El romance perfecto

VI

Catorce de julio…

 

Han pasado tres días desde el accidente, y dos desde que el novio de Mar y Erik, vinieron con ella a verme. 

No me importo, en absoluto, lo que dijo. Lo que de verdad me dejó en trance durante toda la tarde fue ese acercamiento que tuvimos, el comentario solo me hizo ser consciente de lo que pasaba. En el momento que nos alejamos, no pude volver a mirarlo, me moría de vergüenza por hacerlo. El comportamiento que tuve me pareció raro. Raro por el simple hecho de que me sentí como siempre imaginé que se sentiría una adolescente cuando el tipo que le gusta se le acerca. 

La diferencia: Yo no era una adolescente (aunque siempre lo había querido ser). Y Erik no me gustaba, de ningún modo.

Pues lo único raro aquí no fue tu comportamiento. Eres tú. ¿Eres consciente de lo contradictorio que suena todo lo que piensas?

A punto de darme la razón a mí misma...suena el timbre.

Me levanto, con un poco de dificultad -ya que me molestan los puntos-, y voy directa a la puerta. La cara que se me queda al ver a quién tengo delante, es de cine.

- Lo siento, por hacerte levantar. Si hubiese sabido que no estaba Mar, me hubiese esperado a venir.- Erik está parado delante de mi puerta, vestido con unos tejanos negros y una camiseta del mismo color. 

- No te preocupes, así estiro las piernas.- me encojo cuando me mira de arriba abajo- ¿Por qué has venido?

El pelinegro me mira con sorpresa, y no sé si es por mi descaro o por las pintas que llevó después de haberme duchado con ayuda de mi hermano. Qué, por cierto, se ha ido hace rato y me ha dejado sola el capullo.

- Veníamos a darte una cosa.- carraspea- Bueno, él, no yo.- se corrige mirando a su lado donde se asoma la cabecita de Tom.

- Hola, peque.- Lo saludo e intento agacharme, pero el dolor no me lo permite. Posiblemente, hoy es el día que más molestia me está causando la dichosa herida.

- Espera.- me corta Erik- Es mejor que te sientes.

- Bien.- me aparto de la puerta para dejarlos pasar y nos dirigimos al comedor.

Me siento y Tom se acerca a mis rodillas. Lo intento coger, pero se me hace imposible. Erik, que se debe dar cuenta, se sienta a mi lado y pone a Tom en sus piernas.

- Te he traído una cosa. Erik me dijo que estabas mal cuando le pregunté por ti, y quería darte esto.- saca una bolsita roja que contiene el típico oso de peluche con un corazón en las manos y me lo tiende.

- Es precioso, cariño.- le doy un beso en la mejilla y se pone rojo- Gracias.- digo mirando a Erik también.

Él no responde, sigue con su cara de siempre.

 

Tom me habla sin cesar de lo bien que le va el verano. En algún momento me desconcentro, siendo consciente de la cercanía de Erik por culpa de su hermano, que se va acercando cada vez más a mí mientras habla. Cuando al pequeño y a mí se nos está acabando la conversación, le ofrezco ver una peli, ya que al parecer mi hermano no va a volver a casa hasta la noche, y yo no quiero quedarme sola, otra vez. 

- Peter Pan, por favor.- suplica Tom.

Lo busco en la plataforma y lo pongo.

Vamos por la mitad de la película cuando noto los ojos de Erik sobre mí, Tom se ha dormido. Me giro hacia él apoyando mi mejilla en las rodillas y paso saliva cuando me recorre la cara con la mirada.

- Lo que pasó el otro día…- empieza.

- No te preocupes, no fue nada.

- No debí decir aquello.- susurra.

- Fue un comentario de mal gusto, pero me dio igual.

- No lo pareció en aquel momento, Ariadna.

¿Y desde cuándo mi nombre me ponía tan nerviosa? ¡Mi nombre!

- Paso totalmente de los comentarios que haga la gente sobre mí o hacia mí.- repito- Me comporté de aquella manera por el repentino contacto. 

En su cara se reflejó la sorpresa que sintió por mi sinceridad.

- ¿Y eso qué significa?

- Nada.- me precipito. - Quiero decir…- mis mejillas se calientan- Me pareció incómodo.

- Incómodo, ¿cómo ahora?- hace una pausa- Porque yo te veo bastante cómoda.

Y es cierto, mi cuerpo está relajado y ladeado hacia su dirección. Me enderezo con rapidez y sin mirarlo le contesto.

- Tom se está perdiendo la película.

- Sí, solo Tom.- responde fijando sus ojos en mi perfil.
 

Dieciocho de julio…

 

Me gustaría decir que soy lo suficientemente madura como para no haber pensado, mil y una veces, en lo que pasó con Erik. Hoy hemos quedado para cenar las chicas, Yago, y por supuesto, el grano en el culo de su amigo. La cena es una despedida para Eva y Raquel (por lo que se ve ahora se llevan muy bien con los dos mejores amigos), que se marchan al pueblo de la segunda hasta finales de verano.

- ¿Van a tardar mucho más?- pregunto, molesta- Me muero de hambre.




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