Capítulo 18

La noche llegó al reino y Violeta se tiró en la cómoda cama de esa habitación que había sido su hogar durante una semana ya. La ceremonia acabó satisfactoriamente y aunque ella no pudo hablar con Alan, si pudo saludarlo desde lejos.

Ray, por otra parte, era todo un caso, desde que se vieron de nuevo no había sido el mismo y siempre estaba serio. «¿Por qué no habla normalmente conmigo?» se cuestionó la princesa, «¿a caso tiene miedo de que el rey Mauro le moche la cabeza?», inevitablemente se imaginó dicho escenario y, en vez de reírse, le dio miedo, porque sabía que esa era una situación que podía suceder de verdad.

Tras un rato de pensar en los eventos que habían pasado recientemente, su mente comenzó a recordar cosas más lejanas en el pasado. Pensó en la historia que Ray le había contado acerca de los inicios del Reino de los Mercenarios y las guerras que se habían librado.

También se cuestionó acerca de su decisión de ser una mercenaria aún cuando había pasado tan poco tiempo desde que huyó de su nación... y comenzó a reflexionar más sobre los momentos antes de su huida.

«Lo recuerdo... en aquella ocasión mi perspectiva sobre el mundo era muy distinta. Recuerdo aquél día en el que estaba creando una esfera de luz con el anciano Nuno, dentro del área de entrenamiento de la nación Nuria, cuando aún la consideraba mi hogar.

»Ese día había avanzado mucho en la creación de la esfera, Nuno me había hablado sobre las demás artes mágicas y pronto íbamos a comenzar a practicarlas.  Todo era más lento comparado a la velocidad en que tuve que aprender todo en las pruebas.

»Nuno me felicitó por haber creado la esfera de luz que abarcaba mis dos manos, y luego del entrenamiento yo fui a dar vueltas en el palacio.

»Me gustaba mucho entrar al jardín interior de mi padre, ahí siempre estaba en paz, la luz que llegaba desde el domo, las plantas y flores que entregaban un olor agradable, y los cuadros de pintura que habían repartidos en las paredes, me hacían querer quedarme ahí durante horas y horas.

»A veces jugaba con mi primo Eldon. Y recuerdo que ese día también me lo encontré ahí.

»Él me veía con esos ojos verdes y ese cabello rubio de una forma seria. Siempre me pregunté por qué su cabello era tan distinto al mío y él siempre me decía que era debido a la familia de su madre, aunque yo nunca la vi. Ahora que tengo una perspectiva más clara, me doy cuenta que él acababa de descubrir los secretos que estaba por revelarme en ese momento.

»Eldon, con su cara seria como nunca la había visto, me dijo que lo siga sin protestar y que guardara silencio. Me agarró de la mano y me arrastró a un área del jardín que mi padre Adriano me había prohibido visitar.

»Yo le había hecho caso a mi padre toda mi vida, era muy inocente y leal. Así que cuando mi primo Eldon comenzó a abrir la puerta secreta que daba al sótano debajo del jardín, yo lo jalé de la mano y le grité para que no bajara, pero él, que me lleva 5 años, me tapó la boca y me llevó a la fuerza hacia abajo.

»Recuerdo muy bien lo asustada que estaba, pensaba que él me iba a hacer daño, pero sus intenciones eran otras.

»En vez de daño, lo que hizo fue abrirme los ojos. Me explicó acerca de la información que mis padres me habían ocultado toda la vida y me mostró distintos pergaminos que habían ahí guardados acerca de la historia de la nación.

»Yo, con mucho miedo, leí acerca del modus operandi que había tomado mi padre para hacerse con el control de toda la región desértica de esas tierras. En los pergaminos se hablaba sobre los pueblos que subyugó, las personas que mató y todos los esclavos que usó para construir ese palacio en el que yo había vivido toda mi vida.

»El hermano de mi padre, Ael, quien también era el padre de Eldon y por lo tanto mi tío, había participado de toda esa violencia que mi padre ejerció y lo ayudó a controlar a los esclavos y administrar a la nación Nuria.

»Todo eso había sucedido antes de que Eldon y yo naciéramos, así que nunca los habíamos visto luchar ni tratar con esclavos, por eso yo siempre había pensado en mi padre como alguien bueno.

»Al leer todos esos documentos yo estaba llorando y no quería saber más, pero Eldon me dijo que tenía el derecho de conocer toda la verdad, y me mostró otro lugar dentro de ese sótano en el que había un conjunto de armas y piedras preciosas.

»Esas piedras eran un mineral que mi nación había encontrado minando entre la meseta y el cañón que había a unos kilómetros cerca del palacio... Y quienes las minaban eran esclavos.

»Yo corrí desconsoladamente al descubrir que aún en el presente mi padre seguía teniendo esclavos, seguía apoderándose de pueblos y, con las piedras preciosas, mi tío Ael había comenzado a crear armas mágicas.

»Era algo inaudito. Toda mi vida mi familia me había ocultado esa información. Me habían engatusado con cuentos de hadas y con mentiras acerca de que sus viajes mensuales en los que me dejaban sola en el palacio siendo custodiada por guardias; eran para hacer reuniones amistosas con países vecinos, cuando en realidad lo que hacían era comandar sus ejércitos para esclavizar más pueblos.

»Odié a mi padre y a mi madre, odié mi nación y odié mi vida. Fui a mi habitación a llorar durante horas, no lo podía creer, no quería creerlo. Pero entonces mi padre tocó la puerta.

»Yo abrí enojada y lo confronté. Le grité todas las verdades que había descubierto mientras las lágrimas saltaban de mis ojos, y me sentí mucho peor al ver su reacción.

»Su cara de sorpresa se transformó en una sonrisa y me dijo: "No tenías que descubrirlo ahora". ¡Que no tenía que descubrirlo! Esas palabras nunca las olvidaré, si mi corazón estaba agrietado en ese momento, él se encargó de romperlo en trocitos con esas palabras.

»Con mucho pesar en mi mente, me enojé, creé una esfera de luz y se la lancé a mi padre. Corrí desesperadamente a mi carroza personal y comencé a montarla. Mi padre, el mismo Adriano a quien había comenzado a odiar, fue quien me enseñó a manejarla... y en ese momento la estaba usando para huir lo más posible de él. Sin saber que iba a parar a un lugar tan diferente, como lo es el Reino de los Mercenarios.