Al día siguiente no quería ir a la escuela, no quería levantarme de la cama y le supliqué a mi padre que me permitiera quedarme en cama, pero él no accedió. Nunca podría ceder ante algo así, mucho menos si no tenía una enfermedad real. Casi a rastras, conseguí levantarme, y vestirme, pero peinarme no estaba en mis posibilidades motoras esa mañana. Estaba frente al espejo con mi blusa blanca de botones y un moño al cuello, en conjunto con mi falda color mostaza, y un horrible nido de aves en mi cabeza.
—¿Te ayudo? —preguntó mi madre al verme batallar con el cepillo.
—¡Por favor! —lloriqueé como una niña pequeña.
—Te haré un par de trenzas —dijo y se puso manos a la obra.
Por lo general podía peinarme sola, hacerme cualquier tipo de trenza de moda, pero que me peinara mi madre era todo un placer. Cepilló mi cabello con esmero y luego trazó una perfecta línea que dividía mi cabeza y comenzó a trenzar mi largo cabello rojo con ternura. Al final depositó un beso sobre mi cabeza.
—Pareces un personaje de algún cuento —comentó.
—¿Qué cuento podría ser, madre?
—Hansel y Gretel… podrías ser Gretel. Sí, ese sería tu cuento mi pequeña pelirroja.
Le regalé la mejor de mis sonrisas y me despedí con un par de besos en cada una de sus mejillas. Un poco más efusiva que siempre, pero la última vez que lo hacía siendo feliz de verdad. Mi madre decía que era como un personaje de algún cuento, pero no tenía ni idea que ese cuento sería un cuento de terror.
Llegué tarde y no fui a estudiar con los chicos. Permanecí esas cruciales horas encerrada en la biblioteca sin ponerle mucha atención a las letras danzarinas de un libro de filosofía. Sospechaba que ellos no irían a buscarme a ese lugar, de hecho, lo odiaban. Te vi ordenando los libros de ciencia ficción y por supuesto que recordé nuestro libro. Me pregunté si era demasiado tarde para volver a jugar ese juego y si tal vez, con esa peculiar forma de comunicación que tu y yo teníamos, podía revelarte a ti, la razón de mis últimas noches en vela. No lo pensé mucho y busqué mi libreta para comenzar a redactar el mensaje. Debía ser breve y conciso.
“Peter Webster murió por sobredosis, eso todos lo saben. Lo que no saben es que son los genios, Luke, Blair y Chase los que fabrican y venden las anfetaminas. Incluso tienen un laboratorio para su fabricación en…”
—¿Te diviertes, pelirroja? —anunció la inconfundible voz de Luke Simmons—. Vaya, una perfecta nota incriminatoria para tus amigos, ¿no crees?
Levanté la mirada mientras las piernas me temblaban. El miedo se había anclado en mi pecho. Sus hermosos y grandes ojos se cruzaron con los míos. Todo mi mundo se vino abajo cuando él me arrebató la libreta. Si algo sabía era que ser amiga de Luke era mucho mejor que estar en su contra.
—No es lo que parece —chillé, porque fue lo único que mis labios fueron capaces de pronunciar—. Solo es mi diario
—Pues debes tener cuidado con lo que escribes —expone al arrancar al menos tres páginas de mi libreta y hacerlas bolita—. No sabes quién podría leer tus estúpidas notas.
—Te juro que tendré más cuidado —repliqué intentando parecer tan calmada como él lo estaba. Luke nunca tenía miedo, nunca parecía alterado. Sabía guardar muy bien sus emociones incluso para cualquiera de nosotros.
—Te estuvimos esperando en la sala de juntas, incluso el profe Will estaba dispuesto a ayudarnos a estudiar. ¿Si sabes que tienes que estudiar todos los temas de filosofía e historia? No podemos ganar el primer lugar sin ti.
No soporté más su ausencia de sensibilidad. ¿Cómo pretendía que continuara con ellos como si nada? No solo eran los responsables de que toda la escuela estuviera inmersa en el consumo de drogas, no solo Peter Webster estaba muerto por su culpa, también me había amenazado como si jamás hubiésemos sido amigos. Luke no sentía nada por nadie, o si lo sentía, lo guardaba en el fondo de su maldito y podrido corazón.
—¡Vete a la mierda, Luke! —exclamé y me levanté de inmediato de esa biblioteca.
Los pocos que estaban ahí, incluyéndote a ti, nos vieron y Luke solo lanzó una risita, una nefasta e inexpresiva risita, para luego caminar con su peculiar paso lento y desganado, tras de mí. Los otros chicos lo esperaban en la puerta y al verme salir, Chase a mi izquierda y Blair a mi derecha me sujetaron de los brazos.
—¡Suéltenme, malditos fenómenos! —vociferé, pero no lo hicieron y pronto Luke les susurró que tenían que sacarme de ahí.
—Vámonos, Nicole. Tenemos que estudiar —anunció Luke y con eso, como si fuera de lo más normal que se llevaran a una chica en contra de su voluntad… a estudiar, todos volvieron a sus respectivas lecturas o cosas importantes.
Nadie más intentó ayudarme, nadie más nos siguió, solo tú. Si tan solo te hubieses quedado haciendo tus cosas como todo el mundo… si tan solo no hubieras ido tras de mí…
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muerte de un personaje, secretos y rebelaciones, suspenso y drama
Editado: 08.10.2018