Capítulo 45.1

Del cielo caera fuego como agua haya caído alguna vez; ama sin que te pese, llora sin pena y odia tanto como tu corazón te lo pida.

Porque la muerte no será composiva, algún día, el día que menos lo esperes llamará por tu ventana para que ni siquiera sepas por donde te llama. Y te llevará.

Pueda que tenga cara o solo puede que tenga mi nombre.

Att: Colombo.
PD: Tu muerte ya llego.

Las cartas fueron entregadas un lunes en la tarde de un siete de enero a las cinco y cuarto,  ese mismo día hacía seis años se dictaminaba la muerte de Edna Rodríguez, una lapida sin cuerpo con la lápida llena, ocupaba una lugar simbolico dentro de varios corazones. Uno de ellos ansiaba venganza del destino, el otro corazón llevaba el alma y el cuerpo destrozado, sus piernas no funcionaban, su corazón solo palpitaba, su mente le recordaba constantemente que todo aquello había sido su culpa. 

Aún, a pesar de todo aquello, no devolvería el tiempo. Sabía que cruzaba las líneas del egoismo y la ironía, pero ya lo había dicho alguien antes.

Ama y perder siempre era mejor que nunca haber amado.

De los recuerdos se seguía viviendo, de la imaginación era dificil vivir eternamente.

Dominico Permaneció sentado sin pronunciar palabra alguna. La ira que desprendí  todo su cuerpo era tóxica, se veía asediado por una persona capaz de amenazarle pero que no daba la cara.  sus manos se cerraron con mas fuerza que uno esperaría encontrar en una persona mayor, sin embargo así era.

—Me gustaría tener ese hijo de su perra madre entre mis manos y poder arrancarle la cabeza de tronco — siseo con rabia incontrolable —¡oh! cuanto me gustaría hacer eso.

—Estamos muy expresivos hoy, ¿no? —Iverte tomo la carta que estaba en el suelo y la leyo. La ortografía era excelente y cada oración era coherente de principio a fin. —Tu amigo Colombo te sigue mandando cartitas y por lo que veo más romantica que la anterior.

—No estoy para bromas Ivette, ¿ dónde demonios esta Dominic? —Tomo el bastón a su lado y se puso de pie —Nunca lo necesito para nada, pero cuando solo necesito que este presente, solo su maldita presencia, no esta. —Cerro los ojos y tomo una vocanada de aire —¿Dónde diablos esta ese muchacho? —grito iracundo.

—Se supone que eres su padre como es que no sabes que ha ido a Estados Unidos a probar otras técnicas para sus piernas —lvette no se movio de donde estaba, tampoco se molesto en levantar la mirada de la carta que aun conservaba entre sus dedos. —Cada vez que pienso que eres un mal podre, vienes y lo confirmas.

El ambiente se calento, las tres personas restantes solo miraban aquella pelea de titanes.

—¿Entonces donde está el otro huerfano bueno para nada que salvaste?

—Ese huerfano es el único que esta cuidando a tu hijo en estos instantes —Ivette quería, estaba intentando con todas sus fuerzas no caer en la tentación de quitarle la vida como la basura inservible que era.

—El mundo parece estar en mi contra. —Dominico seguía resabiendo por dentro y por fuera.

A veces la vida se tornaba dificil para los más débiles, mas cuando atacaba a los más fuerte lo hacía sin remordimiento, al final del tiempo. De nuestro propio tiempo, el karma siempre llegaba.

—Llamen a los demas Jefes, quiero saber si a ellos también les llego la carta O si...

— ¿O si solo fue a ti? —pregunto Ivette con mofa —, ¿Desde cuando el mundo solo gira a su alrededor? ¡Vaya por Dios!

—Desde que yo así lo quiero —Las miradas de ambos estaban a punto de explotar —, deja de incordiar y haz esas llamados.

—¿Y a quien quieres que llame primero?, ¿Alessio? —Ivette doblo la carta y se la guardo en los bolsillos de sus Jeans —le recuerdo que para ellos estoy muerta y a menos que usted quiera ser el muerto, no llamaré —Camino con todo la cara de la que fue capaz hasta la puerta —. Me llevo la carta, me gusta la ironía y la crueldad tan clara con la que se expresa.