El Señor Universo

Cuarto Deseo: Escapismo

Frío. Eso es lo primero que sentí al despertar por primera vez en aquella pútrida biblioteca de la condenada casa que me aprisionaba. Solo unas leves brasas permanecían encendidas en el hogar, insuficientes para proporcionarme calor pero suficientes para ver el deplorable estado del lugar. El techo, compuesto por negras e hinchadas maderas, parecía estar a punto de caerse en cualquier momento. Las paredes estaban considerablemente peor, con inmensos manchones negros que carcomían completamente las placas de madera, mientras el micelio blanco se expandía por todas las alfombras, convirtiéndolas en grandes piezas de mórbido algodón.

Los libros a mis espaldas no estaban en mejor forma: apelmazados, polvorientos, con algunas de sus páginas dobladas y sus cubiertas corroídas por los hongos. Al abrirlos, el hedor a humedad que emanaban me hacía retorcer en asco, aunque eso no evitaba que los pudiera leer. Esos libros se convertirían en mis más grandes amigos, guías y tutores, que pacientemente impartían sus lecciones atemporales en una eterna conversación. Eran los únicos que no me daban la sensación de ser una rata atrapada en una minúscula jaula. Pero esa era la vida que me había tocado.

Encendí una vela con la ayuda de las brasas del hogar y me adentré en los claustrofóbicos corredores oscuros y húmedos, para buscar una salida. El aire pesado dificultaba mi avance, pero continué avanzando, impulsado por un sentido de determinación ciega.

Todos los pasillos de la casa parecían converger en la sala principal, que parecía ser el lugar mejor conservado de todos. Sin embargo, incluso allí, el ambiente estaba en ruinas. Los putrefactos sillones liberaban su corrupto relleno al suelo, mientras los cajones de los gabinetes, junto con sus botellas de licor, yacían derruidos debajo de ellos. Las mesas de café caídas, con las patas rotas, parecían fusionarse con el micelio del suelo, que al igual que las paredes en la biblioteca, eran tan negros como la noche.

En el ala oeste, frente a una ventana bloqueada desde afuera, se hallaba el baño, el cual había corrido la misma suerte que el resto de la casa. La búsqueda del hongo por mantener su hábitat condenó a todos los objetos que yacían dentro. El agua contaminada salía marrón de las salitrosas cañerías; el inodoro y la ducha no funcionaban, y los insípidos insectos, cuyos oscuros cuerpos yacían fusionados al techo, se redujeron a alimento para el hongo. Horrorizado y asqueado por lo que había presenciado, me dirigí hacia la biblioteca.

Mientras estaba a punto de llegar al final del pasillo, comencé a oír voces que provenían de tras la pared. Movido por la curiosidad más que por el sentido común, impulsado por la oportunidad de encontrar otros seres humanos, me dirigí hacia la fuente del ruido. Giré hacia el ala norte y me encontré con dos puertas una al lado de la otra. Decidí entrar en la primera, ya que era de donde provenían las voces.

Al cruzar el umbral, quedé petrificado y, presa del horror, mi mano soltó la vela. Inmediatamente, salí corriendo hacia el seguro santuario de mi biblioteca. Cuando finalmente logré llegar, para mi sorpresa, la habitación estaba completamente a oscuras. Tuve que volver a encender las velas antes de poder sentarme y calmar mi asustado corazón. Una vez calmado, retomé la lectura de la saga sobre el intrépido vikingo Fiólmod y reflexioné sobre lo que había vislumbrado en aquel pequeño cuarto oscuro.

Recordé que entre sus descompuestos muebles, pude distinguir una figura de pulsante, hinchada y deformada carne que se asemejaba a lo que alguna vez fue una mujer. Observaba con luminosos ojos blancos la mohosa cama destruida, mientras arropaba y arrullaba en una lengua incomprensible a una persona inexistente. Al darme cuenta de que la criatura se estaba incorporando y al ver su carne necrótica y sus punzantes ojos marrones, resaltando aún más gracias al brillo de su esclerótica, huí despavorido como una gallina decapitada.

Después de ese desagradable encuentro, mi determinación por escapar de esa maldita casa contaminada con horrores inimaginables se fortaleció aún más. Nuevamente comencé a buscar con desesperación una salida, empezando por el ala este, donde se encontraba la biblioteca. Sin embargo, me encontré con una ventana tapiada, un comedor putrefacto y una cocina desolada. Las arañas y cucarachas habían hecho sus nidos entre las frutas peludas teñidas de un enfermizo verde y las cacerolas oxidadas, propagando la corrupción a cualquiera lo suficientemente insensato como para intentar encontrar algo comestible entre montañas de putrefacción. Lo único que quedaba era un cuarto que aparentemente servía como depósito de herramientas, todas ellas oxidadas y contaminadas por el hongo.

No quería pasar mucho tiempo en el ala norte por miedo a encontrarme con la criatura, pero mi curiosidad me impulsaba a abrir la segunda puerta. Sin embargo, mi emoción se transformó rápidamente en decepción al encontrarla cerrada. Con prisa, atravesé la sala principal en dirección al ala sur, tratando de ser cauteloso para no alertar a ninguna compañía indeseada. En el corredor, me encontré con una ventana que emanaba una solitaria línea de luz a través de un diminuto agujero en uno de los mal colocados tablones. Al asomarme, mi horror se hizo palpable al ver que el patio era simplemente un suelo de azulejos rodeado de inmensos muros grises que bloqueaban la vista de todo, excepto una pequeña porción de cielo que era de un negro absoluto, sin estrellas. A pesar de ello, me quedé un rato observándolo antes de continuar mi camino.

En mi trayecto, me encontré con dos puertas, una de las cuales daba al patio. En mi afán por encontrar la salida, decidí seguir adelante sin más demoras. Al llegar al final del corredor, la vi: una inmensa puerta de roble macizo, impecable e indiferente a toda la contaminación del interior. Pero para mi desgracia, también estaba herméticamente sellada como la puerta del ala norte. De todas formas, sabía que no podía volver atrás, mis ojos exorbitantes se humedecían con anticipación por la cercanía de mi escape.



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En el texto hay: terror gotico, short story, fantasía grimdark

Editado: 30.05.2024

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