Habían pasado días de horrible tortura, bajo los efectos de los medicamentos pues él te caliente donde tenía la droga más el agua helada me había provocado un shock al unir 2 temperaturas, está de más decir que las chicas fueron castigadas, y a mí me cambiaron de habitación. No sabía si la nota le había llegado a Riddle, pues había una noticia de que habían dejado 75 muertes tal destrucción. Algo me indicaba que tal vez no.
Tenía mi propia habitación como favorita, al tener mayor conciencia el Rey estaba a mi lado, me levanto para darles mis respetos, pero el me indica que siga acostada.
—¿Cómo te encuentras? — Me dice tocándome el muslo, solo hacer eso me ponía de malas.
—Bien... — Le contesto, mientras tomo asiento cubriéndome con la sabana pues solo estaba en camisón.
—Perfecto, me acompañarás a una cacería — Beso su mano, que tenía un olor desagradable, sabía perfectamente que era ese olor, lo miro y veo los pañuelos en el cesto de basura; solo sonrió asqueada.
—Sus deseos son órdenes — El sale se la habitación, mientras que las mucamas entran me miran asustadas y comienzan a preparar todo —. Quiero ver a la favorita Alexandra.
Pido amablemente, mientras que una va por ella, me dan un baño rápido para comenzar a arreglarme, ni siendo reina tenía tantas cosas como las que estaba teniendo en este momento.
Ella viene al cabo de unos 30 minutos y mi peinado estaba ya hecho, al entrar a la habitación hace una pequeña reverencia, y pido que todas salgan excepto Christie.
—Reina de Lennox, Dios la llene de misericordia y bondad en estos tiempos de guerra, ojalá su pueblo sea el triunfador — Me dice mostrando una reverencia hacía mí, pero no era las típicas que hacíamos en nuestro pueblo, era una reverencia hacia abajo mostrando completo respeto.
—Julieta, mi nombre es Julieta — Le digo mientras la invito a tomar asiento, sirve el té y trato de explicarle.
—Si me permite no deseo saber nada... No quiero ser enemiga de mi esposo... — Le tomo la mano y la miro, pues ella realmente era una víctima —. Deje la carta en su lugar, y un chico vino por ella.
De su vestido saca una carta, para entregármela era de Riddle.
—Gracias por no delatarme — Le digo guardándome la carta.
—Se que tal vez estoy haciendo lo correcto... — Me dice poniéndose de pie —. Cada vez que se quieran enviar cartas pueden hacerlo por mi ventana y si quieren verse hay un jardín escondido solo yo sé dónde está...
—Gracias... — Ella sale de la habitación mientras me terminan de alistarme, me pusieron un vestido de cacería color verde esmeralda, me recordaba a casa, bajamos y en todo el camino sentía su mirada asquerosa sobre mí, no le importaba que su primera esposa estuviera a su lado, quien solo miraba por la ventana, este se cambia a mi lugar.
Miro hacia al frente pues no quería mirarlo, pero siento su mano en mis piernas. Recorre su mano hacia mis muslos, volteo a verlo y me guiña un ojo. Me daba asco que lo hiciera, trato de moverme discretamente para no hacerlo notar. Pero me presiona aún más fuerte contra él, un traqueteo hace que su mano quede en una parte más subida, ahora era demasiado notable mi incomodidad.
—Sonríe cariño — Me dice su esposa, viéndome por primera vez ella me lo decía con un semblante calmado, estaba familia esta podrida hasta la medula.
Este aparente matrimonio solo tenía 2 hijos que estudiaban en la provincia china, pero al ver a los padres, ya me esperaba como serían los hijos, trato de ignorarlo y concentrarme en otras cosas, pero el seguía tocándome y provocando ascos en mí.
—Entre más se resisten más les gusta — El carruaje para y me levanto al mismo tiempo que el rey, este se ríe y su esposa me mira con colera, para tratar de jalarme para ir detrás de ella, pero el rey me pone a su lado, siendo vista por todos que tomaban fotos, bajo la mirada, pues era lo que menos quería.
Christie me pasa un velo para cubrir mi cara, pero nos rodeaban con cámaras, el rey saca su mano para cubrirme con su brazo mientras las damas me ayudan a cubrirme.
—Perdonen, ella es Julieta, un regalo del reino de Ublin — Me voltea y me obliga a arrodillarme mientras las esposas se ríen de mí, quería llorar —. Su cara será un misterio por el momento, perdonen su timidez.
Me pasa una mano por mi cadera para acercarme a él. Su aliento a mentol golpea mi cara.
"Espero que no tengas esa timidez cuando te haga mía" Eso había provocado que callera de rodillas, mientras él se ríe.
Entre las chicas me ayudan a levantarme y llevarme a una tienda, el rey solo podía intimar con una concubina una vez al mes, claro concubina oficial. Nadie hablaba de las prostitutas que contrataban a escondidas.
Me comienzan a dar té para calmar los vómitos, estaba descansado cuando escucho gritos provenientes de afuera, salgo a prisas, los hombres del imperio habían llegado a nuestro lugar, todos comienzan a correr, mientras caballeros de nosotros van hacía su rescate, el rey se había adentrado mientras la reina del norte tomaba té sin moverse un centímetro, levanta la taza hacía mí y me da la sonrisa más escalofriante, ella les había dicho, uno de los caballeros del imperio le pone una espada en su cuello, mientras ella lo mira fijamente y con la calma del mundo sonríe, mientras un sonido a jamón cortado suena, su cabeza rodaba, y estaba en la mira de los caballeros.