Era la noche del segundo Ster del Dielach, a diferencia de los meses pasados ahora el aire del ambiente era ligeramente más frio, y el frio aumentaría más y más mientras la órbita de Zemlya más se alejará de su estrella.
Al tratarse de la capital de Theia, aunque sea de noche, uno podría salir a las calles sin tener que preocuparse, los faroles de gas de la vereda se encendían automáticamente cuando el sol se ocultaba y proporcionaban suficiente luz para que los habitantes se sintieran seguros. Además, es la capital, la zona urbana más poblada de todo el reino de Szent y siempre se podría encontrar gente de noche.
A pesar de que estos eran parámetros regulares no son absolutos, y si uno sabia buscar bien podía encontrar calles poco transitadas y con faroles rotos o descompuestos que dejaban el lugar envuelto en oscuridad. En uno de estos lugares únicos, propios de la clandestinidad, fue que se encontraron dos Szenienses; ambos usaban túnicas que cubrían sus rostros, pero todavía podían notarse sus orejas puntiagudas.
Una de las dos personas ya se encontraba oculta en lo profundo del callejón, poco después fue que llegó quien la contactó. La persona misteriosa se paró en la entrada del lugar, donde aún daba la luz, se aseguró de que no hubiera nadie presente alrededor y dijo. –Tercer Trono.
La otra persona oculta contestó. –Ciudad Catedral. –Acto seguido decidió acercarse más a la luz, podía notarse que se trataba de una Nacida de la Luna; esto por la piel morena de la parte inferior de su cabeza que estaba expuesta y unos mechones de cabello azul. Quien acababa de llegar era un Nacido del Sol por su piel blanca.
Los dos permanecieron en silencio unos segundos, analizándose mutuamente hasta que la Nacida de la Luna decidió hablar. –Me tomó por sorpresa tu comunicado, dime porque me llamaste.
–Espero no estar interrumpiendo nada. Pero necesito llegar lo más pronto posible a la Ciudad Catedral.
–¿Pides mi ayuda? ¿Y cómo fue que llegaste aquí en primer lugar? Utiliza ese mismo método para regresar y listo.
–Me tomaría demasiado tiempo regresar a pie, y tengo que darle lo antes posible la información que conseguí a la Navytragwyd.
La Nacida de la Luna se acomodó la capucha solo para asegurarse de ocultar mejor su identidad. –Tuviste que comenzar por eso, está bien te ayudare. –Ella salió hasta la vereda menos iluminada que el resto para empezar a caminar en dirección al Palacio-Catedral.
Ella no se volteó, pero sabía que quien la contactó la seguía por detrás gracias al sonido de sus pasos, él podría ocultar su sonido, así que si no lo hacía era justamente para que ella supiera que la estaba siguiendo. –Si hacer esto te puede causar problemas o dejarte expuesta entonces no es necesario que lo hagas.
–No te preocupes, no lo haría si ese fuera el caso. –A ella no le preocupaba ser totalmente sincera con este tipo de seres–. Pero deberías agradecer que estas de suerte. La Líder de los Paladines insistió en llevar a entrenar a su Resplandeciente Reina, ahora deben estar en un campamento cerca del Bosque de Roble Lunar; el Primer Ministro aprovecha esa ausencia para reunirse con su club secreto, así que no tendremos problemas.
El Nacido del Sol dejó salir un suspiro. –Ya veo –susurró–. Por lo que escuché mientras estuve en el país humano una de sus líderes debe haberse reunido con los de aquí ¿no notaste nada extraño?
–No realmente, bueno, puedo asegurar sin duda que Júpiter es la humana más fuerte que he conocido en todos mis siglos existiendo. Quizás por eso fue que derrotaron al Reino Carmesí.
–Eso y seguramente con la ayuda de los Tesoros de Otro Mundo que deben haber traído consigo los Advenedizos, puedo asegurarte que uno es un Desollamentes que se hace pasar por un niño humano.
–Ja, eso es algo típico de los Advenedizos y sus Enepeces. –Ella se detuvo en seco al final de la vereda y se giró para ver a su acompañante–. Ahora vamos a entrar al pasadizo secreto que lleva a al Palacio-Catedral. Voy a necesitar de tu colaboración para que sea más fácil entrar.
El Nacido del Sol se sacó la capucha, de un segundo a otro su forma física se modificó. Su cabello corto se volvió celeste y le aparecieron un total de 9 ojos en distintos colores en diferentes lugares de su rostro, cinco en la frente, dos en los cachetes y dos debajo de las cejas. –Claro, dime que necesitas.
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El lugar era tan inmenso que a pesar de intentar hacer el mayor silencio posible todavía podían escucharse los pasos y respiraciones de los presentes. Los dos caminaban en medio de una gigantesca sala subterránea llena de enormes libreros repletos, entre los libreros había mesas y sillas para que quienes fueran pudieran sentarse a leer.
La Nacida de la Luna tenía cinco velas flotándole alrededor como si se tratara de planetas siguiendo una órbita y a su costado estaba el Siervo de Dios siguiéndola. –¿No te parece sacrilegio estar usando magia en este lugar? –le preguntó.
–Si supieras todas las perversidades que hacen los nobles y altos mandos de este país no dirías lo mismo. Aun así, no puedo negar que cada uno hace lo que debe hacer.
–Quizás por eso la Navytragwyd todavía adora este país –agregó el Siervo de Dios algo ingenuo.
–Eso y porque les hizo aprobar el juicio de los Aspectos y recibieron los Dones Prodigiosos, además de esas tres magias únicas. Yo también cuidaría con recelo a mi gallina de los huevos de oro. –Y aun asi con tantas benevolencias de aquellos seres superiores nada podría arreglar el desastre en que el Conflicto del Firmamento dejó al planeta.
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Editado: 27.06.2024