Luego de que todo el proceso de resurrección terminó, Physs Cuss se marchó con sus demonios sexuales de regreso al Observatorio, el Rey Soberano de la Ruina también regresó al Noveno Nivel acompañado del Maestro Ibrahim. Auron tenía trabajo que hacer, pero antes de retirarse fue interrumpido por Arian para comentarle algunas cosas, cuando eso acabó cada uno se fue por su camino.
El Monarca del Averno de la Avaricia regresó al Área de la Tesorería, su columna vertebral estaba curvada para adelante y su boca estaba hundida para abajo. En pocas palabras, estaba triste. –No sé porque no lo pensé antes, tendría que haber evitado que ellos murieran, así no gastábamos oro en revivirlos ¡Maldición! –El demonio formó un puño para golpearse la pierna.
La enorme y exagerada cantidad de riquezas y objetos mágicos que protegía y lo rodeaban no eran propiamente de él, simplemente su creador Lord_Capuccino lo hizo para administrarlo y protegerlo. Aun así, Arian se sentía muy conectado a cada una de las monedas, todo lo que se encontraba en la Tesorería era una prueba de todo lo que hicieron sus 18 Reyes Soberanos.
Perder un solo Centurion o un ítem mágico, sin importar su categoría, se sentía como perder un fragmento de la memoria de ellos y eso le fastidiaba a mas no poder <¿Por qué el señor Theithir hizo eso? ¿No quiere preservar la memoria de sus compañeros?> Arian ingresó a la Tesorería, empezó a caminar por el puente que conectaba a la zona del enorme árbol del que llovían pétalos rosas.
–Yo no solo resguardo un Ítem de Clase Mística, también tengo ese otro de clase Legendaria. La “Equidad de Tique”, si le metemos cosas nos puede devolver Centuriones y podríamos trabajar con eso. –De repente el demonio se quedó quieto–. ¿Qué esa idea no se le ocurrió a mi señor? –Negó con la cabeza–. Imposible, debe haber algún motivo más por detrás.
De todas formas, las preocupaciones de Arian se esfumaron cuando dio unos pasos más, se percató de que entre las raíces del árbol dormía su mascota acurrucada. –Cafecito ya regresó de la Herrería. –Emocionado se acercó para verlo.
Su mascota solo tenía puesto un anillo de regeneración, un collar de fortaleza y un Shenti (una falda corta negra y dorada usada por hombres en el antiguo Egipto). Pero había algo más, debajo de su ombligo y entre la cintura tenía una cicatriz reciente del logo del Clan de sus creadores.
–Le quedó muy bien. –Ya que todo lo que tenía era en realidad entregado por sus Reyes Soberanos, todo lo que él consiguiera también pasaría a ser de su pertenencia. Por ese motivo le pidió a Baal-zebub que usara un logo de hierro candente para márcalo como propiedad del Clan.
Cubierto por su cabello negro y rulado sus ojos ocultos detrás se quedaron viendo a su mascota dormida. Arian dejó salir un suspiro para seguido sentarse a su lado y empezar a pasar su mano por el cabello despeinado de Cafecito. –Me pregunto que tendrá en mente el señor Theithir, sería una falta de respeto sugerirle esa idea sabiendo que ya se le debe haber ocurrido antes. Hmmmm en todo caso debería preguntar no si ya se le ocurrió, sino que camino decidió tomar ¡Sí! Eso haré.
Esa pequeña emoción desbordante llevó a que su mascota se despertara, su cuerpo se tensó para estirar los músculos y luego abrío sus parpados para revelar esos ojos con tres iris cada uno y de color marrón. –¿Te desperté Cafecito? Lo siento, deberías seguir durmiendo.
El humanoide se quedó mirándolo por unos segundos, una mirada que transmitía una extraña inocencia, o eso es lo que sentía Arian aunque podía no ser el caso. Lo que si es que un momento después su mascota intentó abrir la boca para decirle algo aunque fue inútil, todavía no se recuperaba de la garganta como para poder hablar.
Al no lograrlo esta llevó a cabo su plan B, se corrió para un costado y de debajo de su cuerpo sacó un papel manchado con tinta, este escribió y se lo entregó al Monarca del Averno. –¿Qué es esto? –Analizó los garabatos por un momento, estaban demasiado prolijos y parecían seguir un patrón especifico como para solo ser dibujos al azar–. Escribiste algo eh.
Un pequeño vórtice negro se abrió y del interior Arian sacó un monóculo. –Por algún motivo que ni siquiera mis Reyes Soberanos comprenden las diferentes culturas de distintas regiones hablan perfectamente el mismo idioma. Pero su escritura es diferente de todas formas, este ítem es el mismo que el Maestro Ibrahim usa para leer los documentos de ese país humano.
Sin más preámbulo él se colocó el monóculo no delante del ojo, sino delante de la barrera de pelo que cubría su ojo derecho y de alguna forma empezó a leer. Lo hizo por unos segundos antes de girarse y ver a su mascota aun acostada a un lado de sus piernas. –Esto es… ¿escribiste todo lo que sabes sobre los Vínculos Hados”?
Su mascota asintió con la cabeza. –Ya veo, entonces es la magia que usan en el Reino Mercante de Perot. Esto es…muy curioso. No entiendo porque cada país parece usar un sistema de magia diferente: Primero los humanos con sus Pergaminos y Artes Marciales, luego los Elfos con su adoración a sus dioses y ahora este país mercante con los lentes y las constelaciones. Tengo que entregarle esto al Maestro Kuon. –Su dueño le frotó otra vez el cabello–. Bien hecho.
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El cielo celeste daba la impresión de absorberlo todo, era como una especie de burbuja donde se encontraba dentro cada cosa que existiera. No importa si mirabas para adelante, atrás, los costados, arriba o abajo; tus ojos se cruzarían con un color celeste que daba la ilusión de extenderse infinitamente, aunque las nubes flotando ayudaban a una mejor percepción del espacio.
Este era el Sexto Nivel del Castillo Ydalir, y esparcidas a lo largo y ancho del nivel había decenas de islas flotantes que variaban en tamaño y altitud. Cada una de estas islas estaban conectadas por un simple puente colgante de madera y cuerdas, en sí, el suelo del nivel era un océano azul y a menos que uno tuviera la capacidad de volar lo más recomendable era no caerse allí, ya que el agua tenía el efecto de Veneno III.
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Editado: 27.06.2024