—Mamá, te he contado todas mis historias y conoces todos mis secretos. ¿No crees que es hora de contarme los tuyos?— preguntó Augusto.
—No me presiones, te dije que te lo diría todo cuando tu padre volviera.
—Que será, ¿cuándo?
—Gus…
—Quid pro quo, mamá.
—¿Quieres convencerme con tu escaso latín?
—Cuando venga papá, encontrarás otra excusa para no decírmelo.
—No es cierto.
—Entonces, ¿por qué no me lo dices ahora? ¿Qué diferencia hay?
Juliana suspiró y se sentó a la mesa con su hijo:
—De acuerdo— accedió al fin—. Hace uno diez años, unos meses después de que tú y yo volviéramos del Círculo, Marga tuvo una visión importante. Vio un símbolo tallado en un medallón circular con un borde de plata. Resultó ser que es el mismo símbolo que Lug tiene marcado en la espalda.
—¿Su marca de nacimiento?
—Sí, aunque Cormac opina que no es de nacimiento, sino que es una quemadura. Alguien lo marcó deliberadamente cuando era un bebé.
—Seguramente Bress, para poder reconocerlo— ofreció Augusto.
—Eso piensa Lug, pero resulta ser que el viejo Strabons reconoció el símbolo cuando lo conoció a Lug en el hospital, durante su segundo exilio.
—Lo que significa que ya lo había visto antes…
—Exacto. Y luego está el asunto del medallón…
—¿Qué hay con él?
—Marga dijo que el medallón no pertenecía al Círculo, sino que estaba en otro mundo. Lug y Cormac piensan que el medallón con el símbolo está aquí.
—Pero, ¿qué significa? ¿Y por qué piensan que es tan peligroso como para verse obligados a construir un refugio anti-bombas?
—Eso es lo que tu padre y yo hemos estado investigando por casi dos años.
—¿Dos años? Creí que dijiste que Marga había tenido la visión hacía ya diez años…
—Sí, pero Lug solo pudo viajar hasta acá para hablarnos del asunto cuando Humberto perfeccionó los viajes con la cúpula, lo cual fue hace dos años.
—¿Qué han podido averiguar hasta ahora?
—No mucho. Como te imaginarás, Lug pretende que investiguemos el símbolo sin mostrárselo a nadie, lo cual nos hace las cosas muy difíciles. Tu padre y yo comenzamos primero con la simbología celta, ya que la última vez las cosas se resolvieron por ese lado, pero no encontramos nada por ahí. Incluso volvimos a examinar el mapa de Alric, pensando que tal vez hallaríamos alguna pista allí, pero no descubrimos nada que nos sirva.
—¿Y el medallón? ¿Existe en algún museo o algo?
—No que sepamos. En este momento, estoy revisando catálogos de joyas chinas.
—¿Chinas?
—Marga dijo que el medallón estaba hecho con una gema verde, posiblemente jade. El jade aparece mucho en la cultura china.
—Entiendo. ¿Tan complejo es el símbolo que no pueden hallar ninguna relación con otros símbolos?
—Por el contrario, el símbolo tiene una estructura bastante simple, lo que lo hace muy parecido a muchos otros símbolos de su tipo, ese es un problema, pues existen innumerables interpretaciones y es difícil dilucidar cuál es la que corresponde al símbolo de Lug en concreto.
—¿Ninguna encaja con lo que Lug espera?
—Ninguna encaja y todas encajan la vez. Es como tener todas las respuestas pero no saber a qué pregunta pertenecen.
—En otras palabras, podría ser cualquier cosa.
—Sí. Las profecías de Marga, aunque inexorables, siempre han sido un tanto vagas e incompletas. En general, la única posibilidad de comprenderlas del todo es cuando ya se han cumplido. Así que Lug opina que hay que esperar a que haya algún movimiento que vislumbre su cumplimiento para poder ver con más claridad a qué se refiere en concreto.
—Y piensas que ese movimiento está ocurriendo y que por eso Lug ha ordenado la construcción del refugio— dedujo Augusto.
—Sí. ¿Te dio él algún mensaje para nosotros? ¿Te dijo algo?— inquirió Juliana.
—No, Lug no sabe que fui expulsado y enviado a casa.
—Ya veo.
—¿Quieres que los ayude con lo del símbolo? Tal vez…
—No, Gus, tú tienes demasiado en tu plato por ahora. Tu investigación sobre el balmoral y el bloqueo en nuestro mundo es muy importante. Hablaré con el doctor Polansky para que te ayude. Él tiene acceso libre a los laboratorios de la universidad y es un buen amigo.
—Grandioso— sonrió Augusto.
—Mientras tanto, sería bueno que practiques tu habilidad y la fortalezcas.
—Buena idea— concedió Augusto.
Su madre abrió la alacena y sacó un frasco de vidrio vacío que apoyó sobre la mesa, frente a su hijo:
—Puedes comenzar por limpiar la sangre de tu amigo de la alfombra y del colchón.
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Editado: 12.10.2019