El Ser Mitológico (segunda edición)

10

La Élite Dafean se estaba asegurando de que la hiperrealidad construida permaneciese en forma para ser capaces de contener al gran demonio de la ilusión Mara fuera del mundo sobrenatural.           

—Es interesante cuando de esta manera —Mara señaló la hiperrealidad espejo— rogáis que sólo juegue con vosotros y no con el mundo natural —Era el discurso vanaglorioso de Mara—. Qué egoístas sois al no querer compartirme con el mundo natural…           

Al escuchar el discurso inquietante del demonio, Agnis y Katie se hicieron detrás de Sebastián, como buscando algún tipo de refugio reconfortante en él.

De manera repentina, Mara juntó sus dos manos a la misma altura, posición y forma. Después inhaló echándose un poco para atrás y, luego, se adelantó exhalando un fino hilo ígneo que a cada paso, momento e instante se iba formando en una inmensa bola de fuego.

Sagazmente, Ethan anticipó la llegada de la inmensa bola de fuego.

—«Conjuración elemental: lazo de agua» —Fue el conjuro que utilizó Ethan para contrarrestar la inmensa bola de fuego.

Ethan escupió un fino hilo de agua que de modo circular envolvió toda la inmensa bola de fuego que se avecinaba. Instantes después, se habían extinguido generando un inconmensurable vapor. Ethan comenzó a respirar con dificultad, como si hubiese hecho alguna caminata por todo el mundo natural. Pues para cualquier ser mágico que utilice magia es desgastador, tanto que pueden llegar a perder la vida si su magia se termina. Por ello, Ethan debía recuperarse.

Mara todavía seguía intacto, intacto de poder regresar al combate.

—«Conjuración: escupitajo infernal».

Mara expelió un arsenal de escupitajos de color dorado hacia todos ellos, que iban destruyendo todo a su paso. Emma a través de sus poderes oculares evaporó los escupitajos infernales. Mara, con uno de sus dedos, le indicó el camino a seguir que debería recorrer la evaporación infernal. Emma, desafiada, dio una zancada hacia Mara y rugió tanto que el vapor se devolvió contra Mara.

Mara respiró el vapor como si fuese aire puro.

—«Conjuración espacial: esfera gravitatoria».

Todos los ahí presentes, excepto Mara, cayeron de rodillas ante la supremacía demoníaca de Mara. Agnis a duras penas podía vislumbrar una esfera oscura que se encontraba casi en la mitad de la batalla, seguramente era lo que provocaba que no fuesen capaz de mantener ni su propio peso.

Sebastián, indemne, mantenía su propio peso como si la magia de Mara no lo afectara. «Claro… Es un fisicalista…», pensó Agnis mientras instante a instante estaba siendo sofocado. Sebastián echó un vistazo a su alrededor observando cómo todos los de su entorno decaían.

—«Hechicería fisicalista: adjudicación de la razón física».

Cada uno de los ahí presentes recibieron una marca gráfica que, de algún modo, les adjudicó mejores habilidades físicas, para que pudieran resistir a «esfera gravitatoria». Todos y cada uno de los combatientes empezaban a recuperar la vida, ya sin sentir ese asfixio físico ocasionado por la magia de Mara.           

—Interesante, fisicalista de los seres naturales —felicitó Mara con un porte libertino de manos—. Seamos más intensos… «Conjuración espacial: esfera gravitatoria II».            

De repente, la esfera gravitatoria estaba succionando cada cosa, parte o componente allí con una voracidad impresionante, pero incluso así Sebastián seguía intacto. Tanto Agnis como Katie no lo soportaron: salieron despedidos hacia la esfera gravitatoria.           

Emma atrapó a Katie.            

—¿Una mano? —le preguntó Emma.            

Katie, un poco asustada, se escondió tras el busto de Emma.           

Agnis seguía volando hacia la esfera gravitatoria.           

—Fue difícil agarrarte con tu estatura —se le burló Ethan mientras le echaba una mano.            

Agnis se sonrojó al sentir los músculos de los brazos de Ethan.           

—«Conjuración espacial: esfera gravitatoria III».           

Tanto Ethan como Emma empezaban a perder estabilidad física, al igual que Sebastián, especialmente porque Sebastián estaba compartiendo de alguna manera sus poderes fisicalistas con su élite y, bueno, también con Agnis.           

La élite se encontraba en apuros, porque Sebastián debía que mantener su hechizo de «adjudicación de la razón física» y, para ello, necesitaba concentrarse en la magia, de lo contrario sus integrantes de élite serían atraídos por la esfera gravitatoria y, quizá, podían morir.           

—Puedes usar… —decía Ethan mientras trataba de ocultar que estaba perdiendo su estabilidad física— tus cartas.            

«¿Acaso me acaba de dar permiso?», se dijo a sí mismo Agnis, un poco molesto. Farfullando sacó las cartas de su maleta, pero lamentablemente en el intento salieron por los aires hacia la esfera gravitatoria. Detrás de la mirada de Ethan había un asesinato por suceder. Agnis se erizó.            

—Creo que es por tu estatura —le dijo Ethan en un tono cortante, mientras tanto intentaba calmarse, porque de lo contrario lo tiraría como Agnis tiró las cartas.           




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