Cuando Gerardo llegó del trabajo, encontró a Leon jugando distraídamente Crash Bandicoot en su habitación. - Hola, Leon. ¿Y Leo? – Saludó mientras dejaba su mochila en el suelo.
- Con su novia. - Contestó el otro. Gerardo comenzó a quitarse el uniforme y los zapatos para relajarse. - ¿Qué tal el trabajo? – Preguntó sin dejar de ver la televisión.
- Muy relajado. - Gerardo observó a su hermano. Recordó con cariño aquella época cuando eran pequeños y solían jugar todos juntos. - ¿Y qué ha pasado de nuevo?
- Pues… Emma comenzó a tener citas nuevamente. David, está muy nervioso por lo que pasó con Jessica; quiere saber si mi prima sabe algo. Hoy Leo está investigando con Carmen, ya nos dirá cuando llegue.
- ¿Y Ricardo? - Gerardo lo dijo en un tono más suave. Leo pausó su juego.
- Rick… no ha ido a la escuela últimamente. - Dijo en tono triste.
- Leon.
- Estoy bien. Ya no importa. Tenías razón. He hecho más amistades y he mejorado en mis calificaciones. Mamá y ustedes son más felices. Sólo… a veces… lo extraño. No siempre, pero últimamente, no puedo dejar de pensar en él. – Pensó: <<No desde ese día. >> Leon recordó aquel día que vio a Ricardo caminando por el pasillo con el cabello recogido. Leonardo sintió un escalofrío raro al recordarlo. Gerardo decidió avanzar un poco en el tema.
- Leon, tu… has pensado sobre… - En eso escucharon como si un elefante se acercara corriendo.
- ¡No lo van a creer! - Entró gritando Leobardo a la habitación. Leon y Gerardo pegaron un brinco.
- ¡Leobardo! ¡Cierren esa puerta! – Se oyó a Marya gritar, desde la cocina.
- Perdón, mamá - Contestó Leo, mientras cerraba la puerta.
- ¿Qué sucede, Leo? – Preguntó Gerardo, algo molesto por la interrupción. Leobardo se notaba ansioso.
- Bueno, como saben hoy salí con Carmen y le pregunté si sabía algo sobre nuestra prima. Y pues, sí, ya se enteró sobre Jessica; no sé qué tanto, pero sabe que existe. Ya le avisé a David. Pero… - Leobardo se detuvo, escuchó si había alguien en el pasillo.
- No hay nadie. – Dijo Leon. Leobardo se acercó a sus hermanos en confidencia.
- Me enteré de algo. Pero, no se lo podemos decir a nadie. – Dijo en tono bajo.
- ¿A nadie? – Gerardo y Leon se miraron.
- Ni a mis papás, ni a David, a nadie. – Leobardo los miró, esperando una confirmación.
- Está bien, Leo. Pero no creo que sea tan grave. - Comentó Gerardo, tratando de aligerar la conversación.
- ¿Ah, ¿sí? Escuchen. Carmen dice… carajo es buenísimo. – Leobardo se rio. - Lo siento por David y los Jiménez, porque no les va a dar gracia, pero es que…
- ¡Leo! – Lo regañaron los dos hermanos ante la zozobra. Leobardo rio de los nervios.
- Hermanos, Ricardo es gay. - Soltó Leobardo. La noticia impactó como maremoto la mente de los dos oyentes. Gerardo sonrió no dando crédito a lo que oía.
- ¿De qué hablas Leo?
- Sí, hermano. Recuerdas que te dijimos que, estos días Emma y Ricardo han pasado tiempo juntos. Carmen le preguntó a Emma si estaban saliendo, a lo que mi prima dijo que no. Que eso era imposible. Porque Ricardo es gay. - Dijo Leobardo sonriendo. - Le gustan los hombres. - Dijo emocionado. Una risa frenética se escuchó por toda la habitación. Leonardo reía a carcajadas.
- Leon, ¿estás bien? - Preguntó Gerardo preocupado.
- ¿De qué te ríes, tonto? - Regañó Leobardo. Leon tomó aire.
- No seas idiota. Eso no es cierto. – Contestó, limpiándose las lágrimas.
- Claro que es verdad. - Insistió Leobardo molesto.
- No. – Contestó en tono serio su hermano ante su insistencia.
- Carmen no mentiría. - Contestó altanero el otro.
- ¿Chicos? - Trató de interrumpirlos su hermano mayor.
- O Carmen miente, o escuchó mal. Ricardo no es gay. Y si lo fuera no lo andaría diciendo a cualquier persona, como si fuera cualquier cosa. - Comentó Leonardo molesto. - Mejor dile a tu novia que no esté divulgando mentiras sobre otras personas. - Amenazó Leonardo. Leobardo lo miró retador.
- Cuidado Leon. Fíjate cómo hablas de mi novia.
- No, hermano, ustedes deben tener cuidado con lo que dicen. Si Ricardo se entera de ese rumor. De esa… mentira. Créeme que él, no lo dejará pasar. - Leobardo sintió como el cabello de la nuca se le erizaba.
- ¡Hijos a cenar! - Gritó su madre desde la cocina.
- Chicos. Será mejor olvidar todo esto. - Comentó Gerardo tratando de calmar los ánimos. - Leo, tal vez debamos hacerle caso a Leon. Es mejor dejar las cosas como están. Ese asunto no nos concierne. Es algo que los Jiménez, deben resolver solos. Así que, tranquilos. - Ordenó su hermano, al notar que los gemelos se lanzaban miradas desafiantes. Los tres muchachos bajaron a cenar. No obstante Leonardo se notaba meditabundo sobre la noticia. La incertidumbre sobre la veracidad del tema, no le dejó conciliar el sueño. No había remedio, necesitaba conocer la verdad.