El Segundo Idiota.

Capítulo 20.

Atraigamosle a los idiotas.

2 de Octubre de 2019.

Mi cabeza era un desastre.

No por el alcohol y la resaca que se me estaba comenzando a formar, si no porque recordaba todo lo que había pasado a la perfección. No puedo creer que casi me evidencie con Bianca, he tratado de ocultar lo que siento por ella ante cualquier persona y, ¿qué hago? Meterme a la cama con ella.

Y no de la manera en la que usualmente lo haría, si no de una manera cursi y patética. No me arrepiento, de hecho lo disfruté más y eso es lo que me molesta. 

La idea original era solo embriagar a Gilberto para que no pudieran ir a su cita, yo no tenía que terminar mal en el proceso pero no pude evitarlo, había barra libre y fui débil. No terminé peor que él, pero si lo bastante mal como para no poner un filtro entre mi razón y entre lo que quería.

También ayudó a querer embriagarme el que Gilberto haya besado a Bianca y peor aún, el que ella lo haya dejado hacerlo. Debería sentirme feliz por ella porque el chico que le gusta la haya besado.

Pero no me creo nada de eso, no me trago el que a Bianca le guste Gilberto y no es por mi ego golpeado, es porque simplemente la he llegado a conocer y no se ve entusiasmada por él, incluso cuando me habló de Brandon se vio más feliz, por eso le pregunté anoche y ella dijo que no sentía nada por él y, aunque suene mal, eso me alegró.

Ahora había regresado a mi habitación antes de que ella despertara y se diera cuenta de que seguía abrazándome, para mí fue algo especial pero para ella de seguro sería incómodo y no quiero hacerla sentir así.

Llegué y Gilberto seguía inconsciente en su cama así que tomé un baño y me alisté para las competencias. Hoy sería la primera etapa, mañana la última y ese mismo día nos iríamos por la noche.

Me encontré con los demás entrenadores que lucían peores que yo, creo que fue mala idea salir a beber. Fui a buscar a los mocosos que tenía a mi cargo y ya todos estaban en medio de una charla motivacional con Bia. No entiendo como llegó antes que yo pero lo agradezco o no hubiera podido hacer lo que ella.

No soy bueno dando palabras de aliento.

Los niños estaban entusiasmados así  que en cuanto Bianca terminó  de hablar todos corrieron a la alberca, empezarían a calentar y yo tendría que ayudarlos así que con mucho fastidio fui, ahora tocaría mi modo de persuasión.

Todos estaban a la orilla de la alberca prestándome atención.

—Escuchen máquinas traga mocos, a cada uno le aposté veinte pesos con los otros entrenadores así que si pierden estaré muy enojado y cuando regresemos a la ciudad me encargaré de ponerles circuitos que hagan que vomiten su páncreas.

—¿Qué es el pranqueas?—una de las niñas preguntó.

—Páncreas Mili, deberías de poner atención a tus clases de anatomía.

—¿A ella puede nombrarla por su nombre pero nosotros somos máquinas traga mocos?

—Ella no me da lata como tú, niño número tres, ahora muévanse.

Comenzaron a nadar en orden con los ejercicios de calentamiento que hice que se aprendieran, son ejercicios que a mí me enseñaron que disfrutaba mucho, claro que no tienen que saber esa parte.

—¿Máquinas traga mocos?—Bianca me preguntó con diversión.

No me había dado cuenta de que estaba tras de mí.

—Se me acabaron los apodos.

—¿En serio apostaste por ellos?

—No...

—Iván.

—Estaba ebrio, no sabía lo que hacía.

De hecho en ese momento si lo sabía, sé que mis chicos son buenos, mejores que las otras alimañas y considerando que son catorce niños entonces tengo mucho que ganar y poco que perder.

—Pude notarlo.

Oh no, alerta de conversación incómoda.

Iba a decir algo pero Gilberto llegó corriendo y nos distrajo ya que venía muy agitado por lo tarde que llegaba.

Bianca al verlo enorojeció y salió casi corriendo pero de una manera discreta al otro lado de la alberca.

Cierto, ellos se besaron ayer.

Como que de repente me dieron ganas de odiar a Gil.

—¿Por qué no me levantaste?

—No pasé por la habitación.

Era mentira pero no iba a disculparme por eso.

Volteé a ver a Bia y estaba con uno de los entrenadores de ayer. Justamente uno que no había dejado de mirarla desde que llegamos aquí.

¿Acaso tengo que odiar a alguien más hoy?

—¿Dónde te metiste ayer?

—Por ahí.

El idiota ese seguía coqueteando con Bia y no pude evitar mirar en su dirección. Él estaba acariciando su hombro y ella estaba muy sonriente.

—Creo que pierdes tu tiempo al igual que él, Bianca y yo estamos a punto de tener algo—dijo el otro idiota viendo a donde dirigía mi mirada, aunque tal vez también se sentía amenazado.

—Gil, ni quiera pudieron tener una cita.

—Bueno no, pero estuvimos juntos llegando al hotel.

Ja, como si Bianca no hubiera estado conmigo toda la noche. Claro que no lo diría porque se podrían mal interpretar las cosas y tampoco es como que sea de la incumbencia de él.

—Claro.

—Es en serio.

—Te creo, Gil.

Ni siquiera hay nada que creer.

—Si supieras lo bien que estar con Bianca y lo bien que...

—Más te vale no decir nada más—lo interrumpí.

—Me alegró ser el primer hombre que haya estado con ella. 

—A ver, cállate tarado que no me interesa saber nada de lo que dices cuando obviamente es una mentira. No se te ocurra decir nada de Bia porque soy su amigo y como su amigo puedo hacer que te arrepientas de cada cosa que divulgues de ella.

Idiota, no entiendo como Bianca quería que creyera que le gusta un asqueroso como este.

—Solo estás celoso.

—Si escucho que hablas así de Bia con alguien más haré tu existencia menos aburrida y no de la buena manera.

Fue buena suerte que anunciaran que ya iba a comenzar la competencia para que pudiera dejar de hablar con este tonto.



#17758 en Otros
#2674 en Humor
#28098 en Novela romántica

En el texto hay: humor, romanceadolescente, humor amor

Editado: 28.01.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.