El secreto de Winesburg.

III

Mamá me despierta para cenar, me dormí desde la tarde y aún así me siento cansada. Talvez porque no estoy acostumbrada a correr. 
Samara está dándole lo que no quiere a Argos como en los viejos tiempos.

Me siento en la mesa a lado de mamá y frente a Sam.

— ¿Creen en el amor verdadero? 

— Supongo — respondo ante la pregunta de mí tía.

— Yo creo en el amor — responde mamá.

Samara ve la expresión de mi mamá y cambio el tema.

— Saben el maestro de psicología está loco, nos cambió de parejas solo para podernos "conocer".

— Oriana, no te expreses así de tu profesor. 

— Lo lamento. 

— Bueno, Or ¿Con quién te toco?

— Con un chico que aún no conozco.

— Espero sea guapo — levantan las cejas ambas y me sonrojó.
Terminamos de cenar y cada quién se fue a su respectiva habitación. Samara dormirá con mamá ya que su antigua habitación ahora es el estudio de mamá.
*** 
Se me hace tarde para la escuela, por primera vez, no sé qué sucede conmigo. Tomó lo primero que encuentro y entro a la ducha, me baño lo más rápido que puedo.

Samara me grita desde la entrada porqué mi tía es muy puntual y cuándo alguien va tarde se pone histérica, cuándo digo histérica hablo enserio.

Subo al auto y mi tía comienza a tararear una canción de los 70.
Cantamos en coro y a mi tía se le van los nervios. 
Llegamos a la escuela y Lía ya está esperándome en la puerta.

— ¿Qué te pasa Jaxón? Tú nunca llegas tarde.

— Lo lamento, me quede dormida. 

— Algo anda mal contigo ¿Estás enferma?

— No. Sólo estoy algo cansada.

Entramos de nuevo a psicología, todos los días nos toca a la primera hora, excepto los viernes.

Entramos al aula 19, dónde el señor Beer cómo siempre ya está en su escritorio.

— Por cierto. Te mataré, ayer tuve que salir con Jaxón — dice entrecerrando los ojos.

— Es un buen chico, conócelo.
Lía asiente. 

Tomó asiento y al parecer mi compañero aún no llega. Tomó mi mochila y busco mi celular. Alguien se siente a mí lado, me aseguro que mi celular está en mi bolso y vuelvo a tomar mi posición de señorita bien portada. Giró para ver a mi compañero. Esto tiene que ser una broma, es el idiota con el que choque, se da cuenta que lo veo y dice algo digno de él: 

— Evan Kraeplin, a tus servicios muñeca.

Pongo los ojos en blanco, lo que me faltaba tener que compartir esta materia con él.

Cómo si pudiera leer mis pensamientos, ensancha una sonrisa de esas que anuncian problemas.
La alarma suena y el señor Beer cierra la puerta. 

— El tema de hoy será relacionar sus ideas con algún tema que escogerán en general — comienza a escribir en el pizarrón: 
1. Amor.
2. Existencia.
3. La vida. 

Me parecía interesante la idea de la existencia. Pero la mayoría voto por el amor. 
— No se diga más, el amor será.

Levanto la mano esperando que se apiaden de mí. 

— Sí, señorita Jaxón. 

— No creó que muchos de aquí tengamos amplios conocimientos sobre el tema. 

— Para eso debatiremos el tema señor Beer, nos haremos unos expertos —, interrumpe mi petición Evan. 

Le doy una mala mirada y él hace cómo si no me viera. 
El señor Beer le da la razón a Evan y eso hace que me desagrade aún más.

— Oriana Jaxón ¿Crees en el amor? — pregunta en un tono que me hace querer vomitar.

— No tengo intereses en discutir mis pensamientos contigo.

— No sabes cuántas quisieran debatir ese tema conmigo — dice levantando ambas cejas.

— Por suerte no entro en esas cuántas — sonrió falsamente. 

— De acuerdo, no quieres hablar, no hablaremos. 

Sonrió victoriosa por no tener que dirigirle la palabra.

— Jóvenes hoy tienen que entregar una cuartilla del primer pensamiento del amor y la primera impresión de su compañero. Si no la entregan van a detención. Giró a ver a Lía y ella se encoge de hombros, al parecer todos están avanzando, pero no intentaré si quiera hablar con él. 

— Quedan 10 minutos — grita el profesor Beer. 

Evan comienza a escribir y guarda sus escritos.

— ¿Qué escribes? - pregunto.

Evan me ignora y recuerdo lo que dije hace unos minutos.
No quiero ir a detención.

— ¿Evan crees en el amor? Ya sé que dije que no quería hablarte, pero tampoco deseo ir a detención. 

— Lo lamento linda, yo sí sostengo lo que digo.

Sí considere hablarle me retracto, es un idiota y sigo confirmando es un mal educado. Me levanto y siento mi brasier desabrocharse. No puede ser, quiero gritar, si pido permiso para ir al baño el señor Beer me lo negara creyendo que escaparé.



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En el texto hay: amor, asesinosjuveniles, brujas magia

Editado: 07.12.2018

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