PARTE I
Contemplaba con sumo detalle cada facción, minuciosamente, sin dejar ningún trozo de piel, la recorría con detenimiento, sus ojos verdes, sus labios que se movían al compás de su corazón, el sonido de su voz melodiosa, su cabello recogido en donde algunos mechones largos rozaban su clavícula, -Jacob trago saliva y se relamió los labios, sintiéndolos resecos, su mirada cayo en sus labios y un vago pero persistente pensamiento paso por su mente, sus labios rosados, y no pudo evitar preguntarse si acaso eran tan suaves como se veían, o tan apetecibles, hasta el punto de querer tocarlos, de rozarles, solo un leve roce, solo...besarlos, era lo único que su pobre alma pedía, solo un sorbo de agua en aquel desierto árido en el que se encontraba- dejando así deslizar su mirada por el área del cuello, notando que todo lo que provenía de ella era hermoso, era suave, delicado, tierno. Todo en ella era lo que él necesitaba, lo que él anhelaba.
Los ojos verdes de Addy chocaron con los celestes de él, que a ambos les causo un mismo efecto, una corriente eléctrica, que recorrió toda su espina dorsal, y erizo cada vello de su piel, con sosiego tomo una uva y la contuvo en sus labios por unos instantes, bajo la mirada y luego la volvió a chocar con aquella celeste que veía fascinada aquella simple uva, Adelaine lentamente mordió de ella y sus ojos verdes notaron toda la atención que acaparaba en su acto. Y noto como la mirada pasible de su hermano se transformaba en el proceso a un celeste más oscuro, como sus pupilas se dilataban levemente y un brillo nacía de su iris, no entendía aquella mirada, esa mirada tan diferente que jamás nadie le había dedicado, pero por algún extraño motivo le fascino, porque venía de él. Y en su mente solo se preguntaba, que pasaba en aquella cabecita, que pensaba él, que ocultaba aquel silencio y esas miradas tan profundas que le dedicaba, la atención de Jacob fue robada al acudir al llamado de su padre, quien hablaba exaltado a su primogénito mayor, su único varón, el legado de los Bélanger, como él lo presumía.
Debido a que Jacob tan solo de dieciocho años era el único varón su padre lo consideraba nato de su enseñanza, pues el futuro de los Bélanger era decidido desde el preciso momento en que daban su primer respiro, y sus padres ya lo tenían decidido. Jacob heredaría el negocio familiar, y contraria matrimonio con alguien de la burguesía, eso era un hecho irrefutable, y como un hijo agradecido debía cumplir al pie de la letra hasta las más duras exigencias de su padre, y Jacob lo entendía, pero habían ciertas cosas en las que él no estaba dispuesto a ceder, el nunca difería en nada de lo que opinaba su padre, pues le era indiferente, todo a su entorno le era total y completamente indiferente.
Todo menos Adelaine.
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Buenos, bueno, pues ya llegamos al capitúlo 2.
Me siento ansiosa por seguir compartiendo este trosito de mí, de mí bebé.
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