EL INTERROGATORIO
(Presente)
Nuestra conversación ha terminado o eso parece. Yo ya no quiero seguir hablando, ya quiero para de contar lo ocurrido una y otra vez sin que me crean. Ella mira su reloj una vez más, me gustaría tener uno para saber cuánto tiempo llevamos en esto. Pero desde que ingresé a este lugar me han quitado todo tipo de comunicación con el mundo exterior, ni siquiera me han dejado ver a mis padres y eso me hierve la sangre.
Escucho que tocan la puerta. Ella se levanta y se dispone abrirla. Entra a la oficina un hombre de traje negro a la medida y se quita sus lentes, ella se aparta un poco y se dirige a su escritorio.
‹‹Usted de nuevo, ¿Acaso no le bastó mi desplante de ayer?››.
— ¡Señorita! —dice en forma de saludo y sonrío hipócritamente.
—Buenas tardes, Agente… Disculpe, ¿Cuál es su nombre?—interroga la doctora.
—Marcos Ferrer—Le estrecha la mano—. Fui yo quien le notificó el caso de la joven Fleming.
—Sí, ya le recuerdo.
—Necesito trasladarla para un interrogatorio.
—Temo que no será posible, mi estudio con la joven aún no termina —responde quitándose sus lentes y colocándolos en su escritorio.
—Son órdenes judiciales, ella debe presentar su última declaración antes del juicio… su estudio puede esperar.
Lo miro y sé que esta vez no puedo zafarme. Me coloco de pies antes de que él me lo pida y camino hasta la puerta, él espera mi llegada y yo no le aparto la mirada a la doctora.
‹‹No me deje ir, por favor››.
Regreso la mirada al oficial y atravieso el umbral.
— ¡Iré con ustedes!—anuncia ella y respiro aliviada. Entendió mi mirada—Como le dije, mi estudio aún no termina, es mi paciente y todo lo que le suceda está bajo mi responsabilidad.
Puedo notar que al oficial no le agrada la idea de su compañía, pero este hombre no me inspira confianza y no ha parado de cuestionarme y tratarme de la peor manera. Por alguna razón él quiere hallar un culpable, y algo me dice que quiere que sea yo.
Salimos del centro psiquiátrico y subo a una camioneta de la policía de Belisa. La doctora sube a su auto y conduce detrás de nosotros. Dos oficiales armados están en la parte delantera. Uno conduce y el otro me observa cada treinta segundos,
‹‹Cómo si pudiera escarparme de este auto blindado››.
Llegamos a la comisaria. El agente Ferrer ordena a uno de los oficiales llevarme al cuarto de interrogatorio. Al entrar miro una cara familiar luego de tantos días.
— ¡Nita! —exclama, Georgia— ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo? —Coloca sus manos en mi rostro.
—Estoy bien—respondo mientras coloco mis manos encima de las suyas—. Me han tratado muy bien. No te preocupes.
— ¿Segura? —Asiento y el agente Ferrer llega a nuestro encuentro.
— ¡Georgia! —la saluda.
—Marcos—responde ella sin disimular su enojo.
— ¿Protegiendo a tu niña?—comenta con ironía.
— ¿Protegiendo tu dinero? —Georgia aparta sus manos de mi rostro y lo mira fijamente.
—No digas tonterías… con tu permiso—Él me toma por el brazo—, ella se viene conmigo.
Camino al cuarto para iniciar el interrogatorio. Él me sienta bruscamente en la silla y yo doy una mirada al lugar, hay un cristal oscuro frente a mí, las paredes son color marfil y la luz de la lámpara es tan fuerte que me hace arder los ojos. Él cierra la puerta y se sienta frente a mí.
—No hablaré sin mi abogado o en su defecto la detective Georgia o la doctora.
—Ellos están detrás del cristal —responde seriamente mientras me mira a los ojos.
—No estoy segura de ello, debe probármelo.
Él hace señas y escucho por las cornetas la voz de cada uno de ellos. Escucharlos me hace sentir más tranquila, mantengo mis manos debajo de la mesa y hago un movimientos con mis dedos para calmar mi ansiedad.
— ¡Ya ves! Dije la verdad, algo que tú deberías empezar a decir.