SEGUNDA PARTE
Verdades ocultas
19
Como siempre era la última en salir de la clase del señor Carlé, había tenido una terrible noche y un mal comienzo del día. La escuela estaba algo efusiva y los por menores de las vacaciones se hacían notar sin mayor importancia. El espíritu navideño ya había colapsado la escuela con los anuncios y comentarios con respecto a la fiesta de Año Nuevo que se realizaba en casa de Lisa Conde, un acontecimiento que muchos esperaban en esa época del año.
Al pasar por los pasillos quería gritar o tan solo quería salir corriendo y no regresar, después de todo, aquel sería el último día de clase antes de las vacaciones de navidad.
El señor Carlé había iniciado su clase dando un discurso sobre los buenos modales, el trato cordial y lo que realmente importaba en la navidad, lo cual me pareció esa clase de basura motivacional propicia de la publicidad decembrina, siendo sincera, la navidad ya era parte de un furor comercial.
Los alumnos salieron apresurados de la clase. Mat, mientras tanto, esperaba en la puerta a que yo terminara de arreglar el bolso. No estaba lleno de tareas, precisamente, sino de documentos que me obstruían la visibilidad. Cuando me disponía a salir, sentí una mirada pesada y punzante. Giré hacia mi asiento y noté que había dejado mi celular en la mesa, le hice señas a Mat para que se adelantara y me devolví a buscarlo. Cuando regresaba con mi celular en mano tropecé con el señor Carlé, mi corazón se aceleró bruscamente y pude sentir un gran frío recorriendo mi piel. Me miró extrañado por la reacción y mí brusco alejamiento de él.
Él se agachó a recoger los papeles que se les habían caído. Yo solo alcancé a mirar su antebrazo y decir casi en susurro
—Su manga, profesor…
(…)
Día anterior a la escuela…
Cuando regresé a la cabaña mi mente estaba un poco más serena. Mat se había acomodado en el mueble, y yo estaba aún indecisa, no sabía si escuchar o no la otra parte de la cinta; haberme sentado en el patio, me relajó un poco.
—Si hubiese revisado mi maletero, hace algunos meses, seguramente ya sabría la verdad —comenté acomodándome para escuchar, Mat tomó la cinta.
— ¿Quieres que la escuchemos ahora, o esperaremos unos segundos más? —Abrió el Walkman y la colocó.
—Antes solo quiero que me digas… ¿Por qué estás tan callado? ¿Por qué aún más desde que descubrimos esos videos? —Noté cierto brillo en sus ojos y cierta indecisión para decir algo más.
—Las palabras ya no cuentan, si no sirven para sanar.
Lo miré fijamente esperando algo más que aquella frase, pero no lo conseguí, él no habló nada más. Debía conformarme con aquella mirada perdida en la nada con una lágrima en puerta.
No siempre un amigo quiere lo mejor para ti, tal vez ni siquiera sea tu amigo realmente.
Sin embargo, TAY9013 me hacía creer eso… ¡Vaya que me enamoré de ese chico! Sus versos tan galantes, su modo tan dulce de llegar a mí, eran toda mi teoría de belleza, todo lo soñado.
¿Me enamoró con poemas? No, lo hizo con mentiras… tú, quién quiera que seas ¿sabes qué es el amor? ¿Ese amor que enloquece, que te ciega, que te prohíbe ver todo con objetividad; ese que te envenena el cuerpo y el alma, que te ocupa cada segundo del día...? No, creo que no. —Hizo silencio—. De esa manera amaba yo, sin tener tan siquiera la imagen de esa persona, sin saber cuál era el sonido de su voz, ni el olor de su perfume cada mañana. Pero sí puedo decir algo con mucha certeza, él sabía todo de mí
¿Estaba loca? Sí, pero, no me culpen por amar.
Sabes, estaba sola, me sentía sola… La traición de mi amiga, mi familia… —Volvió a hacer silencio—. ¡Basta de palabrerías! Es mejor que vaya directo al punto.
Todo comenzó a parecerme extraño desde una noche en la que me conecté después de un pesado día escolar, me habían abucheado por culpa de Lisa, de esa chica tan ridícula… en fin, me conecté, él me escribió y me dijo “¿Por qué estuviste triste hoy?” le pregunté cómo lo supo.