El secreto Bungalú

Capítulo 28

—Las galletas eran mi merienda y es lo único que calma a esa cosa -dice Rafael molesto.
—Me hubieras dicho que las guardabas para un monstruo que quiere comernos y no las hubiera agarrado.
—Eran mías, tu no debiste agárralas. Sí no le doy galletas él tiene el derecho de comernos.
—¿Qué clase de trato es ese? -pregunta Antonieta.
—Es el trato que se hace con los monstruos territoriales, si le das algo que quiere te protegerá, pero si no te comerá -responde Rafael.
—¿Entonces nos comerá? -pregunta ella aterrada.
—Supongo que si.
—Sin galletas ya no hay trato -dice el monstruo territorial.
—No seas tan estricto, sólo son niños -aparece Alice.
—Sabes cómo son los tratos Verbinder. Se tiene que cumplir como se estipuló.
  Verbinder lo mira a los ojos —Aquí están tus galletas, mi pago y el de los niños.
—Excelente, ya todo está pagado.
—¿Cómo es que llegaron hasta aquí? 
—No lo sabemos -dice Roberto llorando del miedo.
—Qué extraño -dice Alice- Síganme, este sitio es muy peligroso para que anden niños rondando sin un adulto supervisor.
—Pero ¿dónde estamos?  -pregunta Antonieta.
—En un lugar donde no deberían estar, por supuesto.
—¿Pero en dónde?
—Las preguntas están demás. Tienen que regresar pronto. Rápido, rápido.
 Los tres hermanos regresaron a su casa.
  Alice los regresó a la casa.
—Ese debe ser un mundo mágico. Entonces Rafael tenías razón -dice Antonieta con sorpresa.
—¿La señorita Verbinder si es una Bungalú? Increíble -comenta Roberto todavía sin poder creerlo.
—Fui el que lo descubrió -responde Rafael.
—Sí, y no te creímos. Tenías tanta razón.
—Tenemos que decírselo a los demás -dice Antonieta.
—No -contesta Rafael molesto.
—¿Por qué no?
—Tú eras el que se lo andabas diciendo a todo el mundo -dice Roberto.
—Pero ahora no quiero que nadie lo sepa.
—¿Por qué?
—No puedo decírselo, es un secreto -contesta Rafael.
 Rafael se va.
—La señorita Verbinder debió haberle lavado el cerebro ¿y si ella es mala y nos controló a todos? -dice Antonieta.
—Debe ser eso. Rafael se está comportando muy extraño -contesta Roberto.
—¿Cómo lo ayudamos?
—Los defensores de Anti-magia. Ellos se deben encargar.
—Sí, hay que llamarlos.
 Agarraron el periódico para buscar el número telefónico y marcaron a la línea telefónica de Anti-magia. Después de dar la información el servicio dijo que llegarían en quince minutos.
—No te preocupes Rafael, te vamos a ayudar -le dice Roberto a Rafael.
—¿A ayudar con qué?
—Con la señorita Verbinder, sabemos que ella te ha lavado el cerebro -contesta Antonieta.
—Yo no necesito ayuda. Yo me lavo la cabeza yo solito. Hasta me echo champú sin que caiga en los ojos -dice Rafael.
—No hablamos de eso ¿cómo te lo explico?
—Ella te está controlando la mente -responde Roberto.
—Claro que no.
—Dices eso porque ella te obliga.
—No.
—Llamamos a gente que te ayudará -dice Antonieta.
—¿Le dijeron a alguien? Dije que era un secreto -dice Rafael.
—Los Bungalús te controlan la mente.
— Los Bungalús no son malos, los malos son los defensores de Anti-magia.
—Eso lo dices porque te controla una Bungalú -contesta Roberto.
—¿Por qué nunca me creen?
—Porque son niños incrédulos -dice Alice.
—Señorita Verbinder, yo no he dicho nada. No he roto mi palabra de hombre -le dice Rafael.
—Lo sé querido Rafael. Fueron tus hermanos que no pudieron mantener la boca callada.
—Tú eres malvada, eres una Bungalú -responde Antonieta.
—Y controlas nuestras mentes -contesta Roberto.
—Los Bungalús no controlamos las mentes, tenemos el poder de convencimiento que es distinto -dice Alice.
—¿Poder de qué?
—Podemos convencer de algo a alguien que está dudando, pero si la persona está muy segura en querer negarse no se puede.
—No entiendo -dice Antonieta.
—Un ejemplo, convencí a su padre de contratarme como niñera, él estaba dudando si hacerlo o no, porque tenía la duda de que si era conveniente dejar a sus 3 hijos solos en casa mucho tiempo. Pero si él hubiera estado seguro de no querer una niñera yo no había podido convencerlo. El poder de los Bungalús no es absoluto como los demás creen.
—Los Bungalús viene de una importante y mágica especie de humanos -dice Rafael.
—Así es querido Rafael. Como has aprendido, estoy muy orgullosa de ti. Mi lema es nunca dudar y siempre estar seguro
—¿Entonces tú eres la buena? -pregunta Roberto.
—Los Bungalús nunca hemos hecho algo para considerarnos seres malos -responde Alice.
—Los de Anti-magia llegarán pronto -se preocupa Antonieta- Lo siento señorita Verbinder.
—Tengo que regresar a Uberdruss, me despido de todos. Sean unos niños buenos y educados.
—Yo quiero ir -dice Rafael.
—Esta vez no puedes, ya no podré regresar aquí. Ya los defensores de Anti-magia están al tanto y me buscaran -contesta Alice con tristeza.
—Todo por su culpa.
—No debes culpar a nadie, ellos pensaron que hacían lo correcto y que era lo mejor. Adiós a todos, espero que recuerden todo los que le enseñé y acuérdense bien los Bungalús son un secreto.
—Yo quiero que sigas siendo nuestra niñera -dice Roberto arrepentido.
—A mí eso me haría muy feliz, pero ya no es posible nunca más -se despide Alice- Y se me olvidó decirles. Averigüe que su madre era una maga que vivía antes en Uberdruss. Adiós otra vez a todos, ahora para siempre.
 Alice utiliza su transportador mágico fijo y desaparece frente a ellos tres.
 Quedaron sorprendidos por lo último que dijo Alice. Su madre era una maga. Ahora Rafael entendía la razón por la que pudo descubrir que la señorita Verbinder era una Bungalú.



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Editado: 18.12.2021

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