El rey que convertira a la prostituta en emperatriz

CAPITULO 39

P.O. V Vanessa

Sentía mi cuerpo pesado, era como si 100 caballos pasaron por encima de mí, trato de levantarme y hay un joven desconocido en una habitación extraña, cierro los ojos, al notar que se acerca a mí, sus pasos hacían mí, lanzo la sabana a su cara para empujarlo y levantarme, caigo de rodillas por la prisa de levantarme rápido, estaba mareada.

—Princesa, tranquila — Dice el hombre rubio, no me sentía bien, por lo que termino cayendo de costado —. Aún tiene las toxinas de la droga en su sistema. Permítame.

Este me levanta para volverme a poner en la cama.

—Llame a su alteza, e informe al palacio que la princesa ya despertó — Si tuviera que compararlo con algo, sería con una hada, pues tenía ese aspecto, rubio, alto con cabello largo, me coloca en la cama con mucha delicadeza —. Princesa, ha estado dormida alrededor de 4 días. Usaron una droga bastante fuerte en usted, más considerando que tuvo una reacción alérgica.

—¿4 días? ¿En donde estoy? — Digo mientras me dan un vaso de agua, y veo a un Riddle sin asearse entrar por la puerta, se acerca a mí, mientras me mira fijamente, detrás de él, su prometida.

—En la habitación del Rey Riddle — Que descaro tenía su familia.

—Vanessa... — Me dice Riddle, su cara se miraba un poco lastimada.

—Princesa, su majestad... Recuerde los honorarios — Le digo trazando una distancia entre nosotros —. Adeline.

La llamo y esta entra a verme feliz.

—Prepara el baño, y pide ayuda para empacar mis cosas por favor — Digo mientras trato de ponerme de pie.

—¿A dónde vas? Aún estas frágil — Me dice Riddle, sentándome en la cama, no podía estar de pie por completo.

—Me largo de aquí, el primer día que llegue me trataron de matar que será si me quedo, ahora si lo harán — Le reprocho, mientras miro su cara más pálida de lo normal, toco su cara y me traigo un polvo blanco, estaba maquillado —. ¿Qué te paso?

—Se ensañaron en los entrenamientos, perdona por no protegerte — Me dice besando mis manos, no había persona en el palacio que no supiera de lo que sentíamos el uno por el otro.

—No eres nadie para protegerme... — Me pongo de pie, para ir a mi habitación a tomar un baño, para mi sorpresa estaba llena de flores de nobles que esperaban mi recuperación, me pongo el vestido más sencillo, que ni parecía una princesa, para ir directo a ver al emperador, que estaba abajo con los nobles, la noticia no se había corrido, pues algunos todavía se sorprendían al verme de pie, entro por la cocina, para tomar una manzana siendo los chef quienes se arrodillan ante mí. Me sorprendía ese trato.

Tomo la espada de uno de los guardias que tenían rotundamente prohíbo moverse, para entrar en el gran salón, mi presencia asombrosa a varios, y como consecuencia la música se detiene siendo el centro de la reunión, no era un banquete, pero si era una reunión con todo el sentido de opulencia, los nobles se hacen a un lado para ver directamente al emperador que se queda pálido.

—Buenas tardes su majestad, bendecida he sido por verlo — Me arrodillo pero no por completo.

—Princesa, estuvimos rezando — Dice con sarcasmo.

—Para que muriera por el veneno que usted puso en él. Lo que me causa intriga es como supo mis alergias — Digo en voz alta haciendo que todos me escuchen —. Quería recuperar el trono de mi familia por la paz, pero veo que no fue una opción.

—¿Está insinuando de envenenarla? — Estaba molesto y se notaba por su forma de hablar, pero me causaba risa.

—No, lo estoy acusando. Trato de matarme, como mato a mi hermana y a mi padre — Provoco el grito de varios nobles.

—Guardias — Dejo visible la espada dejando ver que estoy armada, me sentía un poco mareada, pero me mantengo fuerte, escucho la puerta abrirse y para mi sorpresa no habían guardias, era el Rey de Clord, uniéndose a la fiesta, mientras que pasan los periódicos.

Le sonrió al emperador.

—Usted no es el único que tiene piezas que mover — En primera plana estaba la nota que el dejo para mí, dejando en claro que había sido algo de cuestión política, Riddle corre a ver todo el desastre.

—Guardias, atrápenla — Grita furioso, mientras algunos nobles quedan desconcertados.

—Dios guíe a la emperatriz Vanessa — Grita un noble, se escuchan los aplausos de las presentes.

—Su majestad, le declaro la guerra — Le digo de cara, sin miedo.

El emperador se porta histérico ordenando que quiten todos los periódicos pero salgo pacíficamente por la puerta de enfrente de donde los guaridas corren amontonados para ir al salón, sin notarme, camino descalza a la entrada donde los plebeyos se amontonan para protestar.

—Dios salve a la futura emperatriz — Gritan todos, era ya tarde el reloj apuntaba a las 5, y personas con antorcha apuntaban con quemar todo.

—¡Acabo de declararle la guerra al emperador! Si esto le hizo a una pobre enfermera que más pudo haber hecho — Grito alzando al pueblo —. Es por eso por lo que pido que abran los ojos, levanten sus antorchas para luchar por lo correcto.




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