Tenía la ansiedad a flote, pues era el cuarto día y aun no recibía ni fecha ni hora, el pueblo había mejorado bastante que ahora no ocupaban de mi presencia y con la gracia de dios, en una semana los niños podrían ingresar a la escuela, el Rey se sienta en su trono mientras yo le entrego su pueblo, ahora tendría que concentrarme en una manera que el propio Briedfield diera un golpe de estado.
Por fin me acuesto en mí cama, era tan suave que no tardaría en quedarme dormida por el cansancio, cuando me acomodo entra Marcus dándome la dirección, era en el bosque bastante lejos de Lennox, a fuerzas tendría que ir en carruaje porque galopando tardaría una eternidad, tomo mis cosas y me ausento, no tenía que dar muchas explicaciones, tomo a una criada conmigo y emprendo mi viaje.
Ya era noche cuando lo miro sentado en las escaleras de la cabaña, me había tomado un día entero llegar, para verlo allí, sentado, mientras se recarga, ¿Esta era la cabaña que hablaba su madre?
—Pensé que no vendrías — Me dice dándome un abrazo.
—Nunca dije que no vendría — Le contesto mientras la criada me ayuda a quitarme unas prendas —. ¿Qué ocupabas de mí?
—Mi madre dijo que aquí estaba algo que necesitabas para ser emperatriz — Entramos a la vieja cabaña, donde hay 4 camas, nada más, estaba muy limpia para mi sorpresa, miro las paredes y no veo nada peculiar.
—Ella menciono antes de envenenarme que aquí estaba el diario del emperador donde dejaba en claro todo lo que había hecho — Entramos completamente, mientras comenzamos a buscar movemos camas, cuadros, entro al baño, mientras comienzo a buscar, pero estando allí me llega un recuerdo, era mi madre llorando en una esquina, esa como si yo ya hubiera estado antes aquí.
—Vanessa, creo que encontré algo — Me dice salgo del baño, y lo miro en el piso mirando a través de la loseta, agarro un palo y trato de hacer una palanca para poder zafar la madera y sacar el cuaderno que se encontraba allí —. Con esto podrás hacer un golpe de estado.
Ahora que lo miraba no sabía si en verdad quería ser emperatriz, estaba asustada, pues en realidad era un cuaderno muy grande, todo eso tendré que hacer para ser emperatriz.
—Vanessa mírame — Me dice Riddle sacándome de mis pensamientos —. No serás como mi padre, esto te servirá para ser mejor, este cuaderno, será el mejor ejemplo de las cosas que no debes de hacer.
—Pero ¿Qué ocurre si fallo? ¿Si te fallo? Si me convierto en lo que dijiste — Este besa mis labios, mientras me agarra la cabeza.
—Nunca, pero nunca me fallaras Vanessa, eres la mejor nunca lo olvides — En sus ojos había ese brillo, el escribe algo en un papel —. Serian, ven.
El chico hada entra llevándose el papel.
—Ya sabes qué hacer con esto — Este se inclina y se va. Mientras yo me quedo allí —. Con eso ya podrás iniciar una guerra aún más estable.
Lo abrazo por la espalda, enserio quería hacerlo y no sé qué me pasaba, pero lo necesitaba a él, necesitaba de él esta noche.
Este se voltea para verme la cara y besarme, no era un beso como los últimos, era un beso cálido, dulce, era como nuestro primer beso, algo tan mágico, él no estaba casado, yo estaba divorciada, y poco a poco, el ambiente y los besos fueron más apasionados. Caminamos torpemente de espaldas a la cama, este me acuesta de espaldas sin dejar de besarme.
—Debemos de detenernos, no quiero que hagas algo que te arrepientas — Me dice alejándose de mí.
—¿Te he dado motivos para pensar que quiero que te detengas? — Entierra su cara en mi cuello, mientras que con una mano se encarga de abrir mi cabeza y yo lo único que puedo hacer es agarrar su cabeza, para callarlo lo que sentía, me termino de quitar la camisa mientras él se aleja para quitarse la blusa y bajarse los pantalones, para mí era más difícil pues él estaba sobre mí.
Me baja los pantalones mientras comienza a besarme desde las pantorrillas hasta mi zona intima, yo solo podía gemir, y agarrar la cobija aún más fuerte mientras este no se detenía, verlo desde allá abajo mientras sus ojos marrones me miraban fijamente me hacían sentir sensaciones aún más fuerte, no era como hacerlo con mis clientes, o como Caleb, estaba haciendo el amor con la persona que amaba.
—Me... toca... — Le dijo con la respiración agitada, pero este me besa, mientras al volver hablar me besa.
—Se trata de que tu disfrutes — Este se termina de quitar lo que le cubría —. Date la vuelta.
Al darme la vuelta siento como este roza por mi parte intima, no lo metía solo me dejaba allí con las ganas, con el deseo, volteo la cara y lo miro rojo, le sonrío y este me mira metiéndolo, siento como pega dentro de mí, sus gemidos en mi cuello, su aliento golpeaba mi cuello, mientras agarraba mis caderas para darme, gemía, no tenía miedo de mostrarme sus ruidos de placer mientras con sus manos libres tocaba mi pecho, me no dejaba de acariciarme, intentaba callar mis gemidos, pero cada vez me embestía más duro, me estaba volviendo loca esa tortura mientras sin parar besaba mi espalda, mi cuello, y mordía mi oreja, se quita para ponerme arriba de él.
Nunca me había sentido como me estaba sintiendo así con alguien, estábamos haciendo el amor, miraba su cara mientras ella metía, miraba sus gestos, como articulaba cada expresión para besarme, para jamás dejar de ser cálido, amaba hacerlo con él, quería hacerlo con él, al diablo la corona, quería estar con él.