-¿Tenemos visitas?- preguntó una voz masculina y extrañamente conocida detrás de mí. La había escuchado en algún lugar, ese mismo día... me giré sobre mi asiento.
-Él es Jhamsa, mi sobrino.-comentó el anciano del cual tampoco sabía el nombre aún.
Y cuando vi su rostro quedé atónita. Era él, el joven de cabello rojo que había visto en el colectivo, o en el sueño, pero esta vez parecía real. ¿Estaría soñando nuevamente?
-Buen provecho.- asintió con la cabeza en forma de saludo mientras se sentaba a la mesa. Pero parecía no reconocerme y yo no sabía cómo actuar frente a la situación.¿Qué harías tú si te cruzas en la vida real a un desconocido que viste en sueños? O peor aún... ¿Qué harías tú si creyeras estar en la vida real, pero no lo estás? Y en ese momento me asustaron mis propios pensamientos absurdos.
-Hola, ¿cómo te llamas?- pregunté tartamudeando un poco.
Él sonrió y miró a su tío.
-Jhamsa, acaba de decirlo.
Estaba tan distraída en mis pensamientos que no lo había escuchado.
-Oh, disculpa. Es un placer, soy Ana.- sonreí nerviosa tratando de reparar mi torpeza.
-Sí, lo sé.- contestó naturalmente, como si fuera una obviedad, y yo sentí que mi rostro se había enrojecido de verguenza y confusión.
Lo observé confusa, sin saber qué decir ni qué hacer. No podía haber estado en mi sueño... si se lo preguntaba quedaría como una loca, pero al mismo tiempo sentía que él sabía algo que yo no sabía que él sabía... y que me estaba tomando el pelo.
Ese entrevero de ideas en mi cerebro expresaban mis facciones mudas y estupefactas por fuera.
-Coman, se va a enfriar.-ordenó el señor, interrumpiendo la escena y multiplicando el misterio.