Ocho años después... Un día previo al inicio de clases, los gemelos, David y Ricardo, fueron a visitar a los Méndez. Al llegar, Ricardo fue directo a la puerta a buscar a Leonardo, mientras su hermano ayudaba a bajar a su madre del auto. Ricardo golpeó la puerta bruscamente y gritó. - ¡Leonardo, ya llegué! ¡Baja!
La puerta se abrió de un portazo. Era Marya, quien de mala gana le pidió que dejara de tocar. - Ninguno de mis muchachos está aquí. Qué modos. - Dijo molesta.
Ricardo frunció el ceño y preguntó altanero y de mala gana. - ¿Dónde están? - A lo que ella no contestó. Álvaro, Berenice y David se acercaron a saludar. Ricardo guardó distancia, no simpatizaba con ella.
- Hola Sra. Marya. Disculpe ¿Está Leobardo en casa? - Preguntó David. Marya le sonrió y contestó.
- Están todos nadando en el lago. Ve a buscarlo.
- Muchas gracias, Sra. Marya. Hasta luego. – Dijo, mientras corría camino al lago. Ricardo le lanzó una mirada fulminante a Marya antes de marcharse. Ella algo asustada miró a Berenice y la cuestionó: - Aún no has podido controlarlo, ¿verdad? - Berenice movió la cabeza negativamente y contestó:
- Ya no sabemos qué hacer.
- Deberíamos mandarlo a un internado. - Sugirió Álvaro. Berenice se tocó la frente y meneó la cabeza negativamente, como gesto de desaprobación. Marya le tocó el hombro a manera de consuelo, después los tres entraron a la casa.
***
Entretanto, en el lago… Gerardo y los gemelos jugaban en el agua. A lo lejos se escuchó a David llamarlos. Leobardo se acercó a la orilla, para recibirlo.
- ¡David aquí estamos! – Gritó. David comenzó a correr hacia él, mientras se quitaba la ropa en el camino. Leobardo, al notar sus intenciones, asustado, salió rápidamente del agua. Mientras David se zambullía en el lago. Justo en el lugar que antes ocupaba su amigo. Las carcajadas no se hicieron esperar, en tanto Leobardo regañaba a David, el sonido de una risa burlona los hizo mirar atrás. Era Ricardo, parado junto a un árbol, mofándose.
- Ricardo. - Lo saludó emocionado Leonardo. Al escucharlo el muchacho se acercó lentamente hacia ellos.
Leobardo gritó. - ¿Y tú de qué te ríes? - Todos se callaron y voltearon a ver a Ricardo, quien al pasar cerca de él lo empujó con el hombro, haciéndolo girar sobre sus pies. - ¿Qué te pasa idiota? - Le preguntó desafiándolo.
David al notar la situación, salió del agua para detenerlos y le dijo a su amigo: - Vamos, déjalo. No te metas en problemas. Mañana inician las clases, no querrás verte mal. Además, ya sabes cómo es. - Ricardo se hizo el sordo y, viendo a Leonardo le señaló el fondo del bosque.
- Vámonos de aquí, Leo - Le ordenó.
- Sí, sólo deja cambiarme. - Ricardo lo ayudó a salir del agua. En tanto Leon se vestía Ricardo comenzó a caminar hacia el bosque. Tornó un gesto burlón hacia Leobardo quien estaba decidido a golpearlo. David, lo detuvo tomándolo del hombro. Leonardo ya estaba dispuesto a marcharse cuando... - Espera Leon, no vayas. - Le ordenó su hermano gemelo. - Él no es una buena persona y lo sabes ¿No? - Leonardo lo miró sonriente.
– No exageres. - Y se adentró en el bosque.
***
Leonardo no tardó en alcanzar a Ricardo, cuando estuvo al paso de él, su amigo preguntó. - ¿Por qué tardaste?
- Ya sabes, lo de siempre. - Contestó Leon mirando el cielo.
- ¿Y? - Preguntó distraído, mientras le ofrecía un cigarro a Leonardo.
- Nada. - Contestó Leon con una sonrisa.
Después de encender los cigarrillos, Ricardo dio una larga chupada antes de dejarse caer en el césped. Ambos se quedaron en silencio, mientras observaban el cielo.
***
Al mismo tiempo sentada en la sala de espera del aeropuerto, se encuentra una niña con una enorme maleta y un cartel con la leyenda Emma Méndez Canul. <<Tres horas esperando.>> Pensó, mientras miraba a su alrededor. <<Tengo hambre.>>
***
Mientras, en la casa de los Méndez. Roberto revisa su spam.
- ¡Hoy llega! ¡Hoy viene! - Gritó al entrar a la sala, interrumpiendo el brunch de Álvaro, Berenice y Marya.
- ¿Qué? - Dijo Marya, ella y Berenice se miraron.
- ¿Quién viene? - Preguntó por fin Berenice. Roberto comenzaba a buscar las llaves de la camioneta.
- Emma vuelve. Viene a vivir con nosotros.
- ¡¿Qué?! - Gritaron todos estupefactos.
- ¿Cuándo? ¿Cuándo regresa? - Le exigió Álvaro, tomándolo de los hombros.
- ¡Hoy! En el vuelo de las nueve.
- Pero… es medio día. - Dijo mirando el reloj de pared.
- ¡Lo sé! - Gritó Roberto con llaves en mano.
- ¡¿Pero por qué no lo dijiste antes?! - Le regañó Marya.
- Es que…
- Vámonos. - Urgió Berenice. Todos salieron de la casa. Marya y Berenice se quedaron en la camioneta, mientras Roberto y Álvaro fueron por los muchachos. Cuando notaron la ausencia de Ricardo y Leonardo decidieron dejarlos. En cuanto todos se subieron, el auto arrancó.