El Ser Mitológico (segunda edición)

7

—No lo hagas —le gritó Katie instantes después de que ellos se habían marchado—. No lo alejes de nosotros —le imploró Katie derrumbándose sobre sí misma.

Katie, devastada, cayó de rodillas por la impotencia de no haber sido capaz de detener a Ethan, de no haber podido salvar a Agnis de la lujuria de Ethan, de no haberle dicho que ambos eran presas inofensivas que serían depredadas por un mundo emocionalmente impositivo.

—Sebastián… Emma… —llamó Katie con los ojos aguados—, escuchen mi llamado —susurró llena de tristeza—. Necesito que estén junto a mí.

Un lazo se estremeció a lo largo de Sebastián y a lo ancho de Emma. En un momento instantáneo, Sebastián estaba al lado de Katie al igual que Emma. Ambos estaban con un aura llena de salvajismo, listos para destrozar a cualquier ser mágico que se haya atrevido a colocarle un dedo encima a Katie.

—Ethan —Fue lo único que Katie dijo para que ellos dos entendieran lo que estaba pasando.

El furor arrebató a Sebastián.

—Estaba a tu cargo —bramó Sebastián haciendo sentir demasiado mal a Katie.

Emma, con la cólera entre los ojos, se interpuso encarando a Sebastián.

—Conoces bien cómo es Ethan —vociferó Emma con mucha determinación.

Katie estaba irritada.

—Todo esto es por ustedes —graznó Katie.

Ambos, desconcertados, la miraron fijamente, a la vez que la ira desaparecía.

—Sólo tenían que comportarse bien con él —les chilló Katie—, pero, en cambio —El tono de Katie se tensó—, se empeñaron en tratar de marcarlo —Katie se dirigió a Emma— o enlazarlo —Katie se dirigió a Sebastián— o emparentarlo —Katie se refirió a Ethan—. Como quieran llamarlo —les acusó Katie con una voz ronca—. ¿No podían simplemente darle una buena bienvenida? —Una lágrima se deslizó por la mejilla de Katie—. Es la primera vez que lo tenemos con nosotros desde hace mucho tiempo.

Tanto Sebastián como Emma estuvieron de acuerdo.

—¿Estás segura de que es él? —cuestionó Emma.

—Esperemos que sí —respondió Sebastián.

—Es él —aseveró Katie con mucha seguridad.

Ambos quedaron viéndola.

—Vamos, chicos —Katie se aproximó más a ellos—, esas cosas eran tulpas —les susurró para que nadie más oyera.

—Eso parece —confirmó Sebastián.

Cada uno de ellos permaneció en silencio.

—¿Y qué haremos? —preguntó Emma sacándolos de ese silencio incómodo.

Katie alzó los hombros.

—Esperar a que copulen —dijo Sebastián demasiado serio.

Katie, sorprendida, volteó a verlo.

—No puedes dejar que…

Sebastián se echó a reír. Luego besó la frente de Katie.

—Claro que no —le respondió entre risas.

—A mí me parece un buen plan —sugirió Emma.

Katie la fulminó con la mirada.

—Pero no el mejor —añadió Emma con una mueca traviesa.

—Sólo esperaremos hasta que alguno de los dos nos transmita algo —les sugirió Sebastián.

—¿Por qué? —cuestionó Katie.

—Sabes que la conjuración de Ethan es impecable —le dijo Sebastián— y está claro que no quiere que nos entrometamos. Sólo démosles tiempo —ordenó Sebastián con un matiz de descontento.

—¿Le tienes miedo? —preguntó Katie incrédula.

Sebastián la vio.

—Sólo espera a que lo encuentre —amenazó Sebastián— y ponga mis manos encima de ese imbécil.

—Pero Agnis puede… —dijo Katie.

—No es Agnis el que me preocupa —la interrumpió Sebastián.

—¿Qué…? —Katie estaba aturdida.

Emma suspiró.

—Agnis está emparejado a alguien más… —le contó Emma.

—¿Qué…? Eso no es verdad —cuestionó Katie sin podérselo creer.

Sebastián fraternalmente se acercó a ella.

—Sea voluntario o involuntario, Agnis se emparejó a alguien más.

—Ethan terminará dándose cuenta y esa será nuestra señal —le explicó Emma.

—Por eso ustedes estaban tan… —dijo Katie.

—Todo pasó tan de repente —le contó Emma a Katie—. Cuando olí esa fragancia ominosa en Agnis, sentí que lo estaban arrancando de mí, sentí odio —Emma apretó sus dientes—, sentí dolor —Los ojos de Emma se pusieron intensos—, sentí desamor, impotencia —dijo Emma con un rugido—, sentí un mar de emociones —contó Emma casi que entre dientes.

—Agnis tomó su decisión —les reprochó Sebastián con indiferencia.

—¿Cómo sabes que fue su decisión? —cuestionó Katie.

Sebastián la ignoró.

—¿Lo piensan dejar ir? —les preguntó Katie indignada.

Ambos voltearon a verla.




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