El Reino del Fuego

Decimoséptimo Recuerdo: Humanos

—Aquí tampoco se encuentra. A todo esto… ¿Qué rayos está pasando? Siento que no llego a ningún lado. Percibo desde hace rato la presencia de alguien muy poderoso, pero no tengo idea de dónde proviene dicho poder —dice el chico peliverde desconcertado al darme la espalda.

—Tal vez te refieras a mí —contesto altanera para llamar su atención. Rápidamente él voltea y me ve con sus hermosos ojos dorados, no había notado aquel detalle, lo cual me trajo recuerdos.

Estaba lloviendo, era una noche fría. Yo me encontraba en la escuela secundaria, sentada en una banca debajo de un tejado de aluminio curvo esperando a que una persona conocida y amable pasara para que me llevara bajo su paraguas. Yo estaba aburrida escuchando cómo la lluvia golpeaba el metal del tejado que me cubría, además de ver los enormes charcos que se formaban por el aguacero y las desconocidas caras de otros alumnos junto a sus padres que me pasaban de largo.

Ya había pasado hora y media, y aún nadie se presentaba. Empecé a creer que lo mejor sería correr, con suerte mis pertenencias no se mojarían al ir rápido; pero entonces llegó una chica con grandes botas negras que usaba lentes circulares de armazón muy sencillo; sus ojos eran cafés claros, su piel pálida y traía con ella un paraguas oscuro.

—Disculpa, pero te vi aquí sentada hace rato, y ahora que vuelvo a pasar sigues aquí. ¿Quieres que te dé un «aventón» a tu casa? —Me preguntó la misteriosa chica con voz amable encorvando sus labios hacia arriba y entrecerrando sus grandes ojos. Poco después le sonreí levemente y respondí con mi cabeza afirmativamente.

—Mi nombre es Iris, mucho gusto —dijo alegremente al poco tiempo. Ella me extendió su mano y yo le di la mía para presentarme, sin embargo, no escuché mi nombre—. Ha sido un día muy pesado. Yo tengo poco desde que me he mudado aquí, antes vivía en el sur del país, cerca de una costa. Allá las lluvias son algo muy común por la selva tropical, me impresionó que mi primer mes aquí hubiera precipitaciones —continuó Iris con la conversación. Su voz era cálida y honesta, pude ver que se trataba de una buena persona, además no me superaba por mucho de edad.

—En este estado el clima es impredecible, no te alarmes por una pequeña lluvia. Aunque se inunde demasiado todo, mañana seguro habrá sol —respondí en tono de decepción tras un suspiro, con mi cara bastante relajada y aburrida. Ella sólo me sonrió levemente y comenzó a reír—. ¿Qué es tan gracioso? No me crees, ¿no es así? —Pregunté con algo de alegría y entonces ella respiró un poco para calmar su buen humor que, hasta cierto punto, me frustraba.

—Esta lluvia no se detendrá en varios días. Es una tormenta bastante poderosa. No siempre creas lo que dicen en la televisión —aclaró Iris amablemente. Después de eso llegamos a mi casa, agradecí que me ayudara y entonces me hizo una propuesta—. Mañana pasaré por ti sí la lluvia continua, ¿de acuerdo? —Me sugirió al momento que la despedí, mientras yo caminaba hacia la puerta de mi hogar. Volteé y ella estaba sonriendo en medio de la lluvia, muy confiada de sus palabras. Yo sólo puse cara de incredulidad y asentí.

Al día siguiente desperté como siempre. Primero bajé a desayunar, luego me di una ducha, hice algunos quehaceres de mi hogar, me arreglé para ir a estudiar a la escuela y comí mi almuerzo. Al salir miré el cielo y estaba totalmente despejado, no había una sola nube alrededor; guardé el paraguas que pensaba llevarme y empaqué mis libros. Después de preparar los últimos detalles de mi cabello frente al espejo, salí hacia la secundaria; el sol era increíblemente fuerte y los pronósticos no dieron alerta de lluvia. Esa tal Iris definitivamente se había equivocado.

El día fue común, las clases normales y todos llevaron sus paraguas por si acaso, igual me preguntaron por el mío, pero yo les aseguraba que no habría lluvia. Qué equivocada estaba.

En el receso empezó a nublarse repentinamente, y cuando por fin sonó la campana de salida, llovió a cantaros, casi el doble que el día anterior.

Después de esperar diez minutos en la misma banca, bajo el tejado de aluminio, por fin Iris llegó al portón de la secundaria, donde la vi esperándome tranquilamente con una leve sonrisa.

—¿Nos vamos? —Me preguntó ella con una mirada de presumida. Me paré y caminé hacia ella sin decir nada. Al poco tiempo de andar a su lado, creí que sería el momento de conversar un poco sobre nosotras u otras cosas personales, por lo que inicie la plática.

—¿Cómo supiste que la lluvia regresaría hoy? No había forma de predecir dicho acontecimiento, o ¿sólo lo dijiste al azar y esperaste a que sucediera? —Le pregunté a Iris cautelosamente sin sonar grosera. Ella nuevamente empezó a reír–. ¡Deja de hacer eso, me molesta! —Le exigí ya con un tono más fuerte, pero con voz tenue. Entonces la chica se tranquilizó y se disculpó.

—Lo siento, pero es que me parece muy gracioso que no lo hayas notado o que estés intentando fingir que no sabes qué pasa —respondió Iris con una mirada pícara. Cuando ella vio mi cara desconcertada, inmediatamente su expresión se volvió seria, sonrió levemente una vez más y me explicó alegremente—. Tú y yo no somos muy diferentes. Ambas nacimos con una habilidad especial, puedo sentirlo con sólo verte —aclaró la misteriosa chica. Después de eso no pude evitar sentirme acosada y asustada al mismo tiempo, ella seguía ahí caminando a mi lado sonriendo cómo si fuera la cosa más normal del mundo. Yo estaba ya bastante incomoda.

—Entonces… tú puedes predecir el estado del clima, o ¿acaso tienes el poder de alterarlo? —Pregunté cautelosa e Iris se rio de vuelta, lo que me fastidió levemente. Ella no esperó para responder.

—Ninguna de las dos, pero puedo sentir cómo la fuerza de una bestia sagrada palpita. «Su grito se expande por los cielos y provoca grandes nubes de lluvia que alivian la tierra brindándole vida y refrescamiento. Ésta nutre a las plantas y llena los ríos, aquel que extendió los enormes mares y lagos para darle hogar a aquellos que lo aclaman, hijos de su hermano» —citó Iris de manera segura. Sus palabras fueron recitadas como si fueran sagradas. ¿Una leyenda o mito era acaso lo que me describía? Yo en ese momento no tenía idea alguna, pero parecía algún tipo de cuento popular que desconocí en el momento, por lo cual me sentí patética un instante.



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En el texto hay: fantasia, aventura, magia

Editado: 03.07.2021

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