CAPÍTULO VI

Quinta Parte

De ahora en adelante le seguiría una vida completamente diferente a la acostumbrada, eso era claro, difícil de aceptar, sí, pero ahora no quedaba más. Ésa era la situación para Adelaine, asimilar lo sucedido era difícil y complicado de aceptar. Pero lo ideal era acostumbrarse y adaptarse. Un nuevo idioma que aprender un país desconocido y en auges de desarrollo, una cultura, en fin.

Sería un recorrido largo.

Pronto los días se agotaban, y el inicio de una vida lejana a la recordada se desvanecía de entre sus manos. Sentada en el silencio, observando el atardecer desde aquella banca, con el libro de pasta vieja en sus manos, ése qué nunca soltaba y que leía incesante. El sentimiento de melancólica se apropió por completo de ella, ya casi dos semanas iban desde su estadía esporádica por aquel poblado lejano de el frío y remoto, Londres.

Y su mente no dejaba de recordar las melodías, aquéllas esplendorosas notas que Jacob tocaba en tardes tan cálidas y silenciosas como aquella. O el trémulo y la apacible quietud de esa habitación de ventanales amplios que dejaba paso a los rayos de sol, cálidos y reflejados en su piel tierna y pálida.

Oh, su recuerdo. Tan añorada, su alma aclamaba su presencia. La necesitaba.

- Es hermoso ¿no le parece? - interrumpió.

Adelaine, se giró y observó al muchacho que permanecía parado a unos pies de ella. Últimamente aquel joven se la pasaba  acechándole cada que tenía oportunidad y eso ya le estaba empezando a desagradar por completo. Su presencia no era de su agrado, y menos después de lo sucedido en el granero.

Decidió fijar su vista al frente e ignorar su presencia por completo. El pensar tan sólo en qué él fuera hijo de su tía le parecía casi imposible, era inaudito que una persona de su, clase, tuviera lazos con alguien de esa categoría.

Y...que fuera de su propia familia lo hacía peor.

- Váyase, déjeme en paz. - demandó seria.

El joven aguardó en silencio por un largo tiempo en el que no dijo absolutamente nada. Su sorpresa fue tal, le parecía impresionante que esa joven que yacía sentada frente a él, tomara tal actitud. Sí tan sola de verla era como observar un hada, cómo sí no fuera de esa tierra, de esa época.

Ella parecía, un ángel de otro mundo, de otro cielo. Y que ella le dirigiera tales palabras sólo le confundía.

- Está bien, no le incómodo más.- aceptó apacible.

Él joven tras unos segundos se decidió por dejarla tranquila en pleno anochecer. Sola con el viento y el sonido de las hojas chocando unas con otras.

Esa noche fue la última en qué Adelaine, se permitió llorar en silencio y soledad y pensar en él. Pues a la mañana siguiente su tía Elizé, la hermana de su madre. Sería quién le recogería y llevaría al internado.

Ahí dónde permanecería por tiempo indefinido hasta concluir su educación, una educación basta para una jovencita de su edad. Que debería saber sólo y únicamente lo esencial de una dama de su alcurnia y clase. Lo suficiente para reparar en un pretendiente.

Y Adelaine, no era ignorante de su situación, ni presente, ni futura.
Ahora la tristeza la obligaba a someterse a los deseos y órdenes de su familia. Y sabía que su libertad dependía únicamente de un pretendiente. Ya no de Jacob, o de su tía, Nathalia.

Ahora estaba sola, danzando en el aire, como una hoja marchita desprendida de su rama, en busca de un riachuelo que terminará con su pena y tristeza.
O de una estrella tan brillante, de un azul encandecedor.

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Holi, holi. Dijo la desaparecida.

Espero todos se encuentren bien en casita.

Y la verdad es que las disculpas quedan sobre valoradas, pero, bueno ya he regresado. Y Adelaine trae nuevas cosas que contarnos.

Bueno y me he dado cuenta que muchxs se han unido y de ante maano les doy la bienvenida, a su casita virtual, acá es un  lugar donde nos desconectamos de la realidad y nos sumergimos en otra época.

Además le damos la despedida a este último capítulo que termina, para darle comienzo al séptimo capítulo que se viene con grandes e importantes sorpresas y momentos.