El Secreto de un Promesa de Amor

Capítulo 1: COMIENZO DEL SIGLO IXX

COMIENZO DEL SIGLO IXX
 


Tal y como pasa el tiempo así ocurrió. Pasaron los días, meses y años, acabando así, esos dos años restantes que llevaron consigo la finalización del siglo 18, comenzando así, un nuevo siglo, el siglo 19.

Era el año 1800, del 10 de marzo. Una noche fría, otoñal, estrellada, con una hermosa luna llena, una noche como cualquier otra.

Esa misma noche, se escuchaba el ruido de los carruajes, como siempre se escuchaban, que iban y venían por un largo y ancho camino de tierra, camino tan transitado, por el cual, se conectaban dos pueblos vecinos.

Desde que terminaba un pueblo, hasta el comienzo del otro, no había nada más que ese largo camino de tierra que los conectaban. Alrededor del camino, solo había un gran descampado, con árboles grandes, y arbustos, que no se veía nada más allá. Y en la noche, era peor.

El camino, ese día de la noche, estaba iluminado— además de la hermosa luna llena que estaba en lo más alto del cielo nocturno — por faroles, con una increíble distancia, uno del otro.

A un costado del largo y ancho camino de tierra, en medio de la distancia de los dos pueblos, se encontraba una pequeña cabaña de madera, lo único que se podía encontrar por el camino.

Esa cabaña, era un lugar donde se atendían los distintos partos de las diferentes mujeres, como estaba sucediendo en ese mismo momento. Manuela Aragón, una mujer de la alta sociedad, estaba dando a luz a su "Primer hijo" y el "Primogénito de la familia Aragón".

Dentro de la cabaña, en una de las habitaciones, estaba una agotada mujer, casi acostada sobre la cama, apoyando sus codos sobre esta, estaba dando a luz a su "Primer hijo", y con Ella, tres mujeres más.

Una de las tres mujeres — la más joven — estaba sentada a lado de la cama, pasando el trapo con agua fría al rostro de Manuela, secando la traspiración por el cansancio que producía el parto. El trapo que pasaba por el rostro, lo remojaba cada 5 minutos en el balde lleno de agua fría, que se encontraba a lado suyo.

Las otras dos mujeres se encargaban de lo más difícil, recibir él bebe.

De pronto, en toda la habitación se escuchó el llanto de un pequeño bebe recién nacido.

Manuela, al escuchar el llanto de su bebe, sonríe a media, para luego, caer rendida a la cama.

La mujer que le limpiaba su rostro dejo de hacerlo, cuando escuchó el llanto del bebé.

— Felicitaciones

La felicito, mientras le miraba con una sonrisa.

La mujer más grande de las tres, tenía al pequeño bebe recién nacido en sus brazos, lo llevo a un gran balde, lleno de agua— que era parecido a una pequeña tina, por lo ancho y corto que era — para limpiarlo. En gran balde, se encontraba a un costado de la cama, donde Manuel estaba descansando en ese momento.
Al terminar de limpiar al bebé, lo envolvió con una manta amarrilla, traída por su compañera.

La mujer, coloca de nuevo al bebe en sus brazos, ya con la manta amarrilla cubriendo su pequeño cuerpito, para luego, ir caminando, hasta donde se encontraba la madre del bebe.

— Ya nació, tu bebe ya nació

Dijo la mujer con una sonrisa, parada a un costado de la cama, con él bebe en sus brazos, mirando a Manuela.

Antes que la mujer le pueda decir cuál era el sexo del bebe, se escucha como se abre de pronto, la cortina que tapaba la pequeña habitación donde estaban, con el pasillo del lugar.

Las tres mujeres, al escuchar eso, se dan rápidamente media vuelta, asustadas, para ver quién era. Todas miran, menos Manuela, que se encontraba viendo a penas — por su cansancio —la manta amarrilla donde estaba su bebe.

La persona responsable de abrir de golpe la cortina era un hombre, que era el esposo de Manuela.

El hombre, parado allí, agarrando la cortina con su mano, no miró a ninguna de las tres mujeres que le estaban mirando, ya que, solo estaba buscando a alguien, a su esposa y cuando la encontró, fue hacía Ella, sentándose en la cama, a su lado.

— Manuela

La llamó con amor, mientras le agarró con suavidad su mano, para luego, besar sus nudillos.

— Mi amor, ¿Está bien?

Preguntó, mientras le sonreía a su esposa, la cual, apenas abría sus ojos.

Detrás del hombre, apareció corriendo una mujer, la cual se encontraba peleando todo el tiempo que duro el parto de Manuela con Él, ya que insistía en entrar y estar junto a su esposa, pero por temas de higiene y otros problemas más, no le pudo permitir el paso.

El hombre termino pasando, cuando Ella se distrajo con algo.

—Perdón, pero intenté sostenerle, pero no pude

Se disculpó la mujer, por el error que cometió de distraerse, lo que causó que el hombre entrara a la habitación.

La voz de la mujer, se notaba que estaba muy cansada, y eso se debía por el agotamiento que le produjo perseguir al hombre hasta la habitación.

La mujer pidió disculpas, mirando a la mujer más grande de la habitación, que era aquella, que tenía en brazos al bebe recién nacido.

— No pasa nada, ya podía pasar — Contestó con una sonrisa

—¿Y nuestro babé?

La pregunta del único hombre de la habitación, preguntando por su hijo recién nacido, interrumpió la conversación que estaban teniendo las dos parteras, que, al oírle, rápido le miraron.

La mujer mayor, que tenía él bebe en sus brazos, caminó hacia Él, mientras que le decía:

— Acá esta

Una vez, que llego al el lugar donde estaban los dos padres del pequeño bebe, dijo:

— Felicitaciones, es un lindo varoncito

Los dos, al escuchar lo que dijo la partera, quedaron muy sorprendidos al saber cuál era el sexo de su bebe.

Manuela con apenas voz, miró a su esposo con ternura.

— Un varoncito, escuchaste Esteban ... Dios nos mandó un varoncito — Dijo emocionada

La mujer, camino con él bebe en sus brazos, hasta el padre del este, Esteban, para entregarle. Al entregarle al bebe a Esteban, este lo agarró con mucho cuidado, mientras le sonreía embobado, sin poder creer, que él bebe entre sus brazos, era su "primer hijo".



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En el texto hay: tragedia, amor, historica

Editado: 12.07.2023

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