CAPÍTULO V

Parte V

-¡Prométemelo!- gimió la  pequeña niña de ojos verdes.

Los ojos tan azules del niño se alzaron para observar las pequeñas lagrimas que surcaban de los hermosos ojos de su pequeña hermana de tan sólo ocho años, ella con su nariz irritada y los ojos llorosos lo observaban a él, ahí frente a ella acuclillado, observándola, su mirada bajo a las manos de él que sostenían a una pequeña ave.

-Lo prometo, pero ya no llores, no llores- le suplico observándola con aflicción.

Cualquier cosa toleraba Jacob a sus tan sólo once años, todo, excepto verla llorar, eso era la peor cosa que podía existir para él, el que ella llorara, que simplemente botara sus preciadas lagrimas por cosas insignificantes, porque así era para él, nada era justificación para que su dulce hermana botara lágrimas, nada en este mundo las merecía, las lágrimas de Adelaine no eran dignas de ser derramadas, por nada, ni nadie.

-No, no- sollozaba la niña posando sus pequeñas manos en sus enrojecidas mejillas para lentamente secar sus lágrimas con sus palmas.

El niño se levantó del pasto húmedo y observo a su pequeña hermanita tratando de hacer eso; lo que él le había pedido, lo cumplía, ella no asentía, ella lo hacía. Adelaine se secó sus pequeñas palmas en su vestido y mostró su rostro enrojecido y su naricita irritada y posó sus hermosísimos ojos verdes en el ave herida que sostenía su hermano.

-Es una Curruca Capiroteada- le mencionó él.

Los ojos verdes de ella se posaron rápidamente en la mirada azulada de él, y ella sonrió; él siempre lo sabía todo, y ella no, pero eso no importaba él estaba ahí para ella,  él sabía y eso era suficiente para ella jamás sentirse tonta o excluida.

-Carruca-dijo con su voz suave e infantil.

Él sonrió observando a la pequeña.

-No. Curruca.- le corrigió.

Ella sonrió aún más al ver la sonrisita enternecida que tenía él, con delicadeza levanto su mano y la posó lentamente en la cabecita de aquella pequeña ave que tenía café toda su cabecita, el ave se encogió ante el tacto de ella y ella rió enternecida por aquella pobre ave que su hermano había encontrado luego de haber salido a correr al jardín y regresar con aquella linda ave que tenía rota su alita, Adelaine al ver que ella no podría volar se sintió tan mal que se puso a llorar de la impotencia y tristeza, si no volaba se moriría, aquello era tan triste, pero Jacob al verla así le menciono que se le podía hacer una tablita que detuviera su ala lastimada y que con el tiempo sanaría, que él la haría y ella la cuidaría Adelaine al escucharlo le hizo prometerlo.

-¡Niños!- grito su madre tras ellos que los observaba desde la puerta principal y los llamaba con un ademán.

-Vamos- le apremio él.

Y ella antes de coger su mano y disponerse a caminar le dijo;

-No morirá ¿verdad?-

Jacob al escucharla se giró con la pequeña ave y observo a su hermanita.

-No dejaras que muera ¿Cierto?- le pregunto.

Jacob no dijo nada sólo la observo.

-Ella algún día se ira - respondió con tono apacible.

¿Irse? pensó la pequeña.

-¿Yo también lo haré?- cuestionó confusa.

Jacob aguardo silencio.

-No. Sin mí, no- atajo seguro.

Pues con sólo once años, la seguridad de sus palabras era tan impactante, ¿Acaso él tenía alguna clase de idea de lo que decía? Sí, si la tenía, era tan consiente de aquellas palabras, tanto como lo era Adelaine, pues esas palabras jamás las olvidaría, las mantendría en su memoria por el resto de sus días. Aquella tarde con solo once y ocho aquellos niños habían tocado un tema que era tan importante, pero que ambos ya habían decidido. Ninguno se iba ir sin el otro.

***********************************************

¿Ya notaron los nuevos horarios de publicación?

¿Qué opinan de este capítulo?

¿Cuentenme désde dónde me leen?

Pdtt: este es el final del Capítulo V.