El secreto de la mansión encantada

Capítulo 19: El Corazón de la Oscuridad

— No lo sé. — respondió Ethan, con un tono de preocupación. — Pero no me gusta nada.
Ethan y Amelia avanzaron con cuidado por el pasillo, con las manos extendidas para protegerse. La luz débil de sus teléfonos iluminaba las paredes de piedra, mostrando las sombras que dan
zaban con el viento frío.
El pasillo se sentía más frío que el resto de la mansión, como si la misma oscuridad lo hubiera absorbido. Un olor a tierra húmeda y moho les llenaba los pulmones, mezclado con un olor dulce y extraño que les causaba una sensación de inquietud.
— Ethan, ¿escuchas eso? — dijo Amelia, con la voz temblorosa.
Ethan se detuvo y escuchó con atención. Un sonido débil procedía del fondo del pasillo. Un sonido como un latido lento y profundo, que parecía venir de las mismas paredes de la mansión.
— Sí, lo escucho. — respondió Ethan, con un tono de preocupación. — ¿Qué será?
— No lo sé, pero no me gusta. — dijo Amelia, con un tono de miedo.
Ethan y Amelia se miraron con una mezcla de miedo y determinación. Sabían que se acercaban al corazón de Blackwood Manor, al lugar donde se escondía la verdad y el peligro.
— Tenemos que seguir adelante. — dijo Ethan, con un tono firme. — No podemos dejar que el miedo nos venza.
Ethan y Amelia siguieron caminando por el pasillo, con los corazones latiendo con fuerza. El latido lento y profundo se intensificaba a medida que se acercaban al final del pasillo.
Al final del pasillo, se veía una gran puerta de madera oscura. La puerta estaba decorada con el mismo símbolo extraño que habían visto en la placa de metal y en el círculo en el sótano.
— Esa es la puerta. — dijo Amelia, con un tono de miedo.
Ethan asintió con la cabeza.
— Tenemos que abrirla. — dijo Ethan, con un tono resuelto.
Ethan tomó la manija de la puerta. La manija estaba fría y húmeda al toque. Ethan giró la manija con cuidado. La puerta se abrió con un crujido aterrador.
Ethan y Amelia entraron en la habitación. La habitación estaba llena de oscuridad, pero no era un espacio vacío. Una luz débil procedía del centro de la habitación, iluminando una mesa de madera oscura. Sobre la mesa, había un libro de cuero negro, con un símbolo extraño grabado en la portada.

Ethan y Amelia se quedaron paralizados en la entrada, con el corazón latiendo con fuerza. La habitación era un espacio pequeño, pero densa, como si concentrara toda la oscuridad de Blackwood Manor. La luz débil que emanaba del libro en la mesa creaba sombras extrañas en las paredes, dándoles una sensación de movimiento y de vida.
— ¿Qué es eso? — preguntó Amelia, con la voz temblorosa.
— No lo sé. — respondió Ethan, con un tono de miedo. — Pero no me gusta nada.
Ethan y Amelia se acercaron con cuidado a la mesa. El libro de cuero negro se sentía frío al toque. El símbolo extraño grabado en la portada parecía brillar con una luz propia, atrayéndolos hacia sí.
— ¿Qué crees que hagamos? — preguntó Ethan, con un tono inseguro.
— No lo sé. — respondió Amelia, con un gesto de desesperación. — Pero si hemos llegado hasta aquí, tenemos que saber la verdad.
Ethan asintió con la cabeza.
— Tienes razón.
Ethan tomó el libro de cuero negro con cuidado. La portada estaba fría al toque. Ethan abrió el libro.
Las páginas del libro estaban llenas de escritura antigua, en un idioma que Ethan y Amelia no reconocían. Las letras parecían moverse y brillar con una luz propia, como si tuvieran vida propia.
— ¿Qué dice? — preguntó Amelia, con un tono de confusión.
— No lo sé. — respondió Ethan, con un tono de miedo. — Pero no me gusta nada.
De repente, la habitación se llenó de un viento frío. El sonido de los latidos lentos y profundos se intensificó. Las letras en el libro comenzaron a brillar más fuerte, y la luz azul pálida se extendió por la habitación.
— ¡Ethan, mira! — exclamó Amelia, con un grito de horror.
Las paredes de la habitación comenzaron a moverse y a temblar. Las sombras en la pared comenzaron a cobrar forma, mostrando figuras extrañas y aterradoras.
— ¡No me gusta nada de esto! — gritó Ethan, con un tono de terror.
Ethan y Amelia se dieron cuenta de que estaban en un lugar de poder oscuro, un lugar donde la verdad se escondía en las sombras y el peligro era real.
— Tenemos que irnos de aquí. — dijo Amelia, con un tono de urgencia.
Ethan asintió con la cabeza.
— Tenemos que saber lo que está pasando — dijo Ethan, con un tono de determinación. — No podemos simplemente irnos.
El miedo les acorralaba, pero la curiosidad y la necesidad de resolver el misterio eran más fuertes. La oscuridad les rodeaba, pero ellos se negaban a ceder a ella.
— ¿Qué debemos hacer? — preguntó Amelia, con la voz temblorosa.
Ethan se quedó pensando por un momento.
— Tenemos que leer el libro. — dijo Ethan, con un tono resuelto. — Tal vez nos diga qué es esta oscuridad y cómo detenerla.
Amelia asintió con la cabeza.
— Pero tenemos que tener cuidado. No sabemos qué poderes tiene ese libro.
Ethan abrió el libro de nuevo. Las letras en las páginas brillaban más fuerte, y la luz azul pálida se extendió por la habitación. Las sombras en la pared cobraban vida, mostrando figuras extrañas y aterradoras.
— Ethan, ¿qué dicen esas letras? — preguntó Amelia, con la voz temblorosa.
Ethan concentraba su atención en las letras. La escritura era antigua y compleja, pero de repente comenzó a entenderla.
— Es un antiguo hechizo. — dijo Ethan, con un tono de sorpresa. — Un hechizo para invocar la oscuridad.
— ¿Invocar la oscuridad? — preguntó Amelia, con un tono de horror. — ¿Pero por qué?
— No lo sé. — respondió Ethan, con un tono de preocupación. — Pero esto es más grande de lo que habíamos imaginado.
Ethan y Amelia se miraron con miedo y determinación. Sabían que estaban en el corazón de la oscuridad, en el lugar donde se había iniciado la maldición de Blackwood Manor.
— Tenemos que detener esta oscuridad. — dijo Amelia, con un tono firme. — No podemos dejar que se apodere de Blackwood Manor y del mundo.
Ethan asintió con la cabeza.
— Tenemos que encontrar la manera de romper este hechizo.
Ethan y Amelia se concentraron en las letras en el libro. Las letras brillaban más fuerte, y las sombras en la pared se movían con más rapidez.
— ¡Tenemos que hacer algo! — gritó Amelia, con un tono de desesperación.
Ethan se quedó pensando por un momento.
— Tal vez tenga que ver con la piedra. — dijo Ethan, con un tono pensativo. — La piedra que encontró Lord Blackwood.




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