Quince de septiembre.
Miquel me abrió los ojos esa misma tarde. Horas después, pensando en las palabras de mi amigo, fui consciente de la situación.
Estoy intentando evadir lo que empiezo a sentir por ti. Sé el efecto que puede provocar eso, sé que en un futuro me dificultará reconocer esas propias emociones y saber manejarlas de forma adecuada. Suena egoísta, de hecho, lo es. Es egoísta que intente confundir mis propios sentimientos, llevándome los tuyos por delante.
Tengo presente que esto también me hace ser un cobarde, pero siento miedo, siento miedo al pensar lo que viene después de estos sentimientos que intento reprimir.
No quiero herirme, por mucho que esto funcionase, sería imposible no hacerlo. Si esto va más allá, porque yo me lo permito, en algún momento temeré por perderte, porque te alejes de mí, porque me traiciones… Para mí eso también es dañarme.
Quiero que sepas que si no te trato como te mereces, no es porque tengas tu el problema, se trata de mí.