz era fría y dura daba a entender lo que haría si la desobedecían –aquel que use esa técnica… a sus integrantes, a todos ellos los matare –su rostro se tornó sombrío.
Los tres asintieron con la cabeza entendiendo las palabras de su líder quien los libero después de que entendieran sus palabras –sigan entrenando y apéguense al plan el día del combate.
El Castillo el Príncipe Zen estaba sentado en su trono mientras tres esferas de sus elementos lo rodeaban girando violentamente. Zen las dividía en más pequeñas esferas moviéndose por toda la sala del trono chocando entre si fusionándose a la vez y de un instante a otro todas las partículas estaban fusionadas en una sola esfera flotando sobre su mano derecha. Abrió los ojos para ver la esfera y de un apretón la deshizo.
Se levantó de su trono saliendo de la sala caminando calibrada mente al encontrarse con algún Soldado le hacían una reverencia. Cruzo el jardín hasta llegar a las mazmorras bajo al fondo donde se encontraba Lydia y se quedó parado fuera de su celda estaba bajo la luz del candelabro sentada en posición de meditación a pesar de estar en esa celda durante mucho tiempo se veía serena.
–Veo que disfrutas tu estancia, en estas cuatro paredes –habla suavemente Zen.
Ella seguía meditando y sin abrir los ojos contesto –conoces mi respuesta. Vete.
–Aun te niegas a decirme el paradero del Templo. Donde se encuentra la Perla, si me lo hubieras dicho desde el inicio ya estarías casada con Sorel y no aquí. Estaría luchando en este momento contra mí… en compañía de mi hermana y de su maestro. En cambio, está luchando para mi cometiendo atrocidades solo por tu bienestar. No te parece que eso te hace una egoísta.
–Sé que él participo en muchas incursiones, pero… te puedo asegurar que nunca mato a ninguna persona.
–Lo sé. Pero el solo hecho de participar en esas masacres ya lo convierten en un ser despreciable destruyo villas, aldeas. Solo por mantenerte a salvo. Y tu podrías evitar todo eso con tan solo decirme donde está la Perla.
–Noto que estas desesperado. Ya se acerca el final.
Zen la quedo mirando con la misma expresión de siempre, serena como si nada le perturbara –Lydia. Ya deberías saber que mi hermana es incapaz de matarme, cuando luchemos tendrá la oportunidad y no lo hará. Su única esperanza seria John, pero… él no es rival para mí, nadie lo es.
–Pronto lo veremos. Pero tu final ya está cerca.
Zen exhalo y se volteó en dirección a la salida –te lo he dicho nadie es rival para mí. Ni siquiera los Reyes de todos los reinos me podrían hacer frente, la esperanza en una sola persona es absurda. Cuando la destruyes todo termina.
–Si ese fuera el caso… no me tendrías aquí para que te diga la ubicación de la Perla. No es a John, ni a los reyes del mundo a quien temes. Es a la Princesa a quien le temes. Te diste cuenta desde que era una niña, ella no era como cualquier otra persona el hecho de que pudiera dominar más elementos.