Veía a Daniel mirar el espejo extrañado, podía notar en su mirada el pánico al ver a una persona diferente reflejada, lo intenté tranquilizar al explicarle todo sobre los mundos y la magia, pero solo logré empeorar la situación, se alejó del espejo por un momento y al regresar vi que en su mano derecha sostenía una especie de arma extraña que tenía apariencia de pistola laser de algunas series futuristas, llevó el arma hasta su sien y supe de inmediato lo que haría, por lo que había visto, sabía que Daniel era un chico que sentía no pertenecer a ese mundo y que solía ver cosas que muchos médicos afirmaban eran locuras, pero no era así, este muchacho era un mago, nacido en los mismos bosques élficos, pero un error en un conjuro lo llevó a ese mundo, donde la magia se había perdido casi por completo.
Tuve que hacer un esfuerzo mágico para poder explicar y demostrar que no estaba loco y al final logré hacerle ver que yo no era un producto de su imaginación, comenzó a hablar conmigo y accedió a cooperar para poder unir los mundos.
De esta forma les comenzaré a narrar los pensamientos y sucesos que llevaron a Daniel a lograr hacer renacer la magia dentro de él.
Daniel salió de la casa de acogida con el ánimo cambiado, ahora sabía que era un mago y que tenía razón al creer que no pertenecía a ese mundo.
Caminó viendo la ciudad donde se encontraba, podía ver los carteles flotantes con anuncios de mercancía tecnológica de todo tipo, los edificios llenos de robots limpiadores y las personas con el suficiente dinero podían flotar gracias a los zapatos anti-gravedad, pero ahora Daniel miraba todo eso como algo sin importancia, no hace mucho había hablado con un ser mágico dentro de un espejo en su habitación, y éste le había dicho que la magia existía, ahora sabía que las pequeñas criaturas que muchas veces él podía ver eran verdad, y se había emocionado al saber que ayudaría a que la magia regresara.
Daniel llegó a un bosque pequeño, que más que bosque, eran cuatro árboles antiguos que aunque la ciudad intentó derribar por algunas extrañas razones nunca pudieron, ahora Daniel sabía que había pasado, esos árboles eran uno de los pocos sitios donde aún quedaba magia y en ellos vivía una pequeña ninfa con aspecto muy joven, Daniel con gran respeto le pidió permiso a la ninfa para entrar en el pequeño parque y pudo ver como la ninfa se sorprendía y alegraba, le indicó con la cabeza que si podía entrar en el jardín de cuatro árboles, Daniel se encaminó hasta uno de ellos, se recostó y comenzó a hablar con la ninfa.
-Sé que es muy repentino, pero ¿Será que recuerdas por qué la magia casi dejó de existir?
La pregunta pareció sorprender a la ninfa quien miró a Daniel con tristeza, sus manos se acercaron a él tocando suavemente su rostro. Daniel miró los ojos de la ninfa y en ellos comenzó a ver imágenes extrañas que poco a poco fueron cobrando vida en la mente de él, la ninfa le mostró un hermoso bosque, lleno de vida, con muchos árboles y flores, en medio se podía ver una pequeña casa al estilo de cuento de hadas, en ella Daniel miraba a un joven trabajando con un cristal extraño, sobre la casa se podía ver como volaba un dragón de color verde, como si esperara que el joven terminara. Pasó un tiempo y Daniel vio como el dragón comenzó a descender alborotando el pasto y a todas las criaturas de la zona, su voz retumbó fuertemente en el bosque.
-Joven mago, te demoras mucho en realizar un trabajo tan simple.
El joven miró por la ventana y con una sonrisa tan amable le indicó al dragón que tenga paciencia, que faltaba poco para terminar con la piedra de cortejo. El dragón se recostó cerca de la casa y luego de unos minutos el mago salió de la casa, su aspecto era ordinario, su cabello no muy largo de color castaño, su piel bronceada y su cuerpo delgado le daban un aire de haber sido un esclavo, sus ojos eran de color dorado y su ropa era muy sencilla como de eras muy antiguas.
El dragón levantó la cabeza y en sus ojos se pudo ver alegría, tomó del morro la piedra que el mago llevaba en las manos, agradeció con un gesto de la cabeza, y voló tan rápido que pronto desapareció en el horizonte. El mago regresaba a la casa cuando se detuvo para ver hacia donde estaba Daniel, soltó una gran sonrisa y comenzó a caminar hacia donde él, cuando llegó a estar muy cerca, Daniel pudo ver que besaba la frente de una hermosa mujer, de cabello blanco, tan blanco que gracias a la luz del sol parecía plateado, su piel era tan blanca que parecía mármol y su rostro, lleno de una belleza inhumana, hacía que Daniel se sintiera intimidado. La mujer tomó las manos del mago y caminaron juntos a la pequeña casa, de pronto, todo se aceleró y ahora Daniel se encontraba en el cielo, veía como el bosque estaba siendo talado por un grupo de personas y maquinarias extrañas, el bosque estaba cada vez más reducido y las máquinas se acercaban poco a poco a la casa del mago, la cual ahora parecía abandonada, junto a la casa se podía ver una lápida y en ella, había algo escrito que Daniel no podía ver. Otra vez todo se comenzó a acelerar y ahora el bosque había desaparecido casi por completo, solo se podían ver los cuatro árboles que Daniel reconocía, junto a ellos estaba la pequeña ninfa que lloraba junto a la lápida, las máquinas no podían moverse y un hombre se acercó a ella, su ropa era lujosa, sobre él llevaba cristales y joyas hermosas, Daniel se sorprendió al notar que aquel hombre era el joven mago.
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Editado: 07.08.2018