El secreto de Ana Walker

Volver a casa

-Yo iré a mi casa, te guste o no.-dije desafiante. Me levanté del asiento de golpe, decidida a bajarme del colectivo, resignada a aceptar toda aquella locura del registro y la pérdida de memoria. Aunque lo que había sucedido siguiera haciendo eco dentro de mi cabeza, aunque en el fondo estuviera completamente aterrada y desconcertada, la única forma en la que pude reaccionar para alejarme de todo fue esta.

Caminé a paso firme y apurado hacia la puerta delantera. Jhamsa vino detrás de mí y colocó su mano sobre mi hombro.

-Espera, ven conmigo.

-No. ¡La próxima por favor! 

El conductor frenó y tan pronto como comenzó a abrirse la puerta bajé a paso apurado con la intención  de huir del muchacho, volver a mi casa, darme un buen baño y acostarme en mi cama a dormir doce horas... aunque no recordaba exactamente cómo eran mi baño y mi cama,l me costaba imaginarlo, pero ignoré eso por completo. Trataba de mentalizarme y hacerme creer a mi misma que sí sabía dónde era mi casa, que sí sabía cómo era, que sí recordaba... como cualquier persona normal. 

-¿A dónde vas? No sabes ni dónde queda.-afirmó irónico siguiendo mi paso. Podría jurar que hasta soltó una diminuta e impersceptible risita que me carcomió de rabia y bronca por dentro, si es que no había sido producto de mi torpe imaginación. 

-VOY A MI CASA.-le grité furiosa sin darme la vuelta y apurando aún más el paso. Me molestaba terriblemente su actitud relajada, me incomodaba que supiera más él de mí que yo sobre mí misma y sobre él, para colmo, no sabía ni quién era en verdad. Me sentía amenazada por todos, hasta por la vida. 

-Disculpe señora, ¿sabe dónde es la casa de los Walker?-pregunté, rogando que no me reconociera.

La señora me miró y enseguida frunció el ceño, extrañada, muda...

-Señora, ¿se encuentra bien?-volví a preguntar, puesto que no se movía. Su rostro duro y pálido parecía un terrorífico retrato. 

-¿Ana?-preguntó cuidadosamente y con cautela, como si hubiera visto un fantasma. 

Yo me llevé las manos al cabello desbordada de impaciencia y mal humor. 

-Sí soy Ana, ¿cuál es el problema? ¿Quién ha muerto que me mira de ese modo?

...


-Tú... -susurró desconcertada, aún inmóvil, como si...

-¿Qué? Ay dios mío lo que me faltaba. -continué mi camino con el doble de rabia en el cuerpo sin poder creerlo. ¿Qué broma era esa? ¿A qué estaban jugando? No lo sé, pero no era para nada gracioso. Más bien era inquietante, fastidioso e insoportable. 

Jhamsa seguía caminando detrás de mí sin decir una palabra, hasta que doblamos la esquina y rompió el silencio.

-Te dije que no era buena idea, no tienes nada que hacer aquí.

Mi casa. La reconocí, la recordé apenas se cruzó en mi camino. Pero estaba distinta, como si hubiera pasado mucho tiempo, como si estuviera abandonada y lo peor, la cucha de Fluppy no estaba.

-¿Fluppy? Cómo recuerdas a Fluppy antes que a...

Le lancé una mirada furibunda que lo hizo callar. 

Subí los escalones destartalados de madera vieja y despintada, apenas me parecían conocidos. 

Pero al acercarme a la puerta, alcancé a leer un cartel escrito a mano que decía en letras mayúsculas " SE VENDE".

Y de nuevo, como una pluma bailando y flotando en el viento, comencé a caer despacio, muy despacio en mi realidad...




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