El Resplandor De Una Escritora

Bienvenido A Casa

03 De Octubre del 2017
Recuerdo esa fecha porque fue el día en que me mudé con mi familia a la casa cerca del campo de girasoles. No creía los rumores sobre ese hogar... hasta que la conocí a ella.

El cielo azul deslumbra un sol que resplandece sobre la tierra. Voy en un auto en el asiento de atrás, mi papá es quien va manejando, con una mano por la ventana abierta mientras que sostiene con sus dedos un cigarro, y mi mamá admira el camino adelante de ella con sus lentes oscuros y un bonito sombrero color cobre. El camión de la mudanza va atrás de nosotros. Abro la ventana de la parte del auto en donde voy sentado, dejo que el aire pegue contra mi rostro que provoca que mi cabello se eleve y se peine hacía atrás, entra a mis fosas nasales el aroma de campo, y la fresca brisa enfría toda mi piel.

Me quite los audífonos que estaban conectados a mi celular Samsung Galaxy.

-¿Cuánto falta? -pregunto con la vista todavía en las afueras del auto.

- No mucho, querido -responde mi madre con una sonrisa en el rostro que alcanzó a ver por el retrovisor.- Te aseguro que te va a gustar tu nuevo hogar.

-Eso espero -respondo.

Volví a acomodar los audífonos en mis oídos mientras sonaba Aerosmith a través de sus pequeñas bocinas.

Nuevo hogar. Una nueva casa para nosotros no significaba un techo y cuatro paredes, era más, era un nuevo comienzo para los tres, y más para mi mamá. Tal vez por eso mi papá eligió la casa más alejada de la ciudad.

Mis ojos captaron el campo de girasoles que se aparecía ante nosotros. Las bellas flores que apuntan hacía donde se encuentra el sol y despliegan sus pétalos amarillos. En ese momento supe que ya habíamos llegado. Algunas casas se hacen notar a unas distancias considerables de la carretera, no estaba completamente solitario este lugar, incluso había colonias privadas, y mi papá me contó que hace varios años apenas había 10 casas alrededor del campo. Pensaban en construir edificios en esta zona, sin embargo, muchas personas estuvieron en contra por enorme campo que se perdería, no sólo de girasoles, sino también de otros cultivos y flores.

Mi papá bajo la velocidad y se fue metiendo por otros caminos que nos llevarían a nuestra nueva casa. Llegamos a una calle donde hay más casas en hilera, mi papá siguió manejando hasta que llegó al final de la calle, justo donde se encuentra la nueva casa.

-Llegamos -dijo mi papá aparcando el auto cerca de la banqueta.

Subimos las ventanas. Yo aparte los audífonos de mis oídos y los enrede alrededor de mi celular. Jale la pequeña palanca para abrir la puerta del auto, salí al mundo exterior, cerré la puerta atrás de mi, metí en celular en mi bolsillo trasero de mis Jeans, y mire con la boca abierta nuestra nueva casa: se veía algo vieja, deshabitada (y parece que durante mucho tiempo), la pintura de afuera se está cayendo a pedazos, y el jardín de afuera permanece marchitado.

Mamá se coloca a un lado de mi.

-Bonita ¿no? -dice con un tono de burla.- Con un poco de pintura se verá mejor.

-Necesita más que eso -digo levantando una ceja.

- No te preocupes, Lucas - Me dice mamá, la volteo a ver y tiene una sonrisa en el rostro.- Todo va a mejorar. -Ahora ella me voltea a ver.- Ve y ayudale a tu padre, cielo.

Obediente, asiento con la cabeza y me dirijo a donde está mi papá junto con el camión de la mudanza.

Al ver el aspecto de esta casa, me entraron ciertas dudas ¿Por qué mis padres eligieron esta casa? ¿Estaban tan desesperados por un nuevo comienzo? No me quejo, es un techo sobre nuestras cabezas, pero parece que nadie la ha tocado, y su aspecto da mucho de que hablar. Y conociendo a mi mamá, la decoración va a durar prácticamente una semana. Mientras íbamos metiendo las cajas de mudanza a la casa, me percaté de más cosas: Estaba completamente vacía, llena de polvo y telarañas, lo más extraño es que no se había deteriorado por dentro, esta intacta, el único daño fue por fuera, la madera rechina cuando la pisas y las paredes todavía conservan el tapiz. Los hombres de la mudanza nos ayudaron a bajar cada mueble de nuestra antigua casa.

Al estar afuera, observando la casa, y recargado en el camión, noté las miradas que se clavaba en mi, giré mi cabeza a ambos lados y ahí fue cuando vi las miradas ocultas de los vecinos, algunos notaron que los estaba mirado y taparon sus vistas con una cortina en sus ventanas. Aquellas acciones no me parecieron extrañas, tal vez nadie quería saludar a los nuevos vecinos que se mudaron a una casa abandonada.

Dejé de prestarle atención a eso. Decidí mirar mejor la casa, pase mi vista por la puerta, las paredes y después subí la vista a la ventana de arriba derecha; los vidrios rotos. Lentamente pase mis ojos hacía la ventana izquierda, pero esta no tenía los vidrios rotos, la ventana permanecía cerrada, pero alcancé a distinguir algo, una sombra, entrecerre mis ojos y concentre mi vista. Abrí la boca y ahogue un grito, mis ojos se abrieron tan grandes al reconocer esa sombra: era una persona. Cerré los ojos y los estruje usando mis manos, cuando los abrí ya no había nada.

El miedo entró a alma y mi corazón se aceleró. Nadie había subido todavía a arriba, y fue cuestión de segundos para que desapareciera.

Decidido y con la adrenalina acelerada, caminé hacía donde estaba mi papá y le pedí las llaves de todas las puertas de la casa.




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