Despedidas

Podía sentir la lluvia correr por mi cara, una prueba concreta de que ésto era real y no una pesadilla. Había terminado con éste amor… , lo destruí o al menos hice que él creyera eso. Dolía saber que él me amaba como el primer día y yo lo amaba hasta la locura y que ninguno de los dos podría estar juntos de nuevo. Destino cruel... Después de todo, no puedes poseer tanta felicidad sin esperar un costo.

Cada paso dolía, ya que era un paso lejos de él. Mi mejor amigo, mi amor, mi amante, mi esposo, mi compañero, mi todo. ¿Qué iba a hacer sin él?. Ni siquiera estaba en Italia y ya me sentía perdida y sin solución. Como un espejo que rompes en mil pedazos… . Podrías pegarlo pero nunca dará un reflejo como antes. Así me sentía yo. Rota, hecha pedazos y sin remedio.

Había logrado pasar la peor parte de todo ésto sin desmoronarme del todo, sin embargo aún tenía que decirle adiós a la familia que me ha acompañado en todo momento. Alice, mi pequeña y alegre hermana. No puedo creer que nuestra despedida haya sido aquella mirada. Aún así significaba demasiado. Ella acostumbraba a decirme todo así, en cambio yo era más de piel. Si quería decirle cuanto la quería, le daba un abrazo o pasaba una tarde con ella. Es por eso que quedé con la sensación de no haberme despedido del todo de ella. Y Jasper, mi gemelo en terminos prácticos. El que calmaba mis enojos o incluso me hacía enojar más para su propia diversión… . Cómo lo extrañaría.

En el antejardín, Nessie me esperaba como si supiera que el resultado de mi extraña actitud fuera una partida definitiva. Sus ojos chocolate se fundían en la tristeza misma.

Siempre pensé que la vería crecer, convertirse en toda una mujer, e incluso me veía espantándo al chucho cuando ella fuera una belleza mortal. Si el destino quiere, quizás la vuelva a ver, con su vida realizada, sus sueños y metas cumplidos… . Sana y salva, como Aro lo prometió.

-Nessie. - Le extendí los brazos.

Ella corrió a mi lado y nos enredamos en un abrazo cargado de amor. Por ella yo daría hasta mi vida si así fuera necesario. Bueno, casi lo estaba haciendo.

-Rosalie, ¿pasa algo?. - Bella llegó a nuestro encuentro. A su lado, Edward tenía un pesar en la mirada. Había leído la mente de Alice seguramente.

Al soltar a Nessie noté una lágrima en su mejilla la cual borré con mi mano.

-Te amo pequeña. - Le besé la frente a mi sobrina quizás por última vez.

Renesmee levantó su mano y la colocó en mi mejilla, enviándome cientos de imágenes de nuestros mejores momentos juntas.

Para cuando sus pensamientos dejaron mi cabeza, Edward estaba a nuestro lado. Le entregué a Nessie y él se acercó a mi oído.

-Gracias. - Susurró tan bajo que ni siquiera Bella, quien estaba a unos metros podría haber escuchado.

Edward tomó a Renesmee y ella se acurrucó en su hombro, sollozando. Bella al ver eso se acercó rápidamente.

-¿Qué está pasando?. - Su tono era de preocupación.

-Permiso. - Edward tomó marcha a su hogar desapareciendo en el bosque, mientras Bella quedó con el ceño fruncido al no recibir respuesta de él.

-¿Alguien me puede explicar que está pasando?. ¿Rosalie?.

-Me voy Bella.

-¿Cómo que te vas?.

-Eso… , me voy. Quiero buscar una nueva vida. - Continué mi sarta de mentiras.

-Pero Rose… .

-Bella, nada de lo que digas me hará cambiar de opinión. - Tomé las manos de Bella y la miré directamente en sus ojos dorados. - Cuida a Renesmee por mi. Nunca la dejes sola y dale todo, todo, lo que ella merece.

-Lo haré - Ella resopló resignada. - ¿Al menos escribirás?. ¿Sabremos de tí?.

-No lo creo… . -Bella frunció el ceño y la abracé. - Cuidate, hermana. Eso siempre serás… , mi hermana.

-Sabes que es mutuo. - Bella me correspondió el abrazo con fuerza.

Solté nuestro abrazo y me dirigí a la mansión. Subí a mi habitación corriendo antes de que la poca fuerza que me quedaba se hiciera añicos. Tomé una maleta y la coloqué sobre la cama. Mientras hechaba la ropa lo más rápido posible, Esme subía a toda velocidad.

-¿Rose?. - Se paró frente a la maleta - ¿Me puedes decir que está pasando de una vez por todas?.

-Me voy Esme.

-Pero… , ¿dónde?. - Se empezó a desesperar. - ¡No puedes irte!.

-Ya lo estoy haciendo. - Dije fríamente. Era la única forma de que ésto fuera rápido e indoloro.

-¿Rosalie?. - Esme se acercó y colocó sus manos en la maleta, evitando que siguiera colocando ropa.

-Esme, es una desición tomada. Necesito vivir sola. - busqué excusas en mi mente  - Tómalo como el acto de rebeldía que a Edward le dio antes de que yo llegara… .

-Pero es distinto. Edward no tenía suficientes motivos para quedarse. Tu tienes a Emmett, Renesmee… . ¡Nos tienes a todos!.

-¡Me cansé!. - Le dije con toda la frialdad posible. - Quiero conocer otras cosas, no lo sé, otro estilo de vida. Y con ustedes no puedo. Emmett estará bien. Ya hablé con él… .

-Oh no… . ¡Emmett!. - Esme corrió al living a buscarlo pero yo sabía que no se había movido del bosque. Lo conocía demasiado bien.

Terminé mi maleta y miré por última vez el cuarto que había sido en el refugio de nuestro amor, testigo de besos y caricias, de palabras y juramentos de amor eterno. Una promesa que yo había roto, y no porque dejara de amarlo, si no porque las circunstancias lo ameritaban. Acaricié nuestra cama, la misma que nos brindó las noches más hermosas de mi vida. En cada rincón habían recuerdos que dolían al saber que no se volverían a repetir. Toda la habitación gritaba nuestro amor y ejercía una gravedad sobre mi para no dejarme ir, así que apresuré el asunto. Tomé las llaves de mi auto y salí del cuarto.

-Puedes volver cuando quieras Rosalie. - Carlisle se asomó desde su escritorio. - Te quiero hija.

Iba a despedirme también, dando un paso para abrazarlo, pero Esme se interpuso entre nosotros, tomando a Carlisle de los hombros.

-¡No!. ¡No te despidas Carlisle!. - Ella ya había perdido un hijo cuando era humana… . Edward se había ido de la casa dos veces, y ahora era mi turno. Era predecible su reacción y yo me sentía una basura al hacerle pasar por algo así otra vez.