El Secreto Del Conde

Capítulo 25

Agnes suspiró mientras se sentaba en las escaleras de la entrada de Westhampton Terrace mientras admiraba el paisaje. El jardín era inmenso y los distintos tipos de flores lo adornaban, pero ni el bello paisaje podía hacerle ignorar los berrinches de Aitasis.

—A ver hermosa—comenzó a decir Uriel al pie de la escalera. Este iba de gris y camisa blanca. El conde siempre vestía ropas elegantes en todo momento, se percató Agnes. 

—¿Mataste al tigre y le tienes miedo al cuero?—continuó este—Es increíble que le tengas miedo a Westhampton 

—¿Yo tenerle miedo a Westhampton? ¿Yo? —se quejó Aitasis. 

Agnes sonrió al ver el buen trabajo que había hecho con Aitasis. Ésta llevaba un vestido de día de color azul agua marina y de mangas cortas; le había ondulado el cabello y recogido en un tocado, algunos rizos se salían del moño dándole un aspecto inocente.

—Hermoso ¿Acaso tengo que recordarte que fui una shinobi del gobierno japonés en mi adolescencia? Tú en la adolescencia estabas corriendo los pasillos de Eton

Este se echó a reír—Entonces ¿Cómo explicas que una shinobis del gobierno japonés esté poniendo problemas para entrar a una casa?

—¡Es que es distinto! —Se defendió ésta—Estoy en su casa, puede humillarme y vengarse de mi —Esta casa también es mía—le informó Uriel—Westhampton House en Londres es de él pero ésta es herencia de mis padres para todos sus hijos. No te preocupes hermosa, Westhampton no es de los que piden venganza, no es su estilo y jamás se atrevería a humillarte puesto que eres mi esposa y sabe perfectamente que puedo partirle la cara 

Aitasis abrió los ojos—Entiendo...

Agnes se puso de pie—Aitasis vamos 

Ésta se acercó a ella y la abrasó—Gracias a Dios vivirás con nosotros, el hermoso va a volverme loca 

—¡Hey!—Exclamó este—Se supone que yo debo decir eso no tú 

Agnes sonrió—Quizás me case 

Aitasis la miró con horror—No Agnes por favor no 

Uriel negó con la cabeza—Jamás pienso consentir eso Agnes 

Ésta se echó a reír—¡Tengo treinta y ocho años! Las esperanzas se perdieron para mí

Uriel hizo una mueca—Estás más hermosa que nunca Agnes, más bien de ahora en adelante te prohíbo usar nada muy revelador. No quiero que ningún hombre te mire 

Aitasis se echó a reír—Ahora pasaste a ser propiedad del hermoso ¿Cómo lo ves? 

 Agnes se encogió de hombros—Prefiero no opinar ya que él será el que pagará mi sueldo 

 —Muy inteligente—la alabó Uriel—Entremos 

Los tres se dirigieron a la gran puerta de madera. Agnes quedó cautivada con el cerrojo en forma de halcón. El conde tocó la puerta dos veces y ésta se abrió dejando ver a un hombre aproximadamente de sesenta años, calvo y alto; vestido con ropas muy formales <<Este debe ser el mayordomo>> pensó Agnes. 

Este las miró gélidamente y a continuación hizo una reverencia.—Bienvenido a casa milord—lo saludó este 

—Gracias Marco—le dijo Uriel mientras las dejaba entrar y el mayordomo cerraba la puerta. Uriel tomó a Aitasis por el codo—Te presento a mi esposa Marco 

Este hizo una reverencia—Es un placer conocerla Lady Uriel 

Aitasis lo miró ultrajada—¿Lady qué?

Uriel la miró con una chispa de diversión en sus ojos—Es tradición antigua de la familia Westhampton que la mujer tome el nombre y el apellido del hombre

Aitasis le tiró una mirada asesina—Tenemos que vivir en sus casas, tomar sus apellidos, acatar las reglas de esta sociedad que fue construida por ustedes y encima de eso piensas arrebatarme mi nombre ¡Olvídalo Uriel! 

Agnes tuvo que reconocer que el mayordomo era ejemplar ya que ante la actitud de Aitasis no se había inmutado.

Uriel sonrió—Marco en un futuro nos ahorramos este discurso y le dices "Lady Aitasis" o "Mi lady" 

Este asintió—Si milord —Y ella es la Sra. Wood, amiga de mi esposa—continuó Uriel

Marco hizo una reverencia—Un placer conocerla Sra. Wood Agnes asintió

—El placer es mío señor 

—¿Dónde están todos? —preguntó Uriel 

—En el salón tomando el té milord—Le respondió Marco—¿Desea que lo anuncie? 

—No Marco, vuelve a tus quehaceres 

Este hizo una reverencia—Con permiso 

Agnes no prestó atención a nada porque no podía salir de su asombro. Westhampton Terrace era el lugar más maravilloso del mundo. La abuela de Aitasis le había dicho que pocas que personas ajenas a la familia habían podido entrar. Unas grandes escaleras se dividen en el centro de la estancia. Todo parecía como aquello palacios de los libros que solía leerle a su hija. En ese momento se le oprimió el pecho si su hija estuviese viva ni siquiera estuviese allí. Eris Esmeralda tuviese casi la edad de Aitasis. 



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En el texto hay: espias, nobleza, detectives

Editado: 07.06.2020

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