Siempre habrá algo que nos lleve a algún sitio
La oscura y la eterna sensación del infierno se habían esfumado para mí, Jaime McFill. Y aquí esta tan oscuro el espacio que me parece un vacio interminable en el cual uno cae constantemente. Pero es mejor el menester de un tormento, al suplicio de ser atrapado por ellos. Si, ellos están en mi búsqueda, como sabuesos sedientos de carne. Por problemas mentales estoy aquí resguardado, y quién sabe si lograré escapar.
La eterna sensación del infierno se había esfumado para mí, Jaime McFill. Y aquí esta tan oscuro el espacio que me parece un vacío interminable en el cual uno cae constantemente. Pero es mejor el menester de un tormento, al suplicio de ser atrapado por ellos. Si, ellos están en mi búsqueda, como sabuesos sedientos de carne. Por problemas mentales estoy aquí resguardado, y quién sabe si lograré escapar.
En una habitación del hospicio, soy el internado 515, y me hallo entre cuatro paredes con moho de humedad en ellas. La única luz que se esconde y desea suceder, es la de una línea del rayo de sol que ingresa en el orificio de un vidrio roto de ventana. No me dejan salir, ni quiero tampoco, pero alguien abrió la puerta, e interrumpió mi descanso. Su nombre es. No, realmente no sé ¿cuál es su nombre? Sin embargo siempre viene y una irrefutable atracción me invade a mí, y a mi alma que se somete a la penitencia por causa de mis impulsos. Se encarga de limpiar nuestra basura del corazón. Ella sonríe. Eso ayuda alegrar la suciedad de
mis demonios. Tengo un chaleco de fuerza. Dicen que mis manos tienen vida propia y que a veces lastiman. Según el registro de recuerdos, tuve un amigo que conocí en poco tiempo en un camino. Yo diría unos minutos, horas, no lo sé, y también en esos minutos, u horas nos hicimos grandes enemigos. Entonces también tuve un enemigo. Es así como se logra todo el e hospicio Qué curioso es el ser humano que vive amando y destruyendo. Pero no soy así, sino que vine aquí porque me vinieron a buscar. Tuve tantos problemas, y no los podría contar desde ya hace muchos años. Algo me sedujo en la voz de ella, y la desesperación de no encontrar soluciones. Fueron ellos. Y me dijeron que no me molestarían, y están aquí. O eso pienso. Y Ahora la dama de limpieza, con su cabello fluido rosado y sus ojos color ámbar opacos que se escapan como si hubieran muerto. Esa es otra historia. Pero nada en mi quiere actuar. Ella parece un antídoto De todas maneras ¿Qué lugar tan extraño éste? Les pedí que me ayudaran, pero solo investigan y quieren algo. En esta jaula todos están en mi contra. Doy por sentado que trabajan para ellos. Esos que me persiguen y me están preparando. Yo soy el único cuerdo en mi locura. Una locura que es peligrosa. No para la sociedad, esa ya tiene demasiados problemas, sino para todos lo que aquí me investigan.
En fin me dispondré a escaparme de aquí, sin esperar que lleguen por mí. Si, saben la historia, no se las contaré, pues cada recuerdo es un regreso temible al inframundo. Los demonios hicieron todo lo posible para que me mantenga como un alma en aquel pueblo escondido en las afueras del mundo en el cual existe la vida y la muerte.
Primero les narraré en qué lugar me encuentro. Llegué aquí por causas que fueron suscitándose en un tiempo atrás de mi pasado me encontraron en la ruta junto a los demás cadáveres, luego de que ella me diera las indicaciones. Ella es tan
misteriosa, pero de alguna forma soy dañino sin querer serlo. Mis palabras no eran tan coherentes como lo son en la vida normal, y lo mejor es encerrarlas para que no causen pánico, ni anarquía entre la muchedumbre. No había pasado una semana en la celda del manicomio hasta que ellos descubrieron en donde estoy. He manifestado a todos aquí, y llegue a la conclusión de que trabajan para los ellos. Que desgracia la mía. Luego enviaron a ese ser, al cual compartí mis delicadas sensaciones al sentir la voz de los dos que son uno, en el susurro. Tenía que hacerlo, y lo hice como lo harían ellos. Era como si llevasen a un conejo a la madriguera de un lobo hambriento. Conforme los sucesos de mi amigo y no amigo, los médicos me amordazaron, y colocaron electrochoques para reacciones múltiples. Lo único que recibieron es un escupitajo de mi parte por picanear mi alma con esos elementos de tortura. Me trasladaron a unas catacumbas. Aquí es donde se encierra a todos los llamados insanos peligrosos.
La historia del Hospicio Dyer es muy poco usual, aparentemente siniestra. Creí que no era ello sino otro sitio. Tiene un amplio campo de situaciones que se fueron generando a lo largo de su historia tan especial como macabra. Pero nadie aún lo sabe, pues nadie se atreve a involucrarse en este recinto de casi quinientos cincuenta habitaciones en la cual yo pertenezco a la quinientos quince. Para asegurarse de ello, me colocaron un número en el cual soy parte del hospicio del olvido.
¿Por qué olvido? Pues aquí viene a parar toda la basura del mundo exterior. Todo lo que se considera descartable, tremendamente asqueroso para la sociedad. Les puede asegurar que en el Hospicio Dyer, resisten algunas criaturas, otras son transportadas por orden de las autoridades para no ver nunca más la luz. Algunas son eternas, otras son formas creadas. Otras las producen y las fusionan para experimentos. Repito es un lugar para limpiar todo lo que uno es, y quitar lo que
se adentra en sí. No entiendo, pues lo que veo en éste sitio no es lo que realmente debería ser. Y el mundo es un despojo de los que nosotros convertimos por ellos.
¿Créanlo o no? El mundo al cual pertenecemos es tan terrible y despiadado que hasta los fantasmas temen y son encarcelados. Somos tantos aquí, que no sabría decirles en plena fe de mis cávales que esto pudiera ser real. Quisiera que no lo fuera. Me instalé por orden mía. Ellos no aceptan a nadie que no sea escogido, pero el dueño, el director del recinto, puede ver más allá de la situación y sabia que debería estar aquí encerrado.
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Editado: 04.10.2023