Segunda Parte.
- Sí, tanto le amas. Lo seguirás ¿No es así? - cuestionó entristecida.
Nathalia, hizo una mueca ante el semblante entristecido y el tono afligido de su hermana, Sofí. No sabía ni como explicarlo, decir no, no era lo más sincero. La tomó de las manos, y bajo la luz de las velas, encerradas en aquella habitación silenciosa, la observó en silencio.
Y lentamente negó. Culpable de su juicio nublado y de sus pensamientos corrompidos por el desespero y el desenfreno de sus sentimientos, todo le jugaba en su contra, lo más que podía sentir, era culpa.
Amor. Pensó dolida.
Era de amor puro, de lo que trataba su gran aflicción, su pena mermada en sus pensamientos constantes. Luchar ya no era una opción, la realidad era esa. Ella no podía renegar más de ello, estaba perdida y completamente enamorada de él. De su, Romeo. De su adorado, Donatello.
Y con pesar entendía que para aquel sentimiento no había lugar, no por ella, sí no por él, su padre. Ese hombre que le había dado todo, la vida, un techo, afecto, dedicación, y que sobre todas las cosas, en ella yacía su esperanza.
Defraudarlo sería la peor de las cosas, engañar con su pensamiento a alguien que se lo había dado todo. Eso, sí era lo más cruel y bajo que se le podía hacer a alguien.
Y fue entonces en que la mente y los sentimientos entraron en completo conflicto.
Amar o dañar.
Amar a quien más amas. Dañar a quien te adora.
O amar a quien te adora. Y dañar a quien más amas.
Y Nathalia, sabía mejor que nadie, que en está vida, qué en aquella encrucijada había sólo una decisión.
- ¿Te irás con él? - inqurió la muchacha.
¿Irse? ¿Con él? Aguardó silencio, porque en realidad, la verdad, es que...irse con él era lo qué ella más deseaba en este mundo. Pero, al ver el rostro entristecido de su hermana, supo que, sí se iba, lo haría destrozada, incompleta. Sin Sofí, ella no estaba completa. ¿Pero, sin Donatello? ¿Tanto le amaba?
Suspiró abatida, confundida. Porque, ella no era nada sin su familia.
Y Donatello solo era una pequeña pieza, importante, sí, pero, sólo era...
- No, no digas eso. - se acercó más a ella y la tomó del rostro, logrando mantener contacto visual con ella. - Yo... jamás me iría así. Nunca les dejaría. - aseguró vehemente.
La joven, sonrió ante las palabras de su hermana. Sofí, no dijo más para terminar abalanzándose sobre ella, abrazándola.
Nathalia, sonrió y le correspondió con total dulzura, besó de su cabellera.
No dijo más, pensó en qué ya no había más que decir. Así lo creyó mejor.
Jamás dijo que aquella decisión le había quebrado el corazón. Qué ellos eran todo y sin ella no era nada y que aquel pedacito, ese pequeño pedacito, por más pequeño que fuera, lo era todo.
...Era el pedacito de su corazón entero.
- Ustedes lo son todo para mí.- aseguró.
Todo.